Vida y estilo

El presentador del Teleberri que es DJ y coleccionista de ‘singles’ de música jamaicana

Xabier Ormazabal, atrapado entre sus maratonianas jornadas laborales, encuentra en la música jamaicana su escape y pasión, coleccionando discos y pinchando en sus ratos libres
El presentador y DJ Xabier Ormazabal.
El presentador y DJ Xabier Ormazabal. / Cedidas

Actualizado hace 37 segundos

Entre los diferentes planes para el fin de semana, los espectáculos y eventos musicales suelen protagonizar la agenda cultural. Los conciertos y sesiones de DJ se amontonan de viernes a domingo. Pero desde hace tres años y medio, a Xabier Ormazabal (Irun, 1993) le pilla trabajando. Este periodista y melómano confeso presenta el Teleberri de ETB2 los fines de semana desde septiembre de 2021. Y en medio de la vorágine laboral de un presentador de informativos, el tiempo escasea. La escaleta, por ejemplo, primorosamente elaborada, puede cambiar de un momento a otro dependiendo de lo que depare la actualidad. Si salta una noticia relevante, comienza una estresante carrera contra reloj. Ocurrió el pasado sábado 28 de diciembre, cuando la asamblea General Ordinaria de la Federación Internacional de Pelota Vasca, en una reunión celebrada en Iruñea, acordó la oficialidad de la Federación vasca para que pueda competir como un país más. Aquel Teleberri, recuerda Ormazabal, cambió de arriba abajo en cuestión de minutos. La noticia del día estaba en la capital navarra.

Los sábados y domingos sus jornadas laborales son maratonianas -“de diez de la mañana a diez de la noche” - y, tal y como marca el convenio, libra los lunes, martes y miércoles. Difícilmente puede pegarse una escapada para poder asistir a un bolo de reggae o una pinchada de sonidos jamaicanos, su gran pasión. “Mi ocio de fin de semana es prácticamente inexistente”, afirma. Cuando la gente suele descansar o hacer planes, a él le toca trabajar, trabajar y trabajar. ¿No siente que va a contracorriente? “Es verdad que la conciliación no es nada fácil y que, sí, voy a contracorriente, pero no me quejo. Me gusta mucho lo que hago. Y además hay muchísima gente que también trabaja el fin de semana. Creo que todos hemos pasado alguna etapa de nuestra vida currando los sábados o domingos”. 

El reggae llegó tarde a su vida y un poco por casualidad. O al menos no de la manera clásica en la que uno se engancha a la música. En la relación de amor entre la isla que vio nacer a las estrellas jamaicanas y el periodista irundarra, no existe la figura prescriptora de un compañero musiquero del instituto o el típico familiar entusiasta que avasalla al resto con sus preferencias. Fue una peculiar escena durante unos Sanmarciales la que se quedó incrustada en su interior y le abrió los ojos a un mundo nuevo. 

Ormazabal vio cómo, ya de madrugada, una nube de sonidos jamaicanos, una fiesta pirata de colores verde, amarilla y rojo, se abría paso entre el gentío. Un grupo de disyoqueis había colocado una mesa de mezclas con el selector (en el argot jamaicano, quien pone los discos) animando al público con su música, un muro de altavoces a los lados y todo ello alimentado por un generador. Una auténtica sound system o discoteca móvil tomaba las calles de Irun en plenas fiestas. “Me pareció una música muy disfrutona que se podía bailar. El heavy y el rock no me producían la misma sensación, pero vi que el reggae era muy alegre y que para salir de fiesta me podía venir como anillo al dedo”, rememora.

Aquello era otra galaxia: no tenía nada que ver con el álbum Finisterra del grupo Mägo de Oz que el futuro periodista había “quemado” de niño a los siete años. Fue el primer CD que recuerda haber escuchado una “salvajada” de veces, sin saber siquiera que la archiconocida Fiesta pagana estaba sonando machaconamente en todas partes. Ya en la universidad, Ormazabal se compró “por 16 euros” su primer disco del universo reggae: Escape From Babylon To The Kingdom Of Zion, del artista italiano Alborosie, en este caso influido por los ritmos dancehall forjados en los años 70.

En una fiesta a las cuatro de la mañana pega poner dancehall; y para cerrar, ska

Desde entonces, alrededor del año 2011 o 2012, Ormazabal empezó a coleccionar cientos de vinilos de estilos musicales que orbitan en el reggae, la mayoría en formato single, hasta sumar unos mil ejemplares en total. ¿De las sucesivas transformaciones de la música jamaicana (ska, rock steady, reggae, dub, dancehall…) con cuál se queda? “Me gusta todo lo que tiene cabida bajo el paraguas del reggae”, responde. “Muchas veces mis gustos dependen de la hora. En una fiesta a las cuatro de la mañana pega más el dancehall y para cerrar pondría ska”.

