El pianista Josu Okiñena presenta su ensayo sobre el proceso científico de la música en la Sala BBK

SI pensaba usted que la creación musical tenía relación únicamente con las Musas, se equivoca. Y no barrunte que la alternativa a las musas la constituye el desamor, en el caso de las baladas, tangos y boleros; la denuncia social, en el caso de cantautores; los estimulantes que aparecen superada la frontera del café, en el caso del funky, el rock&roll, el pop, la sicodelía y otras hierbas. Tampoco las explosiones hormonales se encuentran en las fuentes del reguetón.

Nada de eso. Existe un método tanto para escribir como para interpretar pentagramas. Y ese método tiene mucho más que ver con Galileo o Rene Descartes que con Chuck Berry. Aunque se podría apostar que el genial guitarrista de Misuri conocía el método y lo aplicaba. Se trata del método científico.

Tal es la premisa del ensayo La interpretación musical como proceso artístico y científico; dos dimensiones complementarias, que el pianista e investigador donostiarra Josu Okiñena, presentó ayer tarde en la Sala BBK de la Gran Vía de Bilbao. La Universidad de Deusto ha editado este interesante libro firmado por el también profesor del Centro Superior de Música del País Vasco -Musikene.

Okiñena propuso un modo de presentación original. Un formato en la frontera del happening. Desechó la idea de un monólogo culto. Eligió compartir escenario con un piano y con el compositor bilbaino, premio Nacional de Música 2021, Gabriel Erkoreka. Conversaron los tres. Y, en cierto modo, también el creador austriaco Franz Lizst.

El virtuoso maestro guipuzcoano tocó Nubes, obra para piano de Erkoreka estrenada en Gasteiz en 1994. Y también romance Oubliée S. 507 de Lizst, compuesta algo más de un siglo antes. Lizst solo se expresó a través de la partitura, pero Erkoreka y Okiñena hilvanaron una interesantísima charla. "El proceso de recopilación de información, de introspección, reflexión, toma de decisiones y organización de una obra musical tiene mucho que ver con el método científico", defiende Josu Okiñena.

La presentación del ensayo, que contó con Mikel Mancisidor como maestro de ceremonias, fue enriquecida por la interacción de ambos reputados músicos y el vuelo de las teclas del piano. De este modo, permitió mostrar mucho de lo que sucede durante la composición de un tema musical. Así como lo que se produce antes y durante la interpretación. Porque, la citada toma de decisiones y el método científico, influyen en el modo en el que la partitura se transforma en sonido.

Se acercaron ayer a conocer el planteamiento teórico y a disfrutr de la genialidad de Liszt y Erkoreka y el talento de Okiñena, Enrique Azurza, director de la Sociedad Coral de Bilbao y profesor de canto coral en Musikene; Fernado Díez, director de publicaciones de la Universidad de Deusto; el organista de la iglesia de El Carmen, en Indautxu, Pablo Cepeda; o el maestro de guitarra clasica e intérprete de instrumentos como la vihuela Jesús Sánchez de Pablo.

Acudió Milagros Gutiérrez, madre del organista citado, así como de la organista de la basilíca de Begoña, Miriam Cepeda.

No faltaron los melómanos José Luis Neyro, Blanca Blasco, Nieves Pacheco, Garazi Navas, el malagueño Bernabé Lera o los hermanos José Benito y Jesús Encinas. Tampoco faltaron el músico en ciernes Mikel López o Rúper Ormaza, Lea y Javier Mancisidor e Isabel Atxa.

Josu Okiñena mantiene la misma tesis que alguien que conocía al dedillo el método científico, sobre todo en su vertiente empírica: Thomas Alva Edison. El hombre que patentó cientos de innovaciones como, por ejemplo, la bombilla de filamento incandescente, también creía más en el método que en las Musas. Afirmó que "la genialidad es 1% de inspiración y 99% de transpiración".

En eso coincidían absolutamente Edison y el rokero Chuck Berry.