El botín, un cuarto de millón de euros en alhajas y piedras preciosas, estuvo a la altura del golpe. Un robo digno del guion de la mejor serie televisiva, perpetrado con una lanza térmica en la emblemática joyería Munoa de Donostia, cuyo presunto autor será juzgado a partir del próximo lunes en la Audiencia de Gipuzkoa.
Diamantes, zafiros, amatistas y esmeraldas, además de turmalinas, aguamarinas y rubíes fueron sustraídos la madrugada del 17 de octubre de 2018 de este icónico establecimiento donostiarra, del que también desaparecieron sortijas, pendientes, alhajas, relojes, alianzas, medallas y collares, junto a varias piezas de oro de 18 quilates, entre otras joyas.
Muchas de ellas eran propiedad de la misma joyería, que cuenta con un taller artesanal para elaborar artículos de alta calidad, aunque otras pertenecían a clientes que las habían depositado en el establecimiento "para su arreglo o tasación".
Joyería asaltada
Una vecina de la Parte Vieja, en la que se encuentra la joyería asaltada, fue la primera persona en percatarse de que algo no iba bien aquella madrugada cuando, sobre las 5.00 horas, detectó la presencia de humo en su domicilio que en un principio pensó que podía proceder del sistema eléctrico.
Sin embargo, cuando los bomberos inspeccionaron la vivienda descartaron la existencia de focos de fuego, por lo que, según explicaron en aquel momento a Efe fuentes de este cuerpo, comenzaron a examinar también algunos locales de la zona, entre ellos la joyería Munoa, a cuyos propietarios pidieron que les facilitaran el acceso, momento en el que descubrieron que la puerta se encontraba forzada y alertaron a la Ertzaintza.
Varias patrullas de respuesta rápida de la Policía Vasca acudieron entonces al lugar por si los ladrones estuvieran aún en el interior, donde tan sólo encontraron ya algunas herramientas abandonadas, entre ellas una lanza térmica, una botella de oxígeno, una máscara de aire con filtro y unas gafas de protección para soldadura, utilizadas en el asalto.
Según desvela el escrito de acusación provisional de la Fiscalía, al que ahora ha tenido acceso Efe, el autor de los hechos también dejó allí útiles de cerrajería, tarjetas plásticas, 16 varillas tipo tubo, una llave falsa, una ganzúa, un bote de aerosol negro, un bote de aceite, una llave fija y una barra de uña.
Pasada la medianoche
Según la versión del Ministerio Público, el presunto autor del robo habría entrado en la joyería pasada la medianoche, rompiendo las dos cerraduras de la puerta acorazada que daba acceso al negocio desde el portal del inmueble en el que se encontraba el negocio.
Una vez en el interior, el ladrón habría forzado el sistema de entrada al taller de joyería, tras lo que pasó mediante el mismo sistema a la zona de atención al público y a otra sala donde se encontraban dos cajas fuertes, una de las cuales intentó abrir sin éxito aplicando calor con la lanza térmica, cuyas llamas causaron desperfectos en varios muebles cajoneros y en el suelo de esta dependencia acorazada.
El acusado presuntamente también rompió varios cables del sistema de seguridad y grabación del establecimiento, arrancó el disco duro en el que se registran las imágenes y pintó las lentes de las cámaras de seguridad con un espray negro.
Alhajas y piedras preciosas
Seguidamente, el procesado presuntamente se apoderó de distintas gemas, alhajas, piedras preciosas y artículos y materiales de joyería de los que pudo disponer, cuyo valor conjunto ascendía a 248.264 euros, tras lo que se dio a la fuga.
La Fiscalía considera que estos hechos, que serán juzgados en la Sección Tercera de la Audiencia de Gipuzkoa hasta el próximo 26 de abril, son constitutivos de un delito de robo con fuerza en las cosas en un establecimiento abierto al público, por el que reclama que se imponga al encausado una pena de cuatro años y medio de cárcel y que compense económicamente a las distintas partes perjudicadas por los objetos robados y los daños causados.