El PP apela al voto útil y hurga en las disensiones dentro del PSOE

El PP se halla inmerso en una ofensiva sin parangón contra el Gobierno de Pedro Sánchez que se ha acrecentado desde la ruptura de relaciones que quebró el acuerdo sobre el Poder Judicial. Desde Génova aprovechan cualquier asunto de la macedonia de temas que envuelven la actualidad política para atizar al Ejecutivo y, en ocasiones, con argumentos que rozan la banalidad. Al margen de la polémica sobre el delito de sedición, empleado como justificación para no proceder a renovar el CGPJ, los populares, y en concreto su portavoz en el Senado, se agarraron ayer martes a las diferencias internas en el Gobierno y en el PSOE a cuenta de la ley trans. Hasta el punto de que Javier Maroto soltó la siguiente lindeza en una entrevista en Europa Press: “No estamos de acuerdo con que una persona, en el registro, pueda pasar de ser hombre a mujer en dos minutos”, soltó, anunciando que si llegan a La Moncloa derogarán la normativa.

Después, Maroto, el mismo que en 2019 se empadronó en Sotosalbos para ser senador por Castilla y León, se parapetó en que “el PP está a favor de que esas personas tengan el apoyo, el respaldo y los medios en su decisión y luego en el proceso de transformación, el proceso de transexualidad”. Pero para ahondar en la explicación lanzó la idea primaria que preside el discurso de la formación conservadora respecto a este asunto. De hecho, prosiguió: “Lo que es realmente extraño es que un hombre pueda ir a un registro y en un minuto ser mujer, absolutamente para todo, para presentarse a unas oposiciones de Policía municipal y bombero, hacer las pruebas femeninas, presentarse a unas elecciones en la cuota de mujer o entrar en el vestuario femenino y que no se le pueda decir que no”. Y no se quedó ahí. Puso el ejemplo de un hombre que piense en agredir a una mujer. “Si justo antes de cometer ese delito que tiene previsto, cambia su sexo registral, ya no se le puede juzgar porque es mujer”, imaginó como “excepción”. En cualquier caso, dijo no tener “ningún problema con las personas transexuales (sic)”.

Lo que, en verdad, busca el PP es profundizar en las diferencias ideológicas dentro del PSOE y airear sus diferencias. Por ello, espera que los barones socialistas apoyen la moción popular contra el “abaratamiento de la pena del delito de sedición” en sus respectivos Parlamentos autonómicos, ya que ello, aseveró Maroto, supondría dar “un golpe en la mesa” frente a las tesis de Sánchez, quien tendría que “recular”. “La pregunta es: ¿Lambán, Page, Ximo Puig y Vara son lo mismo que Sánchez? ¿Sí o no? Lo descubriremos cuando voten esa moción”, señaló, repartiendo una retahíla de descalificativos hacia el presidente del Ejecutivo español. “Sánchez es capaz de mentir a todo el mundo, incluido él mismo, con tal de seguir sentado en el Gobierno. Ha engañado a todo lo que tiene alrededor con un nivel de trilerismo sin precedentes”, observó, y es que, a su juicio, lo que le ocurre a Sánchez es que “le resulta muy doloroso ver cómo Feijóo le gana de calle” en las encuestas. Dicho esto, apeló al voto útil frente a Vox. “Nuestra posición con los votantes de Vox es de máximo respeto. Muchos de ellos han votado al PP en otras ocasiones. Esperemos que lo puedan hacer por pura convicción o por pura utilidad del voto”, reconoció el portavoz del PP en el Senado. “La garantía de tener alcaldes de centroderecha es votar al PP, no a sus posibles socios”, abundó, mientras restaba credibilidad a los resultados del CIS porque “si Sánchez se creyese ese sondeo hubiera convocado elecciones ya”.

Selecciones vascas

De paso, Maroto denunció lo que definió como “un cambio de cromos” entre Moncloa y el PNV para reconocer la oficialidad de las selecciones vascas de surf y pelota en competiciones internacionales, preguntándose si los afectados, los deportistas de estas dos disciplinas deportivas, tienen el mismo interés en que se admitan como selecciones independientes. “A lo mejor no es una posición tan unánime entre estos deportistas”, intuyó, sin aclarar si el PP tiene en mente recurrir esta norma al Tribunal Constitucional, optando por la cautela hasta ver “cómo evolucionan las cosas”.