“El fútbol soporta una maldición que a la vez es la salvación de jugadores, entrenadores y forofos compungidos por una derrota. Se trata de una actividad en la que no basta con ganar, sino que hay que ganar siempre, en cada temporada, en cada torneo, en cada partido”. La frase es del recientemente fallecido Javier Marías, uno de los primeros intelectuales que salió del armario para decir que le gustaba el fútbol; más aún, que le apasionaba y que experimentaba comportamientos similares a los que protagoniza un hincha que ocupa localidad en los fondos del estadio. Marías expresaba con dominio del lenguaje lo que Luis Aragonés resumía con la vehemencia de un hombre educado en los campos de barro: “Ganar y ganar y volver a ganar”. Hoy que Osasuna flota en la dinámica feliz de ganar partidos uno tras otro, de que la clasificación le coloca en los puestos de jerarquía, de que un escalofrío recorre la piel del osasunismo paladeando ese cuarto puesto provisional, hoy es el día de hablar de retos. ¿Que es pronto? ¿Que solo han pasado cinco jornadas? Creo que las cartas ya están sobre la mesa; Osasuna tiene mejor plantilla y por extensión mejor equipo.
Un salto de calidad encarnado en la figura de Moi Gómez. Haber convencido –con argumentos deportivos y económicos– a un futbolista de semejantes prestaciones demuestra que el club ha dado un paso adelante, que ha engordado la ambición y que el objetivo es algo más que la permanencia. No es que nos hayamos vuelto locos en un mes, que lo primero sigue siendo lo primero, pero este Osasuna tiene pinta de equipo importante, al que miran con respeto, bien armado en todas sus líneas, con recursos en el banquillo y desde el banquillo. Después de cinco jornadas no hay que hablar de suerte sino de trabajo. Una labor de cuatro años que, como los buenos vinos, está en fase de maduración. La gestión del partido de Almería es buena muestra de ello: parando la salida del rival, apoderándose del balón, imponiendo su personalidad, jugando en campo del adversario y mirando siempre a la portería de enfrente. No es fácil recordar un día en el que Osasuna haya dispuesto de tantas situaciones para golear, ese ir una y otra vez a terrenos que antes parecían lejanos y vedados. Es cierto que el Almería tiene muchas lagunas, pero es un equipo de Primera que no viene de la nada. Era un partido que había que ganar y se ganó; no hace falta recordar la multitud de ocasiones en las que malogrando tantos posibles goles el encuentro ha terminado entre lamentos, invocaciones a la injusticia y juramentos contra la mala suerte. Esa es ahora otra de las diferencias: Osasuna no se escuda en la suerte porque, sencillamente, hace las cosas bien y gana.
Osasuna tiene un nuevo reto que supera la frontera de la permanencia. Cobijarse en esa meta sería muy cómodo y hablaría de una plantilla conformista. Hay equipo para más y hay que ser exigente: la afición con los jugadores y, sobre todo, los jugadores con ellos mismos. Ellos también pueden estar ante su gran año. Porque como dejó escrito Marías, “en el fútbol no caben ni el descanso ni el divertimento (...); no se considera nunca que se haya cumplido sino que se exige ganar el siguiente encuentro también, como si se empezara desde cero siempre”. Y ese es ahora el reto de Osasuna.
Confidencial
Javier Flaño, de vuelta a Tajonar. Primero fue Miguel (entrenador del juvenil de División de Honor) y ahora Javier. Tras trabajar para la Federación Navarra, Javier Flaño ha vuelto a Tajonar como ‘entrenador especialista’ en el juvenil B además de realizar seguimientos a jugadores.