El recital de Altuna III sella el billete a la final del Campeonato de Parejas

Agresivo. Violento. Genial. Chistera en la cabeza, un volcán en la zurda. Jokin Altuna tiene una marcha más. Terrible. Chico de fuego. Su mano está afilada. Bisturí. Más todavía en el frontón Astelena de Eibar, una cancha con el suelo más rápido del circuito industrial. La izquierda del amezketarra es un Kalashnikov. Apunta. Dispara. Diana. ¡Boom! El delantero guipuzcoano y Julen Martija sellaron este domingo el pase a la final del Campeonato de Parejas con un ejercicio de autoridad sobre Iñaki Artola y Ander Imaz, inermes en el vendaval. A los de Baiko Pilota no se les puede achacar nada, porque no hicieron un mal partido, mas sus rivales les pasaron por encima.

Cambió el ritmo Jokin, porque de su zurda nace el brillo precioso del orfebre. Es un genio. A eso hay que sumar un buen saque, poder de sotamano, besagain rutilante, piernas veloces... Y una cabeza de mecha corta que corre a la velocidad del galgo. Hay días y días. El de este domingo fue de los de enmarcar. De recital. De exhibición. De rozar la perfección en el enésimo día de feria en su carrera. Altuna III es un gigante. Fresco en la refriega, volvió a abrazarse a un Julen Martija que no pierde el ritmo.

El zaguero, dos veces campeón de la modalidad (2020 y 2022), arrimó, movió con facilidad y aprovechó las oportunidades generadas por su compañero, que generó también para el navarro, un complemento perfecto para la ambición amezketarra. Hay que destacar los dos dos paredes que supusieron el 7-1 y el 11-4. Especialmente, el último, pues lo clavó con los pies en el cuatro y medio y provocó incluso el aplauso de Imaz. Arte efímero. 

Ocurre que, en un inicio desbordante de los colorados, que se vieron con un 9-2 de salida, Artola e Imaz trataron de evitar a Altuna III para que la bomba de relojería no les explotara en la cara. Iñaki movió la pelota con gracia. Tiene chispa en las manos. Actualmente, su sotamano forma parte del mejor catálogo de recursos de la pelota a mano profesional. Sin embargo, Martija aguantó como un campeón cuando pintaban bastos. Además, Jokin trabajo para cambiar el guion. Ordenó. Cada vez que entraba, tembleque azul, terremoto.

Grandes sensaciones

Así, los colorados, en una versión grandilocuente, acabaron aplicando el rodillo, justo ante un dueto que se caracteriza por competir al cien por cien. No fallaron los de Aspe, apenas dos pelotas de Jokin. Y nada más.