Los restos del Titanic atraen desde hace décadas a turistas, a veces con efectos no deseados, como ha ocurrido hoy tras la desaparición de un sumergible en aguas del Atlántico con al menos cinco de ellos.
El submarino que transportaba a los cinco turistas ha desaparecido en las cercanías del lugar del naufragio del Titanic, según ha indicado la Guardia Costera de Boston (Massachusetts, EE.UU.) a la cadena británica BBC y a la estadounidense CBS.
Existen varias compañías que organizan viajes de varios días para ver los restos del Titanic, que se hundió a unos 3.800 metros de profundidad y a una distancia de unos 640 kilómetros de la isla canadiense de Terranova.
Entre estas compañías se encuentra OceanGate Expeditions, quien ha confirmado hoy en un comunicado que su submarino era el que había desparecido y explicó que estaban haciendo todo lo posible para traer de vuelta a la tripulación.
Según reza en su página web "después de las exitosas expediciones al naufragio en 2021 y 2022, OceanGate Expeditions continuará regresando anualmente para documentar más el Titanic y su tasa de deterioro".
Algunos turistas han llegado a abonar varias decenas de miles de euros para descender en minisubmarinos hasta el transatlántico y han dejado su propia impronta al depositar placas y flores que recuerdan su breve estancia en el pecio.
Los restos del Titanic, calificado en su época de insumergible y hundido en las gélidas aguas del Atlántico norte durante su travesía inaugural tras chocar contra un iceberg el 14 de abril de 1912, permanecieron ocultos en el fondo del océano 73 años, hasta que en 1985 se halló en qué lugar reposaban.
El 1 de septiembre de ese año Robert Ballard, un explorador submarino estadounidense, encontró el Titanic en las profundidades del océano, lo que motivó el renacer del mito del transatlántico, sobre todo cuando dos años después la empresa Titanic Ventures recolectó 1.800 objetos del pecio.
Las imágenes de cuberterías, valiosas joyas y piezas ornamentales del barco y otros restos de sus ocupantes despertaron la curiosidad de millones de personas, especialmente de los coleccionistas, que contemplaron a través de la televisión los restos de una tragedia que había turbado a muchos durante decenios.
El último golpe de efecto vino de la mano del director de cine James Cameron, de origen canadiense, quien en 1997 recreó el naufragio en una cinta que devino en una de las más taquilleras de la historia del cine y fue merecedora de ocho Oscar.