En 1989, 8 segundos separaron a Lemond y Fignon en el podio de los Campos Elíseos de París. Gloria para el norteamericano y miseria para el francés. Todo por culpa de una crono el último día que tintinea en el frontispicio de la historia del Tour. Remontó Lemond a Fignon en una jornada inolvidable. Cuando la organización de la carrera francesa incluyó una contrarreloj como final en la presente edición, pensó en un duelo cerrado que podría resolverse bajo la mirada del reloj. En 2020, cuando Pogacar arrancó el amarillo a Roglic a tiras con una cronoescalada sideral en La Planche des Belles Filles, la emoción todo lo impregnó. Era la etapa 20.
Los cálculos eran reproducir una escena similar, de enorme carga emocional. No sucederá porque Pogacar llega al juicio del reloj, una crono de 33 kilómetros entre Mónaco y Niza, con una diferencia extraordinaria respecto a Vingegaard. Más de 5 minutos les separan. Un mundo. Entre el danés y Evenepoel, que cierra el podio, la diferencia es de 2:50. Una ventaja notable en favor de Vingegaard. La idea del belga era limar para asaltar la segunda plaza en su mejor especialidad. “Remco quería intentarlo y lo hemos hecho, pero Jonas (Vingegaard) está muy fuerte”, dijo Landa, que endureció la carrera para el despegue de su líder. “No me arrepiento de haber trabajado para él, no me da ninguna pena”. Evenepoel, campeón del Mundo de crono, considera que “Tadej será el hombre a batir”, mientras que Vingegaard aún duda. “Evenepoel es el mejor en crono. No sé si mi ventaja será suficiente”.