El Baskonia, mermado por las ausencias de Hommes y de Enoch e intimidado por el ambiente hostil del OAKA; encajó contra el Panathinaikos su tercera derrota de la temporada en Euroliga en una noche en la que se vio superado por el conjunto griego tanto por energía e intensidad defensiva como por claridad de ideas en ataque. Pese a que la primera parte y en especial el segundo cuarto resultaron esperanzadores para los intereses gasteiztarras, los griegos lograron llevar el partido a su terreno tras el descanso y se aprovecharon de las pérdidas visitantes, su superioridad de centímetros y cierto favor arbitral para anotar 60 puntos en la segunda parte y sumar su primer triunfo en casa por 98-83.
Peñarroya, con la rotación interior mermada por las bajas, quiso compensar esa falta de altura introduciendo a Raieste en el quinteto titular junto a Thompson, Howard, Sedekerskis y Kotsar, que funcionó bien durante los primeros compases, en los que hicieron daño con los puntos de Howard y Kotsar y se situaron con una ventaja de 6-12. Sin embargo, Raieste se cargó pronto de faltas al cometer la tercera personal a los cuatro minutos y cuando se sentó llegó un parcial de 11-0 favorable al Panathinaikos. Los rebotes ofensivos, faceta en la que los griegos fueron muy superiores en el primer cuarto con seis para el Panathinaikos y dos para los gasteiztarras, sumados a los balones perdidos por el Baskonia, dieron oxígeno a los locales, que se crecieron junto a sus aficionados y gracias a la aportación ofensiva de Bacon, Williams y Wolters cerraron el primer cuarto con un marcador de 22-18.
Necesitaba el Baskonia encontrar respuesta al buen momento del Panathinaikos y, con Howard de regreso en la cancha tras haberla abandonado en el ecuador del primer cuarto por un arañazo en el ojo, logró igualar el choque con un triple de Dani Díez, muy activo en defensa y en la pelea por el rebote, y otro del escolta estadounidense (25-25). Tras ello, el partido ganó ritmo y eso benefició al Baskonia, que coincidiendo con unos excelentes minutos de Thompson al timón llegó a recuperar sus seis puntos de ventaja con el 30-36. Durante los últimos minutos antes del descanso, sin embargo, el Panathinaikos logró llevar el duelo al barro con muchas faltas en ambos lados de la cancha y continuos viajes a la personal, aunque el Baskonia logró mantener la renta e irse al descanso 38-43 con una magnífica canasta marca de la casa de Henry sobre la bocina.
Bajón tras el descanso
La segunda parte comenzó bien para el Baskonia con una canasta de Kotsar, pero no fue indicativo de lo que vino después. El Panathinaikos, con cierto favor arbitral en varias acciones cuestionables, subió el listón en defensa y obligó a los gasteiztarras a jugar posesiones de cinco contra cinco, donde se encontraron más dificultades para poder anotar y cometieron numerosas pérdidas mientras los griegos castigaban tanto por dentro como por fuera con Bacon, Lee y Wolters como grandes protagonistas. El talento individual de Howard fue el único recurso ofensivo del Baskonia durante unos minutos fatales en los que el Panathinaikos no solo fue capaz de darle la vuelta al marcador, sino que construyó una ventaja de dobles dígitos gracias a un parcial de 24-7. Thompson y Costello tiraron del carro en los últimos minutos del tercer parcial, pero los griegos se fueron igualmente por delante al cuarto decisivo con una nada desdeñable renta de 67-59.
Los hombres de Peñarroya no le perdieron la cara al partido, pero el Panathinaikos, alentado por el OAKA, estaba ya crecido y haciendo las cosas mucho mejor tanto en ataque como en defensa. Lo intentaron los alaveses desde el perímetro, pero no tuvieron el mismo acierto que en otras ocasiones. Marinkovic y Giedraitis, discretos durante el resto del encuentro, consiguieron dianas desde fuera, pero se encontraron con las rápidas réplica de Griogonis y Lee. Las defensas de los gasteiztarras tampoco estuvieron a la altura y eso dificultó que el Baskonia encontrara situaciones fáciles para anotar en transición. Así las cosas, la diferencia, en vez de reducirse, fue ampliándose a base de acciones de bloqueo y continuación implicando a Papagiannis y Gudaitis hasta una máxima de 16 puntos con el 90-74, que permitió al Panathinaikos tener un final cómodo de partido y celebrar junto a sus seguidores su primer triunfo europeo de la temporada en el OAKA.