Poco le duró la fortaleza defensiva al Glorioso en Vallecas. Es cierto que el feudo rayista era una plaza complicada para el resurgir del Alavés, pero no por ello cabía la posibilidad de sentirse empequeñecido ante un equipo dominador. Los de Calleja aguantaron con solvencia los primeros diez minutos del choque y los incipientes contragolpes de los madrileños, pero esa solidez se quedó en un espejismo. Poco antes de llegar a los veinte minutos Sergi Guardiola se encargó de anotar el primero de la tarde tras una jugada vertical y veloz, en la que un pase filtrado a la espalda de Martín trajo consigo la asistencia de Álvaro García a Guardiola. Con cierto suspense y revisado por el VAR, pero el primer jarro de agua fría apenas se demoró. Con el shock en el cuerpo y tras un saque de esquina botado por Óscar Trejo –claramente diferencial con la pelota en los pies–, Comesaña se alzó sobre las cabezas de los futbolistas albiazules para marcar el segundo –y último– tanto del duelo.
Apenas media hora fue suficiente para que el Rayo Vallecano manejase a su antojo el devenir del partido, en el que el Alavés apenas encontró resquicios para darle la vuelta a la situación. Y es que esta misma fragilidad que evidenció el Glorioso en Vallecas es un factor futbolístico que ha lastrado al conjunto vasco en las últimas siete jornadas .
De hecho, desde la victoria al Elche por 1-0 allá por el 26 de octubre, el Alavés ha encajado algún gol en todos y cada uno de los partidos hasta la fecha –a excepción del choque ante el Unami en Copa–.
Las sensaciones tras las victorias ante el Cádiz y Elche, en las que Pacheco mantuvo inexpugnada su portería, parecían ser el primer paso hacia la ansiada fortaleza defensiva, pero todo se quedó ahí, en un espejismo. Y es que los de Calleja, que comenzaron la temporada como uno de los equipos más goleados de la categoría, encontraron la fórmula para minimizar los daños y volver a sentirse poderosos en la zaga.
Sin embargo, en la más que necesaria búsqueda del gol, la falta de contundencia ha hecho mella en los babazorros. En los últimos duelos, ante Getafe, Granada y Celta, los errores defensivos fueron un severo castigo para los pupilos de Calleja, que a su vez habían patentado cierta mejoría a la hora de combinar el balón con precisión hacia el área rival. Pero al igual que una casa no se puede construir desde el tejado, los equipos de fútbol no se pueden olvidar del rigor defensivo.