Vida y estilo

“El nombre de Mocedades a mí me sacaba de quicio”

Amaia Uranga es una de esas voces que resuenan con fuerza dentro de la mayoría. Sigue cautivando desde El Consorcio a gente de todas las generaciones. El año que viene se cumplirán 50 años de su participación, entonces como Mocedades, en Eurovisión con ‘E
En el salón de su casa, rodeada de recuerdos de todos sus viajes y giras.

Sus temas y los de sus hermanos siguen sonando en muchos confines del mundo. Es una mujer muy fuerte, con carácter, pero con una amabilidad desbordante y con mucha ternura cuando habla de determinados temas. Canta desde que era una cría y rememora con frecuencia el ambiente que se vivía en una familia numerosa. Ella es la mayor de nueve hermanos, uno de ellos, Roberto, falleció. Echa la vista atrás para visualizar aquellas reuniones en las que todos cantaban con el aita a la cabeza. Su padre es un referente constante, con él todos cantaban, mucho en inglés porque él había estudiado en Estados Unidos. Amaia Uranga ha abierto a la revista ON las puertas de su casa y en ella se pueden apreciar objetos del pasado y también los que ha incorporado a lo largo de los años de todos los viajes que ha hecho a lo largo y ancho del Planeta. No sabe lo que hubiera sido de no haberse dedicado a la canción. Daba clase a niñas cuando era joven y “también fue masajista, a mucha honra”, ríe. Comenzó en un grupo que se llamaba Voces y guitarras, pero la casa discográfica Zafiro lo cambio por lo que creía más comercial, Mocedades, un nombre que no le gustó nada nunca y tiene sus razones.

PERSONAL

Edad: 75 años (18 de febrero de 1947).

Lugar de nacimiento: Bilbao.

Familia: Es la mayor del clan Uranga-Amezaga. Son nueve hermanos: Izaskun, Roberto (fallecido en 2005), Javier, Estibaliz, Idoia, Miren, Edurne e Iñaki.

Trayectoria: Primero cantó con Izaskun y Estibaliz como Las hermanas Uranga. Más tarde con la familia y amigos formó parte del grupo Voces y guitarras. Pronto se despertó el interés de las compañías discográficas. Zafiro se ganó la confianza y les contactó con el compositor Juan Carlos Calderón, autor de muchas de las canciones que Amaia ha cantado a lo largo de su vida profesional. Por motivos comerciales se impuso el nombre de Mocedades y bajo esta denominación participaron en 1973 en Eurovisión. Once años después, en 1984, abandonó la formación y continuó su carrera en solitario. En 1993, con el fin de grabar un disco propuesto por Rosa León, se unió a sus hermanos Estíbaliz e Iñaki y a Sergio Blanco Rivas y Carlos Zubiaga, todos ellos excomponentes de Mocedades. Tras el primer disco editado hace ya 30 años, decidieron continuar juntos y nació El Consorcio.

Años y años en el mundo de la canción, mucho…

En el año 73 fuimos a Eurovisión como Mocedades. Pero todo se inició en un grupo que se llamaba Voces y guitarras, nosotros queríamos que se llamara así.

El año que viene se cumplen 50 años de aquella experiencia musical.

¡Cómo ha pasado el tiempo!

¿Por qué cambiaron a Mocedades si les gustaba el de Voces y guitarras?

Porque de repente vino la casa de discos y nos pusieron Mocedades. Lo he odiado toda mi vida.

¿Sí? Es un nombre que pertenece al imaginario popular.

Sí. Porque As Mocedades en Portugal era lo mismo que hablar aquí del Frente de Juventudes. En aquel entonces, en Portugal eran fachas como en España; yo no lo he sido nunca. Siempre lo he llevado mal en ese sentido, como en todos los lugares, a mi alrededor ha habido gente muy derechona, muy puritana… Por eso no me gustaba nada ese nombre, a mí me sacaba de quicio.

Después se fue del grupo.

Y entonces fui simplemente Amaia. Cuando se formó El Consorcio, el nombre lo elegí yo; reunión de actividades entre hermanos. El nombre viene de que cuando llegaba a Bilbao del trabajo o de lo que fuera, yo veía el nombre de El consorcio y me hacía gracia. Era El consorcio de aguas.

¿Y qué dijeron los demás componentes del grupo?

Ja, ja, ja… Lo admitieron, qué iban a decir. El nombre es precioso. ¿Por qué nos llamamos El Consorcio? Porque me gustaba a mí.

Parece que cuando empezaron a cantar no tenían ninguna intención de dedicarse a la música.

Cuando empezamos como Voces y guitarras no. Cada uno hacíamos lo que podíamos: estudiábamos, trabajábamos… Pero cuando se metió de por medio Zafiro (una de las principales discográficas de los 60 y 70) nos mandó a Juan Carlos Calderón para que nos escuchara. Nos cayó muy bien. Justo le gustaban las canciones que a nosotros nos gustaban. Cantábamos canciones norteamericanas, La guerra cruel, todas las canciones de Peter, Paul and Mary, de Joan Baez. Cantábamos más de fuera que de aquí. Sí que teníamos algunas en euskera, pero muy pocas, era una época muy difícil.

