La colonización de Zorrotzaurre avanza. Esta semana, la promotora Jaureguizar ha culminado la estructura del que se puede considerar el primer rascacielos de la isla, un edificio de 12 alturas en total, contadas la planta baja y la cubierta, ubicado en la punta norte de la antigua península, entre los barrios de San Inazio y Zorrotza. El bloque forma parte de la promoción de un conjunto de tres edificios, los cuales albergarán 173 viviendas de VPO, las primeras de la isla que ya están todas vendidas. La actividad es frenética en el conjunto de los tres bloques que se han ido levantando escalonadamente desde que se empezaron a cimentar en el mes de marzo de 2021.
Anclar estos edificios en el terreno es la parte más crítica de todo el proceso de construcción. Enrique Abad, director de Edificación de la promotora, explica cómo “el hecho de construir rodeados de agua lo hace más difícil”. Son dos los elementos que han obligado a la empresa del Grupo Urbas a cimentar de una forma diferente y más cara. Por un lado, describe Abad, “la roca se encuentra a 20 metros de profundidad”; por otro, al estar rodeados por el canal de Deusto y el cauce de la ría “el nivel freático está casi a nivel de suelo con lo que en el momento en que excavas sale agua”, concreta.
Este escenario ha hecho imposible construir con el sistema habitual de zapatas donde se apoyan los cimientos sin más y tener que utilizar el sistema de muros pantalla. Consiste en construir un perímetro de paredes de hormigón enterradas hasta llegar a los mencionados 20 metros donde está la roca. “Con eso evitamos que entre el agua que empapa la tierra, es más lento que el habitual, pero es el necesario”, indica el responsable. Crear estos muros pantalla que hacen de parapeto no es fácil.
Unas máquinas especiales son las encargadas de excavar el hueco alargado donde se meten unas planchas metálicas cada seis metros, las cuales sirven de molde. Entre estas láminas luego se introducen varillas y hormigón para darle consistencia al muro pantalla de 60 centímetros de espesor que quedará, una vez seco el material y retiradas las planchas metálicas. Con todo, el perímetro del solar blindado contra el agua se procede a excavar los agujeros que albergarán los cimientos –también a 20 metros de profundidad y de algo más de medio metro de diámetro– y retirar toda la tierra del solar hasta llegar a los siete u ocho metros por debajo del nivel de la calle. En este gran hueco es donde se habilitan los garajes y los trasteros.
Una vez que se llega a ras de suelo, levantar la estructura de columnas, vigas y soleras “no es complicado” reconoce el director de Edificación. De hecho, “una vez en vuelo se concreta una planta cada dos semanas de media aproximadamente, tiempo que suele variar algo en función de la superficie de cada nivel”, apostilla.
Otro elemento destacable es que no se espera a finalizar el esqueleto del edificio para empezar a levantar tabiques y meter instalaciones. “Antes de llegar al tejado ya se arranca con la albañilería, meter tubos de saneamiento y de ventilación en las primeras plantas”, describe Abad, como está ocurriendo con el rascacielos donde todavía no se ha terminado el casetón de instalaciones en la azotea y ya están habilitados los tabiques exteriores de las tres primeras plantas y metidas varias conducciones verticales.
La progresiva entrada de gremios diversos a lo largo de las próximas semanas supondrá llegar a un pico de 120 operarios especializados trabajando a la vez en la promoción durante este invierno.
La torre, junto a sus dos edificios hermanos colindantes de 11 y 10 alturas, respectivamente, van a ser además los primeros en contar con suelo radiante para viviendas de VPO, una forma de calentar las estancias sin colocar los tradicionales radiadores. En el bloque más bajo ya se está disponiendo esta mejora energética (es un sistema de calefacción a baja temperatura) dentro del paquete de acciones medioambientales que incorpora la promoción.
Hay medidas pasivas como la fachada ventilada, aislamientos y vidrios especiales en las ventanas, pero también se evita la combustión para generar agua caliente por lo que no habrá emisiones de CO₂ ya que el agua se calentará por aerotermia. Los edificios estarán dotados de paneles solares fotovoltáicos en los tejados y todas las parcelas de garaje vinculadas a las viviendas tendrán preinstalación de carga eléctrica para los vehículos.
La orientación sur, más amplia. Mirando hacia el resto de la isla, el edificio es una atalaya perfecta para ver cómo se va a desarrollar urbanísticamente Zorrotzaurre durante la próxima década. Se observa el puente que conecta con el barrio de San Inazio –actualmente solo en uso para el transporte que requieren las obras– y la lámina de agua que conforma el canal de Deusto encauzado tras el ensanchamiento de la isla finalizado el pasado año.
Más rascacielos
Unas características que también ofrecerán los dos edificios de VPT que Jaureguizar ha iniciado hace un mes al otro lado de la futura calle. Serán 233 viviendas de precio tasado, de las cuales tienen apalabradas más del 80% en régimen de cooperativa y que se entregarán en julio de 2025. Serán el segundo y el tercer rascacielos (tendrán dos y tres plantas más que el primero) a la espera de que llegue la construcción de otras seis torres que irán creciendo en altura según se acerquen al pico de la punta norte.
El plan urbanístico de la Comisión Gestora de Zorrotzaurre prevé que el edificio residencial más alto de la isla, el que será su mascarón de proa, se ubique en este punto privilegiado alcanzando las 21 alturas, incluyendo la planta baja y la cubierta. La promotora prevé entregar las viviendas de los tres edificios de una tacada, a finales del primer trimestre de 2024. Para entonces, la Comisión Gestora de Zorrotzaurre ya habrá finalizado la urbanización prevista alrededor de los bloques con la creación de calles, plazas y estancias que bordearán los solares donde se levantarán los restantes bloques residenciales. De hecho, la traza de las futuras arterias ya son visibles desde lo alto de la torre. Lo dicho, Zorrotzaurre avanza.