La convocatoria más atípica anticipó la noche electoral más atípica. Contra todas las encuestas, contra todo el debate mediático, contra todos los argumentarios políticos. El pulso entre Sánchez y Feijóo se fue hasta el último voto para arrojar un escenario endiablado.
El de dos bloques: el PSOE con Sumar, ERC, EH Bildu, PNV y otros restos de una mayoría similar a la de la primera investidura de Sánchez; frente al PP y Vox, con los populares vencedores pero muy lejos de las expectativas, y con la extrema derecha con un suelo alto bien atornillado. Y, en medio, un río independentista: los 7 diputados de Junts, la fuerza soberanista dirigida por Puigdemont, que tiene en su mano el desbloqueo. Es la segunda lectura de una jornada llena de detalles. Y que coleará hasta descubrir otros tantos conforme avancen los días.
Una por una, Sánchez en Moncloa. Y puede que para un tiempo
Mientras tanto –y puede que por un buen tiempo–, Sánchez en la Moncloa. Es una realidad y ya lo vimos en 2016: las situaciones de interinidad con mayorías poco claras pueden alargar las estancias en Moncloa sin llegar a acuerdos.
El adelanto electoral no fue un suicidio (al contrario)
Es la primera clave a tener en cuenta: la estrategia del adelanto electoral no fue un suicidio. Sánchez apostó por cortar la sangría tras un 28-M desastroso y hoy lo cierto es que el PSOE ha aguantado –incluso mejorado, al cierre de esta edición–. Con 122 escaños, y con una fuerza en la izquierda que ha amortiguado bien la desmovilización de ese espacio. La participación, por encima del 70% y superior a la de 2019, enterró también uno de los mantras de la campaña: que la fecha era mala y que se buscaba la desmovilización.
La desmovilización del soberanismo
Sánchez arrancó fuerte gracias al impulso de Andalucía –que luego quedó amortiguado– y se consolidó en Catalunya, donde aprovechó como nadie la desmovilización del soberanismo, especialmente el de ERC. Basta ver Barcelona, donde el PSC sube 5 y ERC se deja tres. O la CAV, donde el PSE ha terminado ganando las elecciones por votos aunque con un triple empate de escaños con PNV y EH Bildu.
Una de las lecturas puede ser que parte de ese electorado, que ha vivido una campaña con llamadas a la abstención por el errático desarrollo del proceso independentista, se haya refugiado en el PSC –la mesa de negociación y su naufragio quedan demasiado lejos– llegadas las generales.
El Congreso, menos fragmentado
Y esa misma tónica se ha repetido en otra de las lecturas: el 23-J rebaja la fragmentación en el Congreso. Es una realidad. La Cámara Baja de 2019 tenía 19 fuerzas. Ahora son menos, y los minoritarios tienen menos fuerza.
UPN, doble escaño: Congreso y Senado, gracias a Vox
El PRC de Revilla y el Foro Asturias ni se presentaron. Desaparece Teruel Existe, clave en 2019. También la CUP, que tenía dos escaños. Nueva Canarias fantaseó durante unos minutos con el escaño, pero esa esperanza se disipó muy pronto. Y las que se quedan tienen menos fuerza: Coalición Canaria y UPN, con uno cada uno. Quizá el más rentable sea el del BNG, que ya se enmarca en la mayoría de Sánchez.
Mención aparte merece el escaño de María Caballero para el Senado: ha ganado al PP, por delante de los regionalistas en el global de Navarra. Solo se entiende ese escaño por el voto prestado de los votantes de Vox en Navarra, que no presentaba lista en el Senado.
Solo valen votos a favor, no abstenciones
Esa es, precisamente, otra de las lecturas. Es evidente, pero hay que subrayarla: para que el actual presidenta pueda revalidar, necesitará el voto a favor de ERC –que ya ha dicho que será exigente–, EH Bildu, PNV y BNG. Ya no valen las abstenciones. Salvo la más cara: la de Puigdemont, el president que sigue todo desde Waterloo. No será gratis.
La mala noche de la demoscopia
Si Junts centra ahora todas las miradas es porque, precisamente, el bloque de derechas suma 171 escaños: los del PP –136–, Vox –33–, Coalición Canaria –1– y UPN –1–. Muy lejos de las expectativas y de las principales casas de encuestas, que vaticinaban mayorías de 180. El golpe de las demoscópicas es otra lectura de la noche. Ninguna predijo un escenario de bloqueo como el que se ha dado.
La derrota de las expectativas y el PP
El PP se ha situado en las horquillas más bajas y ha terminado vapuleado por sus propias expectativas. El tsunami de Feijóo no fue tal, ni siquiera tras la ola azul del 28-M. Vox ha subido su suelo. Da la sensación de que ahí ha habido una mala rentabilización de los escaños porque los populares no han sido capaces de absorber a Vox. La ley electoral es como es. Y con más de tres millones, la extrema derecha sacó 33 escaños. Con medio millón más de votos, en 2019 sacó 19 escaños más. Es una lectura.
El Senado vuelve a manos del PP
El PP solo va a rentabilizar la victoria en muchas provincias –basta ver el mapa– que le hace tener la mayoría absoluta en el Senado. Tiene 115 de los 208 que se elegían ayer. Y queda otro paquete de 57, los senadores de designación autonómica, que serán más azules teniendo en cuenta cómo han quedado muchos gobiernos autonómicos.
Ojo con el voto exterior con dos bloques tan apretados
Y por último, y en las últimas líneas. Vamos a esperar al recuento de los últimos votos exteriores, el Cera. Con dos bloques tan tan apretados habrá que esperar a tener todos los votos. Son 200.000 en el voto exterior. No vayan a moverse un par de escaños y todo cambie.