EN casa de los Iribar las bicis no son solo para el verano. Ocupan las cuatros estaciones de Vivaldi. Abarcan todo el arco temporal que se pueda recorrer sobre una bici, el manillar con el que Unai Iribar (12 de junio de 1999, Ibarra) recorrió su infancia, creció a través de su adolescencia y alcanzó la juventud hasta convertirse profesional en el Euskaltel-Euskadi. “Siempre he tenido el sueño de ser ciclista profesional y lo he conseguido”. Antes de alcanzar esa atalaya, Iribar encontró el tesoro de la Itzulia. Su carta de navegación fue un rutómetro. Su brújula, su aita, Jose Mari, ciclista aficionado, y su tía, Arritxu Iribar, especialista de ciclismo de Euskadi Irratia. Como en la novela de Stevenson, Iribar era Jim Hawkins, el joven que protagoniza La isla del tesoro. La de Iribar es el ciclismo.
De algún modo, Iribar solo podría ser ciclista. O, sobre todo, ciclista. “En casa siempre ha habido mucha afición al ciclismo por parte de mi aita y de mi tía”, desgrana Iribar, que se baña en la pila bautismal de la Itzulia, la carrera que perseguía junto a su aita, el guía de aquella aventura “Recuerdo que cogíamos el rutómetro y veíamos por dónde pasaba la carrera para ir a los sitios más interesantes”, cuenta Iribar, al que le tintinean los recuerdos. En la Itzulia o la Clásica San Sebastián, “las carreras de casa”, los Iribar se desplazaban al encuentro de los puertos, donde tiende a agolparse la afición vasca. “Tratábamos de ir de puerto en puerto para ver pasar la carrera. Así conocí la mayoría de los puertos”, enfatiza el ciclista del Euskaltel-Euskadi. A Iribar, la explosión del primigenio Euskaltel-Euskadi le impactó en el corazón. Naranja de arriba a abajo. “Era cuando Euskaltel-Euskadi estaba en lo más alto. Mis ídolos son de entonces”, destaca Iribar.
La proximidad y la sensación de pertenencia fijaba la mirada de Iribar sobre los hermanos Izagirre, Ion y Gorka. “Son de aquí, de la zona, y para mí ellos han sido mis referentes. Además de ser grandes ciclistas, el hecho de estar tan cerca hace que los sientas más. Les admiro. También me gustaban mucho Igor Antón y Mikel Nieve. Recuerdo cuando Antón ganó en Zoncolan y Nieve en Gardeccia”, apunta Iribar, que ahora puede compartir carrera con los Izagirre. Ion y Gorka participan en la Itzulia. El encuentro no es siempre sencillo porque el Euskaltel-Euskadi no tiene acceso al WorldTour salvo invitación. “Para mí, correr una prueba del WorldTour es muy importante y más sí es en casa”.
Iribar tiene que descubrir la Itzulia desde el otro lado. “Tengo muchas ganas. Me tocará sufrir para disfrutar”, asume el guipuzcoano, que reconoce haber sentido nervios o las poéticas mariposas en el estómago cuando supo que fue seleccionado para correr la Itzulia. “Quiero disfrutar y será una gran experiencia para mí”. No la olvidará. Él que tantas veces estuvo en la cuneta animando, –“íbamos todos los años a seguir la carrera”, rememora– será uno de los ciclistas que sienta el calor de la afición. No le faltará aliento “Sé que me animará la familia, los amigos y que estarán los míos”, se felicita Iribar, que deberá fijarse más en el perfil que pegue sobre la tija del manillar. El rutómetro lo puede dejar en casa.