El Huecha es un río aragonés, aunque en su tramo final pise tierras navarras antes de encontrarse con el Ebro en Novillas, que se precipita por las estribaciones del Moncayo recogiendo el agua de que baja por sus barrancos hasta llegar a Bulbuente, donde alcanza un paisaje más llano, de sotos y huertas por el que se va deslizando en busca de su camino hasta el Mediterráneo cruzando la comarca de Borja.
Estas tierras de marcado carácter vitivinícola han sido siempre un lugar de frontera, con lo que eso supone de encuentros y desencuentros. Fue muga entre los reinos de Aragón, Navarra y Castilla durante la Edad Media, y también entre las culturas cristiana y árabe. Zona de paso de comerciantes de aceite y vino, viajeros y ejércitos. Sus huellas se encuentran en los pueblos que se alzan en la cuenca del Huecha.
El agua siempre ha sido fuente de riqueza de esta zona, pero desde hace uso años una nueva fuente de energía se ha empezado a aprovechar. El viento siempre ha sido una de sus señas de identidad. Para su aprovechamiento se ha construido el parque eólico de Borja. La apertura de este parque ha tenido como consecuencia la apertura de un alto balcón desde el que disfrutar de espectaculares vistas sobre la llanada que se ha recorrido entre Bulbuente hasta Santuario de Misericordia pasando por la Estanca de Borja.
De Bulbuente a Bureta
En el origen de Bulbuente se encuentra el castillo palacio de los Abades de Veruela, que en origen fue una fortaleza musulmana del siglo XII que pasó por manos de los reyes de Navarra y de Aragón antes de ser propiedad del monasterio de Veruela. Del castillo se conserva una torre defensiva a la que los monjes añadieron el palacio de los abades en el siglo XIV y reformaron en el XVI. Desde el siglo XIX es una propiedad privada que ahora se está restaurando.
El siglo XVI fue una época de prosperidad para Bulbuente, levantándose notables casas palacio, de la que es buen ejemplo el actual ayuntamiento, y edificios religiosos como la iglesia de Santa María o la ermita de San Bartolomé.
El carácter de frontera de esta tierras se va manifestando a lo largo del recorrido, ya que en la cercana Maleján también se puede contemplar tanto los restos de las torres del antiguo castillo que defendió esta plaza. En ella se instalaron tanto cristianos como musulmanes. De estos últimos se pueden ver los restos decorativos de la antigua mezquita. En la antigua plaza Mayor se encuentra la iglesia de la Visitación, con una discreta fachada con espadaña y adosada al antiguo palacio de los Condes de Fuenclara. En origen fue la capilla del palacio. Destaca en su interior la capilla de santa Bárbara, patrona de la localidad.
Esquivando la localidad de Borja, que se puede dejar casi para el final como puente hacia Santuario de Misericordia, final de la ruta, se puede visitar Ainzón, localidad atravesada por el Huecha. De posible origen musulmán, su existencia ya se documenta en el siglo XII y va cambiando de manos entre diversos señores hasta que a mediados del XV la compran los monjes del monasterio de Veruela, que extendieron su influencia por toda la comarca de Borja y que merece una visita aparte. Es entonces cuando la zona despega y se construyen varias casas señoriales a lo largo del siglo XVI. Anterior era el castillo, un muestra más de la bélica historia del valle del Huecha y del que solo quedan los restos de una de sus torres, muy similar a la de Bulbuente. De las varias entradas porticadas que tuvo, únicamente ha llegado a nuestros días el arco de San Antón, de ladrillo y encastrado entre dos viviendas. Finalmente, la iglesia barroca de Nuestra Señora de la Piedad de merece un alto para disfrutar del contraste entre su decoración rococó y las tallas góticas, en especial la del Santa Cristo.
Este primer tramo del Huecha acaba en Bureta, donde el el Huecha comienza a girar hacia el norte en filando con decisión hacia el Ebro. Esta localidad es uno de los asentamiento más antiguos de la zona, su origen es celtíbero y se considera que su nombre procede del euskera, siendo buru ‘cabeza’, que en toponimia se interpreta como cabezo, cima o cerro, al que el sufijo -eta pone en plural, por lo que puede traducirse como Los Cabezos. Por su parte, de origen romano es el palacio de los Condes de Bureta, ya que alrededor de una torre defensiva fue aprovechada por los musulmanes y después por los cristianos. Entre los siglos XVI y XVII se le dio su actual estructura y estilo, muy similar al de la iglesia de la Santa Cruz, en cuya cripta están enterrado los condes de Bureta.