¿Se queda con alguna de las canciones que ha cantado en toda su trayectoria?

Por Dios, sí, con muchas. Las que más me gustan son las de la etapa de Voces y Guitarras. También las de Peter, Paul and Mary, canciones espirituales. Me gustan muchas, no podría quedarme con una o con dos. Hemos tenido la suerte de tener canciones, grandísimas canciones, que nos han compuesto a nosotros y que la gente ha agarrado como propias. Cuando éramos Voces y guitarras íbamos a clubs y lugares más pequeños. Con Mocedades las canciones eran de Juan Carlos Calderón principalmente, en su mayoría, y ya todo era más grande. Cuando nos metimos en El Consorcio había muchas canciones propuestas por Rosa León que no tenían nada que ver con la etapa anterior y no eran copias de otras. Y con este grupo, El Consorcio, recuperamos una parte musical muy importante en muchas vidas, la de los anuncios de radio. Eso sí. Volvimos a canciones que se escuchaban en las radios de otras épocas. Canciones que apenas conocía la gente. Hemos adaptado temas viejos y hemos hecho cosas nuevas.

¿Qué es lo más les pide la gente, lo viejo o lo nuevo?

No lo sé. Lo normal es que quieran de todo. Cuando de repente cantamos Camino verde, cómo se pone la gente. Carmelo Larrea fue el que compuso esta canción. Era un señor de Bilbao de toda la vida, y creo que después se fue a vivir a Málaga.

Canciones que han marcado muchas vidas

Hablar de Amaia es hablar de dieciséis años como solista de Mocedades. De años de música en solitario y de casi tres décadas en El Consorcio. Cada uno de sus concierto, en teatros o en fiestas populares, es un éxito en asistencia de seguidores. Algo que ocurre en Euskal Herria, en el Estado y en lejanos confines del mundo. Muy pocas personas no saben seguir el ritmo de Eres tú, la canción con la que el grupo bilbaíno consiguió el segundo puesto en Eurovisión en 1973. Pero seguir la voz de esta mujer a lo largo de cincuenta y cinco años en los escenarios es pasear por las letras de La guerra cruel, El vendedor, Secretaria, Tómame o déjame, Amor de hombre, Desde que tú te has ido, Camino verde y muchas, muchas más. Estos temas han sido compartidos en viajes de muchas familias que aliviaban la distancia con su música y la de sus hermanos y hermanas. Hay momentos sentimentales, son canciones que han servido para hacer brotar el amor o para neutralizar el desamor. Cada uno de los seguidores de esta bilbaína del Casco Viejo, nunca olvida el origen, da un espacio en su vida a unos tonos que sirven para recordar y también para disfrutar.

Lo que si debían ser una fiesta eran las reuniones familiares.

Siguen siendo una fiesta, pero cantando normal, cualquier cosa. Eso sí nos gusta a todos. No soporto que estemos en una comida y que digan: Venga, cantad aquello o lo otro; este tema, aquel. Si los que están en la reunión cantan, yo canto con todos y me siento muy feliz. La música es parte de nuestras vidas y me gusta compartirla.

¿Cuándo fue consciente de la voz que tenía?

No sé, yo oía cantar a otros y replicaba los temas. Antes, sola no cantaba. Sabía muchas canciones porque escuchábamos muchísimo la radio y aita cantaba, sobre todo en inglés porque estudió en Estados Unidos. Cantaba como lo hacían muchos, habíamos nacido con esa costumbre en el cuerpo.

Han sido nueve hermanos, ocho ahora tras la muerte de Roberto. ¿Cuántos se han dedicado a la canción?

Bastantes, y de una forma u otra todos. De los chicos todos, Javier era sonidista, pero cantaba muy bien y lo hizo. De las seis chicas, todas menos Mirentxu, ella escuchaba a los hermanos y se quedaba tan ancha. Hemos cantado en casa, con los amigos, cada uno en solitario...

Ha llevado una vida muy ajetreada, muy viajera…

Bueno, era una vida que de alguna forma nos gustaba, y mucho. A mí me gustaba cantar, me gustaba viajar, conocer gente. No soportaba que nadie asumiese cosas que hubiéramos hecho nosotros. Eso lo llevaba fatal. 

Su padre parece que fue el impulso de la vocación de los hermanos Uranga.

El ambiente en general era muy musical. Aita cantaba canciones en inglés y nosotros con él. Cantábamos también mucho con amigos.

¿Existe algún país que le atraiga más que otro?

Muchos. En México estamos considerados unos grandes cantantes y eso me gusta mucho. Estados Unidos también me gusta mucho, ellos se creen los reyes del mundo, pero tienen gente de todos los lados. Somos muy conocidos en muchos lugares, y Costa Rica es uno de ellos. Hemos cantando mucho en toda América, de arriba a abajo. Hemos cantando en lugares inverosímiles y espero que continuemos así.

