El Rayo en el nuevo Sadar es como el Real Madrid

En el partido del sábado en El Sadar de Osasuna ante el Rayo Vallecano, se dio una reunión de factores que lanzaron la asistencia de aficionados a cifras de los grandes encuentros. Probablemente tenía que ver con que es un gran motivo regresar al estadio sin cortapisas por la restricción del aforo, y así volver a estar con el equipo como en otros tiempos después de haber completado una larga travesía de más de un año a palo seco.

La coincidencia de ganas, emoción, fin de prohibiciones, buen tiempo, estreno del nuevo estadio hicieron que la presencia de aficionados en el encuentro contra el Rayo fuese la de un partido de postín, nada que ver con el cartel discreto que se le asigna al conjunto vallecano. Más de 19.000 espectadores en un partido de Liga en El Sadar no se habían visto desde hace mucho tiempo. Las limitaciones de aforo del propio estadio impedían que se llegase a esa cifra, pero cuando sí se podía acudir en mayor número, este nivel de presencia era de todos modos inusual.

Con la temporada pasada, la 2020-21, en blanco en las gradas por la prohibición absoluta de público por la pandemia, hay que irse a la anterior, la 2019-20, para rescatar entre los partidos que se disputaron con normalidad en El Sadar la mayor asistencia de público. Frente al Real Madrid, según los datos del club, se dieron cita en el estadio 17.000 espectadores, cifra redonda y no muy elevada, explicada entonces porque el aforo del campo estaba situado en 17.200 personas.

El estadio con más capacidad –23.576 espectadores– y los deseos de ver al equipo han llevado a que la asistencia del público con el Rayo Vallecano llegase a los 19.238 espectadores, lo que coloca la cifra en las mejores presencias de aficionados en El Sadar en Primera en este siglo. En concreto, es la sexta entre las mejores entradas en la máxima categoría en las 17 campañas jugadas durante estos años.

El estadio pamplonés guarda algunas asistencias históricas hace más décadas, cuando su aforo rondaba los 30.000 espectadores –en 1989 se construyó la Tribuna de Preferencia Alta, con un costo de 561 millones de pesetas, lo que aumentó la capacidad–. El campo fue sufriendo recortes en sus plazas por distintas medidas adoptadas por la UEFA y la Liga –la primera, por ejemplo, obligando a que todas las localidades fueran de asiento–, hasta que la última remodelación recién estrenada ha dejado su capacidad en 23.576 espectadores. El récord de asistencia lo tiene el partido de Copa de la UEFA de 1985, contra el Glasgow Rangers, con cerca de 26.000 hinchas. Otros tiempos que no volverán.

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