El 15 de abril de 1992, Pedro Amatria y Mari Flores Senar, que durante nueve años habían regentado la cafetería del Hospital Universitario de Pamplona, levantaron la persiana del restaurante Obas, en la calle Irunlarrea, a escasos metros del complejo sanitario. "Veíamos que había muchísima necesidad porque cada vez venía más gente y la oferta hostelera se concentraba en Pío XII. Para que la gente no fuera solo al Rumbos", recuerda Pedro, que en dos semanas celebrará el 30 aniversario con la cercanía y amabilidad que les caracteriza. "Nosotros somos de coger un jamón, lo cortamos y a la persona que viene le damos a probar", comenta.
La oferta gastronómica del restaurante familiar –Pedro está en la cocina, su mujer Mari Flores es la jefa de sala y su hijo Josu se encarga de la bodega– ha crecido a lo largo de estas tres décadas para "captar" a la diversa clientela de la zona. Por un lado, el menú y la carta, compuestos por platos de la cocina tradicional "con toques creativos" que elaboran con productos de temporada. "Ahora empezamos con los espárragos, estamos ya en plena temporada de la alcachofa, cuando llega la caza, tocamos la caza y estamos a la vanguardia del pescado al horno con oferta diaria", explica. Estas dos opciones, detalla, están destinadas a un cliente medio-alto y se cambian dos veces al año. "Nos hemos desmarcado de la competencia porque al lado teníamos un self service y el resto dan menús más baratos", señala. Eso sí, también cuentan con propuestas más económicas como platos combinados y raciones. "Hay gente que quiere comer de carta y otros que solo pueden pagar un plato combinado. Nosotros acogemos toda esa diversidad", subrayan.
Parte de esta clientela, al estar situados en la zona hospitalaria, son familiares o conocidos de pacientes que padecen una enfermedad crónica o con corta esperanza de vida. "Cuando llevábamos la cafetería, esas personas nos enseñaron a dar un buen trato, ya sabes cómo hablarles y les intentas animar con una buena comida", confiesa. Además, tratan con bastante personal sanitario –médicos, enfermeros y celadores– y a lo largo de estos dos años de pandemia han sido testigos del progresivo declive de su autoestima. "Se les ve apagados y muy tristes. No salen a celebraciones, ni a tomar cañas, ni a nada. Eran unas personas alegres que venían, se tomaban unas cañas... pero ahora están bastante afectados".
Hotel de 5 estrellas
Pedro, confiesa, no era muy buen alumno y en Irache, su pueblo, se inauguró un hotel de cinco estrellas cuando era adolescente. "Como no quería estudiar, empecé a trabajar en el hotel. Vi que aquello me gustaba, que me daba un punto creativo y además me hacía sentir feliz", recuerda.
Pedro probó las distintas variantes de la hostelería hasta que decidió dedicarse al mundo de la cocina. Antes de regentar la cafetería del hospital y el restaurante Obas, trabajó un verano en Akelarrre, en el Europa, en el restaurante La Cepa de Estella e inauguró el asador El Gorrión de Pamplona.
El encargado del Obas, con una plantilla de 18 trabajadores y 85 mesas en interior y terraza, ya lleva 45 años como cocinero y avisa: "Me queda cuerda para rato".