Amaia Uranga sigue disfrutando de una voz estupenda a sus 75 años. Borja Guerrero

¿Qué hubiera sido Amaia Uranga de no haberse dedicado a la música?

Ni idea, no lo sé. Es que no me lo puedo imaginar. Llevo tanto tiempo en esto que no tengo ni idea. Antes daba clases a crías, les enseñaba canciones, les enseñaba a escribir o a leer... Y en su momento también fui masajista…

Increíble, no me la puedo imaginar.

Ja, ja, ja… No sé por qué. Fui masajista, y a mucha honra. Pero fuera lo que fuera, siempre he cantado. Es que en casa, lo repito, era lo normal. Ama también, tenía un oído exquisito y una voz chiquitina, chiquitina… Pero su oído era de los de decir chapó. Aita cantaba por todos los lados. Él era profesor de inglés en la Cámara de Comercio y también cantaba allí. Todo lo que he vivido es como muy rico, y también muy extraño.

¿Cómo ha conseguido conservar la voz tan bien?

No lo sé. Palabra de honor que no lo sé. Un misterio.

Además, usted ha sido fumadora.

He fumado hasta hace muy poco, eso es verdad, pero ahora lo he dejado del todo. Ha habido momentos en los que he cantado mal y en otros lo he hecho muy bien. Creo que todo son momentos. Ahora pienso que estoy en uno muy bueno, tengo mejor voz que nunca, al menos eso creo, así que sigo cantando. Pero no sé por qué mantengo la voz, no he hecho nada especial. También es cierto que cuando no he estado bien, lo he dejado temporalmente y no he cantado. 

¿Cuál es su gente?

Mi familia. Mi cuadrilla es la de siempre, la del Casco Viejo. Es todo el grupo de lagunak tomando vinos juntos o de paseo y cantando. Vivo todo con muchas ganas. Me gusta disfrutar lo que tengo en cada momento.

¿Escucha música en casa?

Sí, menos ahora porque tenía un compacto y me lo cargué, se me cayó. 

El tocadiscos vuelve a estar de moda.

Es la discusión que tengo siempre. Donde se escuche un disco, un vinilo, no hay comparación.

Veo que en este salón tiene usted recuerdos de muchos lugares. 

Hay de los sitios en los que he estado. Cuando dejé Madrid y me vine aquí tuve que alquilar un local para meter las cosas de todas mis vidas, y de las vidas de mis padres. Son recuerdos de todos los lugares y de todos los tiempos.

¿Tiene la familia Uranga sucesores en el mundo de la música?

Las dos hijas de Estibaliz. María y su compañero cantan divinamente y tienen un hijo que estoy segura que va a cantar cualquier día. Allende, la mayor, canta... buaff y ha estado haciendo una obra de teatro, Mi, me, conmigo. Ahora está con Matilda también en teatro. Eso es lo que queda. Pero fíjate, en la familia quienes más cantaban eran los Amezaga, más que los Uranga. Aunque mi aita, un Uranga, lo hacía de maravilla y en todos los lugares en los que podía. 

Imagino que las reuniones del pasado tenían que ser…

Esas eran de cine. Eran más las tías que los tíos, ellas eran las cantatrices. ¡Qué reuniones!

Dicen que cocina muy bien.

Cocino, es verdad, y hago cosas que me salen muy bien. Era cocinera de familia numerosa, que nos juntábamos en Nochebuena, una comida; en Nochevieja, otra; en Reyes, otra. He cocinado mucho. La mayor de nueve hermanos, imagínate.

¿Cuál es el plato que mejor le sale?

La bechamel la domino. Hago unas bechameles impresionantes. Ja, ja, ja… Igual está mal que lo diga yo. El mérito está en ponerlas con otros productos. Puedes ponerlas con acelgas; con bacalao y con todo lo que quieras. El truco está en conseguir que sea suave y que tenga sabor.

¿Ha colgado el delantal?

Sigo haciendo cosas, pero nada tiene que ver con lo que era antes. Es que entonces éramos muchos los que nos sentábamos en la misma mesa. Ama también era una muy buena cocinera, pero en cuanto podía me pasaba a mí la tarea porque era la mayor de los nueve. Pero ella lo hacía muy bien. Mis dos abuelas eran buenísimas en los fogones. Cantábamos y cocinábamos mucho. Es que en casa nos reuníamos mucha gente y había un ambiente fantástico.

¿Añoranza?

No. Recuerdos y la mayoría muy bonitos. 

¿Y en 2023?

Seguiré cantando. Seguiremos cantando. Es lo que nos gusta hacer. Posiblemente volvamos a México, allí, ya te he dicho, nos encontramos fantásticamente, nos tratan divinamente. Luego recorreremos el Estado. ¿2023? Seguir cantando.

01/01/2023