Los refugiados afganos llegados a Euskadi están siendo atendidos por CEAR, que les acompañará en el proceso de solicitud de protección y en su integración
Bilbao– La Comunidad Autónoma Vasca alberga unas 500 de las 8.000 plazas del sistema estatal de acogida a personas solicitantes de protección internacional. Unas plazas residenciales que son gestionadas por cinco organizaciones –CEAR, Cruz Roja, LMDL, Diaconia y Accem– por convenios con el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. "La acogida es una competencia estatal", explica Patricia Bárcena antes de exponer la labor de CEAR en el "proceso extraordinario" de evacuación y acogida de afganos.
¿CEAR Euskadi ha tenido que organizar algún operativo especial?
—Hicimos una llamada a todas la compañeras que quisieran colaborar en caso de necesidad y también tenemos una bolsa de voluntariado, lo que nos permite ponernos en marcha con celeridad, pero hasta ahora no ha sido necesario. Sí es verdad que ha habido trabajo reorganizando y acondicionando las viviendas para facilitar alojamiento a las personas llegadas de Afganistán, pero hasta el momento lo hemos podido asumir sin problemas.
Los han tenido que organizar rápido y en pleno agosto.
—El primer grupo de nueve personas llegó en la madrugada del sábado; hubo que trabajar todo el fin de semana, pero la gente está ilusionada de formar parte de esta misión y ayudar a las personas que están llegando y que necesitan protección.
Nilofar Bayat ha sido la cara más visible de este proceso de acogida, aunque normalmente no tiene tanto eco mediático.
—Nilofar sentía la necesidad de dar las gracias porque es muy consciente de que es muy difícil salir del país y ella ha podido hacerlo. Quería dar las gracias y hacerlo de manera pública, pero hay otras muchas personas que no quieren salir en los medios de comunicación, que tienen miedo, que tienen familiares allí... Hay que respetar su intimidad y su voluntad de no ser perseguidas.
¿Ha podido hablar con estos refugiados? ¿Cómo están?
—En cierta forma se sienten personas privilegiadas por haber podido salir, porque hay muchas más que se agolpan en el aeropuerto y no lo van a poder hacer. Tienen la necesidad de mostrar esa gratitud pero todavía ni siquiera están ubicadas, han salido con lo puesto...
Los procesos de acogida e integración que inician ahora, ¿acaban satisfactoriamente?
—Creo que mayoritariamente los procesos concluyen de manera positiva pero son muy largos y muy frustrantes. El sistema de acogida prevé un itinerario de entre 18 y 24 meses como plazo máximo y esos tiempos, que son comunes para todo el mundo, a veces están desacompasados con las necesidades de las personas. Algunas requieren más tiempo o de otro tipo de ayudas que no están previstas.
¿Han detectado deficiencias en el sistema?
—La acogida es un proceso lento, arduo y complejo que a veces requiere de más acompañamientos que los que el sistema prevé. Por eso desde CEAR Euskadi acompañamos con programas locales y con apoyos desde otras instituciones vascas para procurar que tengan éxito y mayoritariamente lo tienen, pero no es fácil.
Por lo pronto estas personas van a conseguir estatuto de refugiadas.
—Eso va a favorecer muchísimo el proceso de integración, sin ninguna duda, pero hay que tener en cuenta que el procedimiento ordinario, desde que se solicita la protección internacional hasta que se concede, son seis meses como mínimo y muchas veces tarda más. Obviamente en estos casos, que son más claros, se podría utilizar el procedimiento de urgencia y en tres meses podría estar resuelto el expediente.
En esta crisis de refugiados tampoco ha habido una solidaridad generalizada.
—En cuanto existe un conflicto que amenaza con generar desplazamientos forzados hay países que abiertamente se manifiestan en contra de la acogida y del cumplimiento de los convenios internacionales. Esto no solo denota una enorme falta de solidaridad, sino que es un incumplimiento flagrante de los derechos humanos y una vergüenza para esa Europa de las libertades.
"Hay países que denotan una enorme falta de solidaridad, que están incumpliendo los convenios internacionales y los derechos humanos "
"El sistema de acogida prevé un itinerario de entre 18 y 24 meses, esos tiempos a veces están desacompasados con las necesidades personales"