"No creo que sea un pintor que merezca la pena, pero en la exposición el visitante se va a encontrar con algo que no ha visto jamás, una obra compuesta exclusivamente por cuadros de un único barrio", comenta Álvaro Mundiñano Garciandia, natural de Etxarri Aranatz y residente en Torres de Elorz, que ha retratado a figuras ilustres del Casco Viejo de Pamplona. Los retratos están expuestos en el Centro Comunitario Plazara!, situado en la calle Mayor 31, hasta el 30 de septiembre.
La exposición, 48 cuadros, está compuesta por iconos de la parte vieja de Iruña: Mintxo Rodríguez –hermano de Germán Rodríguez, asesinado en los Sanfermines de 1978–, Carlos el fresco –tanto en invierno como en verano "siempre anda en mangas cortas y con chancletas"–, María Berrio – la matriarca del Casco Viejo que salía a las calles de Pamplona bolsa en mano repleta de calcetines para vender al vecindario –, Antonio Jesús Armendáriz – guitarrista y propietario de uno de los templos de la cultura underground pamplonesa, el Bar Toki-Leza de Calderería–, José María Muñoz, el Tío José Mari –patriarca de los gitanos del Casco Viejo durante 25 años que falleció en mayo–, Javier Encinas –jefe de las secciones de política y economía de DIARIO DE NOTICIAS– o Ramón en su silla de ruedas. "Son personas que siempre están en el Casco Viejo y que Pamplona conoce de vista. Muchos son mis amigos porque guardo una estrecha relación con la parte vieja de Iruña, es donde hago casi toda mi vida", asegura.
Para pintar el retrato, el primer paso es fotografiar a los protagonistas. En la mayoría de los casos, los fotografiados son amigos, pero a veces son personas con los que no ha conversado en la vida. "A algunas no las conozco de nada, pero me llaman la atención y les pido si me dejan fotografiarles para hacerles un retrato", relata Álvaro. A partir de esas imágenes, pinta los retratos y cuando están terminados los entrega gratis a los protagonistas. "Nunca cobro. Les doy las gracias por hacerme este favor porque si no fuera por ellos jamás habría realizado un retrato. Si cobrase, no hubiera pintado nunca porque nadie me lo habría encargado", reflexiona el pintor.
La exposición también acoge a todas las fuentes de la parte vieja: frente a la catedral, en el interior del hotel Guendulain, en la plaza de la O y de los Ajos, en el parque de la Taconera cerca del Portal Nuevo y de Larraina y en Nabarreria. "Me gusta estudiar la fuente, quién la hizo, por qué está ahí y la historia que tiene detrás. Por ejemplo, la fuente frente a la Catedral, conocida como la de los delfines, proviene de París", indica.
Además, el artista cree que su obra puede provocar distintas reacciones. "Son cuadros para contemplarlos o para aburrirse. Si uno ve la pintura de la fuente de Nabarreria alguno dirá 'mira la fuente de Santa Cecilia', otros, 'de esta se tiran los guiris en Sanfermines', e incluso quienes creerán que está mal pintada'. También habrá personas que cuando miren el retrato de Ramón pensarán 'anda, si es Fitipaldi, qué majico' y otros que lo consideren un cuadro muy poco logrado. Me parece bien", señala. Además, Álvaro acude a Plazara! la mayoría de las tardes –de 18.00 a 20.00 horas– para atender y ayudar a los visitantes.
los orígenes Desde pequeño, Álvaro guarda una estrecha relación con el mundo del arte. "De chaval fui a un colegio de frailes, los agustinos, y gané todos los premios de dibujo que había", recuerda. En esa época, pintaba paisajes: hayedos, robledales y sobre todo el monte San Donato. "Para mí era un pasatiempo porque nunca me pareció que dibujara bien. Siempre terminaba los dibujos y se quedaban encima de la cocina o donde fuese y se rompían o desaparecían", asegura. Al acabar la etapa estudiantil, aparcó el dibujo, pero momentáneamente porque en la década de los 90 volvió a la carga con un "enfoque más profesional. Aprendí la técnica del óleo, empecé a pintar bodegones y retratos y continué con los paisajes", explica.
Las obras del artista etxarriarra se han expuesto en Pamplona, Noáin, Alsasua, Lakunza, Arbizu e Iparralde. E incluso han cruzado el charco: un mural autorretrato en México y cuadros de San Francisco Javier en la Universidad Javeriana de Colombia y en la ciudad japonesa de Yamaguchi, con la que Pamplona está hermanada desde 1980.