Que un single, con una canción en cada cara, sea el rey de su discoteca doméstica no es casualidad. Tradicionalmente, en la isla jamaicana siempre han salido muchísimos más sencillos que elepés por una cuestión puramente económica; cuesta mucho menos producir uno o dos temas que un álbum entero de 10-12 canciones. “La de Jamaica es una industria que ha funcionado de una manera muy distinta a la del resto del mundo”, explica Ormazabal. Los temas se grababan a todo correr en los estudios, se pinchaban en los sound system y, si calaban entre el público, se sacaban a la venta. Tampoco hay que olvidar que un DJ actual de reggae, soul, rock and roll, punk u otras músicas añejas del siglo XX rara vez pincha en otros formatos que no sea el de un vinilo de 45 pulgadas.

El propio periodista hace sus pinitos a los platos, aunque antes de la pandemia, reconoce, “pinchaba más”. Era la época en la que libraba los fines de semana y cuando en Irun había “más movimiento” y lugares a los que acudir para disfrutar de música jamaicana. ¿Adónde solía ir a empaparse de reggae? ¿Al gaztetxe de Lakaxita? “La gran mayoría de las fiestas se celebraban en el Depor de Mosku”, afirma Ormazabal. El histórico bar, ubicado en la plaza Urdanibia, se encuentra en uno de los puntos neurálgicos del ocio nocturno de la ciudad. Bajo el nombre artístico de Sakos Selektah, aún se pueden ver las sesiones que él ha grabado desde la pandemia en su perfil de Youtube (xabiormazabal4715) y donde muestra su destreza navegando del roots al dancehall o el dubstep.

¿Viaje a Kingston?

Jamaica es uno de los países más musiqueros del mundo y su producción musical se ha exportado con enorme éxito desde hace más de medio siglo. Cualquier fan de esos sonidos ha soñado alguna vez con viajar a Kingston, la capital del país. Pero el día a día es duro en las islas: de sus tres millones de habitantes, un tercio viven en la pobreza y, según datos de Amnistía Internacional, se producen tres homicidios diarios en sus calles. “Kingston me da miedo”, reconoce Ormazabal. “Es una ciudad con un índice de criminalidad bastante alto”. “Se da una cosa curiosa con la música que se hace en Jamaica”, continúa. “A veces se hace música reggae más interesante fuera de las islas que dentro, porque han tratado de americanizarse mucho para poder vender su producto. Es algo que no termina de convencerme”.

El presentador hace hincapié en la labor que realizan los productores europeos y cita a países con una gran tradición reggae, más allá de Inglaterra, como Italia, Alemania e incluso Nueva Zelanda. Toca hablar de Bob Marley. Ormazabal aboga por ir más allá de la leyenda jamaicana y tratar de indagar en otras figuras musicales del reggae de entonces y de ahora. “Falleció hace 44 años y anda que no ha habido músicos interesantes haciendo reggae desde entonces. Cuando más sonaba en el mundo, menos caso le hacían en Jamaica, ya que en los sound systems y en los guetos no sonaba tanto”, dice. Llegado a este punto, ¿qué más le queda por descubrir de la música jamaicana? “Todavía me queda mucho por rascar. Al principio solo existía el sello Studio 1, pero ahora todo el mundo quiere hacer música y aportar su granito de arena”, dice.

Tres hitos: de un Erasmus en Roma a ETB



Xabier Ormazabal creció en el barrio Dunboa de Irun. De pequeño ya tarareaba el Ay Ho de Blancanieves y los siete enanitos y durante siete años estudió piano en el conservatorio de Irun. Compatibilizó los últimos cursos en el instituto Pío Baroja con las exigencias de un conservatorio. No se quiso profesionalizar, pero sus conocimientos musicales le han dado ciertas claves técnicas que valora: “Me ha aportado una manera distinta de entender la música”, afirma.

Cursó el grado en Comunicación Audiovisual en la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación de la UPV en Leioa. Pasó el último año en Roma gracias a una beca Erasmus. El presentador de informativos cuenta maravillas de su estancia, pero, al contrario de lo que dice el tópico, tuvo que emplearse a fondo para poder aprobar todas las asignaturas. “No he estudiado más en mi vida”, resume. 

Una vez de vuelta en Euskal Herria, se encontró con que podía hacer prácticas en la sección de deportes de ETB, donde le hemos visto dar sus primeros pasos como periodista profesional. Tras su paso por los programas de la tarde de la televisión pública vasca, se puso al frente de los informativos de fin de semana de ETB2. ¿Qué noticia le gustaría dar en televisión? ¿El final de una guerra? ¿Un invento revolucionario? ¿La cura de una enfermedad letal? “Es una pregunta muy típica, pero no lo sé. Nunca pienso en esas cosas”, zanja Ormazabal.

2025-01-19T19:46:32+01:00
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