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El problema del paro senior se enquista tras la pandemia

El desempleo en mayores de 45 años implica graves consecuencias económicas y emocionales
La formación continua es uno de los activos para luchar contra la exclusión laboral del colectivo.

Desde hace unos años, el concepto -y la denuncia- del edadismo figuran en el discurso de numerosos analistas económicos y sociales. Los estereotipos y los prejuicios a los que deben hacer frente los mayores por cuestiones de edad tienen consecuencias en el mercado laboral, con las crecientes dificultades para muchos trabajadores de más de 45 años para mantener o lograr un puesto de trabajo. Un problema con repercusiones negativas de todo tipo, desde económicas a sociales y emocionales, y para el que los expertos proponen un reajuste que abarque normativos y culturales que impliquen a administraciones públicas, empresas y sindicatos.

Algunos datos: de los 2,9 millones de parados en el Estado, más de la mitad (1,6) han sobrepasado los 45 años (650.224 hombres y 974.680 mujeres). En Navarra, con 6.697 hombres y 9.692 mujeres, la suma deja un porcentaje del 51,3% del total de parados, que en enero fue de 31.998. En la CAV, el porcentaje es similar, con el 54,3% de parados concentrados en esa franja (26.112 hombres y 35.259 mujeres). Y las perspectivas empeoran de forma más acusada para los mayores de 55: la tasa de empleo en el Estado de las personas de entre 55 y 69 años en 2020 se situó en el 41,9%, la más baja de las grandes economías europeas, según el Mapa de Talento Senior elaborado por el centro de investigación Ageingnomics de Fundación Mapfre y presentado recientemente.

Orígenes

“Es un problema que se venía gestando desde antes de la crisis financiera de 2008 por una serie de falacias”, explica el economista vasco Iñaki Ortega, profesor de la Universidad de La Rioja y uno de los autores de ese informe. Ortega, junto al profesor Íñigo Calvo Sotomayor, participó el jueves, dentro del Silver Film Festival, en una charla bajo el título Retos y mitos en el mundo laboral senior. A su juicio, hay tres creencias extendidas sobre el mundo senior “que no son verdad”. La primera, que a partir de los 45 años el trabajador se queda obsoleto, “cuando en realidad posee muchos valores que crecen con los años, como la experiencia, la resiliencia y un gran capital relacional”, aduce Ortega. La siguiente hace referencia a que el retiro de este colectivo contribuye a crear más empleo juvenil: “El desempleo senior en España es de los más altos de Europa, pero también lo es el paro juvenil. Fomentar las prejubilaciones no ayuda a los jóvenes a hallar un empleo”. Y la última, que a los senior “les toca descansar”, un paradigma que, en su opinión, han fomentado “con la mejor intención” gobiernos, empresas y sindicatos, pero que no descansa en la realidad, “porque la esperanza de vida dicta que los 55 años de hoy son los 40 de antes”.

Cristina Pérez es consultora de Integración Laboral en la sede de la Fundación Adecco en Donostia. Constata como “por regla general” muchas empresas se dirigen a la Fundación con interés en contratar trabajadores de menos de 45 años, “sobre todo para puestos de trabajo que requieran atención al público”. Una tendencia cada vez más frecuente en compañías dedicadas a los servicios y que afecta especialmente a las mujeres. De hecho, según la estadísticas del Ministerio de Trabajo, dos de cada tres desempleados en el Estado están vinculados al sector terciario, con un problema de paro de larga duración cada vez más enquistado. Existe, además, otra circunstancia que dificulta a este amplio colectivo reengancharse al mercado laboral, como destaca la consultora de la Fundación Adecco. “En muchos casos, la responsabilidad del cuidado de los hijos, de los padres o de otros familiares recae sobre estas personas, que no tienen la misma flexibilidad de horarios que los jóvenes”, subraya.

Consecuencias

Esta situación tiene también un considerable impacto emocional. “No darles trabajo es condenarles a la soledad y a tener más problemas de salud, sobre todo enfermedades vinculadas al sedentarismo”, explica Iñaki Ortega, que añade un riesgo social adicional: el “desacople” entre empresas y ciudadanos. “Las plantillas de las grandes compañías no reflejan en ningún caso la demografía del país. En ellas, apenas trabajan mayores de 55 años, pero su gran número de clientes son personas por encima de esa edad. Pensemos en la relación de los bancos con las personas mayores”. “Las consecuencias no las sufre solo la persona afectada, sino toda la sociedad en conjunto, que ve mermado su potencial”, añade Cristina Lorenzo, que no obstante aprecia como algunos sectores sí han reforzado su interés por los trabajadores desempleados ubicados en este tramo de edad. “El sector sociosanitario y la atención a personas dependientes son campos donde tienen más posibilidades, y en los últimos tiempos las grandes superficies comerciales y las cadenas de distribución se han convertido en apartados donde cada vez hay más contrataciones”, añade.

Los expertos proponen, como soluciones, una formación continua con programas de recualificación profesional, pero también un cambio cultural que contemple “el retiro como un derecho y no como un deber”, para lo que se necesita la implicación de trabajadores y empresas.

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28/02/2023