Osasuna echa el cerrojo esta tarde a la temporada. Otra temporada exitosa y tranquila, sin sobresaltos. El trabajo ha dado sus frutos, y el objetivo está sobradamente cumplido. Y no solo eso. Puede haber habido claroscuros, pero la línea mantenida ha sido regular y siempre ha dado la cara, como es habitual. Nunca se rinde, y tampoco lo hará en un partido de despedida en el que poco hay en juego. Más tiene de carga emotiva, porque Jagoba Arrasate y su grupo de confianza se despiden del club y la ciudad tras seis grandes años.
A El Sadar arriba el Villarreal de Marcelino García Toral, sin grandes expectativas, ya que el 4-4 frente al Real Madrid le ha privado de tener opciones europeas en este cierre del curso. Pase lo que pase, el submarino va a concluir octavo, mientras en Pamplona se aspira a redondear el ejercicio arrebatando el décimo puesto al Deportivo Alavés, que acaba en Las Palmas. Y de paso, apuntalar las tan buenas sensaciones dejadas con el 1-4 en el Metropolitano.
Ganar sería la guinda, el broche de oro a este año y a los otros cinco que el staff técnico ha estado dirigido por un currante reputado, con cerca de medio millar de citas profesionales dirigidas. Al máximo nivel y que le han encumbrado como técnico después de surgir del Berriatuko en su pueblo y el Elgoibar antes de pasar por los banquillos de Real Sociedad durante una temporada y un trozo de la segunda, tres en Soria con el Numancia y esta media docena, que han dejado Pamplona de pulular por la Segunda a estar la Primera más que asentada, y con el plus de jugar la final copera de la Cartuja en 2023.
Lo que Jagoba ha hecho en Navarra no se le escapa a nadie, ni al menos futbolero. Nunca haciendo ruido, y siempre defendiendo a muerte los intereses de los suyos y lo que considera justo, su vínculo más allá del deber profesional sobradamente cumplido, granjeándose el cariño y la simpatía del respetable. Quién no recuerda aquel chupinazo que daba inicio a las últimas fiestas de San Fermín vividas.
"No es el momento de estar triste"
El baño de masas vivido estos últimos días toca a su fin antes de conceder las merecidas vacaciones, y a partir de las dos de esta tarde, el que por muy poco tiempo sigue siendo su estadio, aunque cuando vuelva de visitante lo seguirá siendo, porque la gente le recordará y se lo agradecerá, no se va a jugar un partido cualquiera. Arrasate se va, al Mallorca. Entiende que el ciclo ya ha tocado a su fin, dejando su legado. También ha sonado el Sevilla, pero, además de una silla menos eléctrica para que le dejen realizar su labor a gusto, ha preferido firmar tres temporadas a solo una. En cuanto a su sucesor, a la espera de conocerse oficialmente, suenan nombres, uno de ellos Rubi.
El balance ahí queda, a falta de echarle el definitivo lazo: 103 triunfos por 64 empates y 88 derrotas. Casi nada. "Los números y la hemeroteca son muy tangibles, yo me quedo más con lo otro, con el cariño de la gente. Cuando llegamos, teníamos ilusión, pensando que la cosa podía ir bien, pero nunca hubiésemos imaginado todo esto. Estamos superagradecidos".
"Que uno pueda decidir cuándo salir y además con el cariño de la gente… es idílico. No es momento de estar triste. Lo valoro mucho, porque en nuestra profesión normalmente nos cortan la cabeza, las cosas como son", apostilla el todavía entrenador rojillo.