De Magallón a Borja
Cuando se visita Magallón, se hace patente que estamos en una tierras que se forjaron en la lucha entre cristianos y musulmanes. El castillo de la localidad se levantó a lo largo del siglo XII para proteger el territorio, pero fueron los enfrentamientos entre Castilla y Aragón los que lo destruyeron a mediados del XIV. Solo se conserva la torre del homenaje, que ahora es el campanario de la iglesia de San Lorenzo levantada a finales del XVI en el solar del castillo. De esta época son también el antiguo convento de los Dominicos y la ermita de Nuestra Señora del Rosario. Junto a ellas contrasta Santa Maria de la Huerta, de estilo mudéjar y del que quedan en pie el peculiar ábside de siete lados y los dos torreones.
Agón, siguiente parada, parece ser de origen íbero de cuya cultura se han encontrado restos en en el yacimiento Cabecico Aguilera. El rio Huecha lo atraviesa y la importancia del agua en la comarca a lo largo de la historia se demuestra con el llamado Bronce de Agón, un inscripción en bronce de los tiempos del emperador romano Adriano en el que se regula el uso de un canal de riego llamado rivus Hiberiensis. El pasado medieval de Agón se manifiesta en los restos de la torre de vigilancia del castillo, junto a la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, de estilo gótico pero con una hermosa torre mudéjar.
Aunque en los alrededores de Fréscano hay varios yacimientos de la Edad del Bronce y del Hierro, los de Burrén-Burrena y Morredón por ejemplo, es en el siglo XII cuando aparecen las primeras referencias documentadas de esta localidad. Pero su origen puede estar en el siglo X, cuando se levantó el castillo que después se convirtió en el palacio de los duques de Villahermosa y al que se encontraba adosada la iglesia de Nuestra Señora del Pilar. La que ahora se puede visitar es del siglo XVI, de la misma época en el que el antiguo castillo se convirtió en palacio. Este último se encuentra en proceso de restauración con objeto de convertirse en museo arqueológico. En una de las salidas de Fréscano se encuentra la ermita románica de la Virgen de la Huerta, aunque una remodelación posterior cambió todo su aspecto interior.
Abandonando en este punto el curso del río Huecha se puede visitar la Estanca de Borja. Es un estanque artificial de unas 14 hectáreas construido en 1328 para recoger el agua de la acequia de Sorbán y que fueran aprovechadas por los vecinos de Borja. Después los de Fréscano, Mallén y Cortes, en Navarra, también accedieron a ellas. Ahora también es un punto de interés ornitológico. Poco a poco aumenta su importancia como atractivo turístico de la zona.
Borja es la cabecera de la comarca, su importancia se remonta a la ocupación musulmana, aunque antes celtíbero y romano ocuparon esta parte del valle y del periodo visgótico poco se sabe. En el siglo XII la villa pasó a manos cristianas permitiendo que los musulmanes siguieran en la localidad. Un recorrido por la ciudad no puede dejar de lado una visita a la colegiata de Santa María, con sus altos campanario, su exterior mudéjar y su interior barroco en el que se han conservado detalles góticos como con toques como las tablas de la sacristía. Su claustro es del XV.
Entrar en la iglesia de San Miguel permite un recorrido arqueológico por las civilizaciones que han vivido en Borja en un entorno gótico-mudéjar. Entre los edificios civiles destaca el ayuntamiento, ejemplo de la arquitectura que en el siglo XVI se desarrolló en Aragón, en el que el ladrillo es protagonista.
Saliendo de Borja en dirección al parque eólico se llega a Santuario de Misericordia. Este templo se construyó en el siglo XVI tras la aparición un siglo antes de una imagen de la Virgen durante las obras del claustro de la colegiata de Santa María. Fue ampliándose a lo largo del tiempo convirtiéndose en un centro de reuniones y encuentros espirituales. Pero fue en el año 2012 cuando saltó a la fama mundial tras el intento de restauración de una imagen del Ecce Homo pintado en uno de sus muros a finales del XIX. El fallido intento fue uno de los primeras imágenes virales de las incipientes redes sociales convirtiéndose desde entonces en uno de los principales atractivos del turismo popular, el archiconocido Ecce Homo de Borja que una década después sigue atrayendo a numerosos visitantes. .