Aseguró Ernesto Valverde en la previa del choque ante el Barcelona que su equipo tiene una “forma de actuar” y de “intentar llevar los partidos” y que con esa fórmula trataría de abordar el Camp Nou, un campo maldito donde los haya para el Athletic, que ganó por última vez allí en la temporada 2000-01. Matizó el técnico que dentro de su idea de juego también tenían que “tener en cuenta a los rivales”. Para ello, con la idea de sorprender a Xavi Hernández, sentó por primera vez en lo que va de temporada a Oihan Sancet e Iker Muniain para apostar por Ander Herrera, que repitió en el once, y Oier Zarraga. Pero su plan hizo aguas por todas partes. Especialmente por el costado zurdo, donde el Barcelona encontró una autopista por la que sacar los colores a Yuri Berchiche y Alex Berenguer.
El Athletic fue un coladero y estuvo a merced de un Barça al que con jugar concentrado e imprimir velocidad en campo contrario le bastó para poner en apuros a Unai Simón. Sorprendió que de entrada juntara en el centro del campo a Herrera, que estrenó titularidad en Getafe y de quien dijo tras dicho encuentro que le ve aún falto de ritmo, y a Zarraga, meritorio en los pocos ratitos que había disputado hasta anoche, y que se desfondó en un partido en el que su misión principal fue perseguir sombras azulgranas para tapar las vías interiores mientras el rival se gustaba por ambas bandas, con futbolistas muy dinámicos y de mucho desborde. Zarraga se comió un auténtico marrón, como en su dio les sucedió a futbolistas como Javi Eraso o Unai Bustinza en el mismo escenario y con idéntico entrenador.
Para colmo, tampoco le funcionó la apuesta por volver a darle la titularidad a Yuri, que regresó al once dos meses después, una vez superada una talalgia que le impidió jugar entre la tercera y la décima jornada, en la que reapareció ante el Getafe. Un puñado de minutos ante el conjunto azulón y varios entrenamientos fueron suficientes para que le recuperara el puesto a Lekue. Al de Zarautz, frustrado, tampoco le ayudó en exceso la poca aportación defensiva de Berenguer de su compañero en banda.
A la conclusión del partido Valverde admitió que la apuesta de Xavi por juntar a cuatro centrocampistas y un único extremo, algo poco habitual en el de Terrasa, le sorprendió. No se escondió el técnico rojiblanco, al que se le vio dar órdenes de última hora a Herrera instantes antes del comienzo del partido. Pero ni con esa matización, ni con el desarrollo del encuentro ni con los cambios, dos de ellos obligados por las lesiones de Herrera y de su sustituto Dani García, encontró soluciones para achicar agua y tratar de mantener a flote a un Athletic que se hundió en menos de 25 minutos.
La habitual visita al dentista, parafraseando a Joaquín Caparrós, fue peor. El conjunto rojiblanco se quedó desdentado a las primeras de cambio y no hubo manera de ponerle una dentadura postiza. No fue posible.
Y ya van 21 años sin ganar en el Camp Nou, que responde ahora al nombre de Spotify por aquello de las palancas y la necesidad imperiosa del Barça de sacar dinero para armar una plantilla de garantías de cualquier lugar.