Entre los familiares de combatientes de origen vasco en el Ejército de EE.UU. que acudirán estos días a Texas se encuentran los tres hijos de Alfonso Garde Marcilla. Garde es el protagonista de “una de esas historias de película pero que fueron muy reales” y, a juicio de Pedro J. Oiarzabal, de Sancho de Beurko Elkartea, es un ejemplo que ayuda a poner cara y a humanizar a todo un colectivo. Detrás de un acto institucional como el de esta semana “hay una serie de personas que lo dieron todo por un país”.
De padres navarros que emigraron a Nuevo México, su sueño era ser piloto y se alistó en las Fuerzas Aéreas en Fort Bliss (Texas) en agosto de 1943, a tres meses de cumplir 18 años. Fue entrenado como artillero de torreta de bola y manejaba dos ametralladoras Browning del calibre 50. Pero antes de finalizar su adiestramiento fue movilizado para el frente junto al resto de la tripulación del bombardero B-24 Patsy Ann, bautizado con el nombre de la novia del piloto. El 21 de julio de 1944 salieron de EE.UU. con destino a Foggia, en el sureste de Italia.
El 23 de agosto, en pleno combate, la aeronave fue derribada por aviones enemigos cuando su grupo de bombarderos, formado por 25 aviones, intentaba destruir el campo de aviación de Markersdorf, próximo a Viena. Garde pudo saltar en paracaídas y las copas de los árboles amortiguaron la caída, tras lo que fue hecho prisionero y llevado a un centro de interrogatorios en Budapest. En el trayecto, la población apedreaba los camiones abiertos.
Estuvo allí dos semanas, durante las que solo salió de su boca “Alfonso Garde, cabo, 3835273”. Después fue enviado al campo de prisioneros de Stalag Luft IV, en Polonia, donde no sufrió trabajos forzados pero sí la escasez de comida. Ante el progresivo avance del ejército soviético, Alemania decidió evacuar a los prisioneros hacia el corazón del Tercer Reich. El 6 de febrero de 1945, unos 8.000 prisioneros, incluido Garde, iniciaron una marcha de más de 800 kilómetros a pie, en cuyo transcurso murieron centenares de soldados. El final de la guerra se precipitó y los supervivientes quedaron al amparo de los aliados. Garde falleció en 1992 a los 66 años.