Las vacaciones familiares, llenas de momentos inolvidables, son también una etapa en la que los desafíos de la crianza parecen intensificarse. Horarios relajados, cambios en la rutina, y la constante convivencia pueden ser una mezcla explosiva para los padres y, sobre todo, para los niños.
En este contexto, el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, conocido por su enfoque en la educación emocional y su experiencia como padre de tres hijos, ha compartido en su perfil de Instagram cuatro estrategias mentales para mantener la calma cuando los pequeños pierden los nervios. Estos "hackeos mentales", como él los llama, son herramientas fundamentales para navegar las tensiones que pueden surgir durante las vacaciones.
1. El ejemplo es la primera lección
La primera clave que destaca Bilbao es esencial: "Si tú no puedes mantener la calma cuando tus hijos se frustran o se enfadan, no esperes que tus hijos lo consigan". En otras palabras, los niños aprenden a regular sus emociones observando cómo los adultos lo hacen. Si un padre pierde los nervios frente a una situación estresante, el niño asume que esa es una respuesta válida. Por lo tanto, para que los hijos aprendan a manejar sus propias emociones, los padres deben ser capaces de demostrar autocontrol.
Este principio se fundamenta en lo que los psicólogos llaman "modelado", un proceso de aprendizaje que se basa en la observación e imitación. Los niños, especialmente en sus primeros años, aprenden más de lo que ven que de lo que se les dice. Así, mantener la calma no solo es una estrategia de autocuidado para los padres, sino también un método educativo que enseña a los hijos la importancia de la autorregulación emocional.
2. Los niños actúan como niños porque son niños
Otra de las recomendaciones de Bilbao es recordar que "van a actuar como niños porque son niños". Este recordatorio, aunque simple, es crucial. A menudo, los padres esperan que sus hijos se comporten con la madurez y el autocontrol que ellos mismos luchan por mantener. Sin embargo, es importante reconocer que los niños, por su propia naturaleza, son impulsivos, emocionales y están en un proceso constante de aprendizaje.
Aceptar que los niños actuarán como niños libera a los padres de expectativas poco realistas y les permite manejar las situaciones con más paciencia y comprensión. La niñez es una etapa de exploración y descubrimiento, y los padres deben estar preparados para lidiar con los comportamientos naturales de sus hijos sin perder la calma.
3. El arte de frustrarse sin perder los nervios
La tercera clave que comparte es, tal vez, la más difícil de dominar: "La clave no está en no enfadarnos o no mostrar nuestra frustración, sino en mostrar cómo nos podemos enfadar y estar frustrados, sin perder los nervios". Aquí, el neuropsicólogo nos invita a reconfigurar nuestra relación con las emociones negativas. No se trata de reprimir el enojo o la frustración, sino de aprender a expresarlos de manera controlada y saludable.
Este enfoque está alineado con las enseñanzas de la inteligencia emocional, donde se reconoce que todas las emociones son válidas, pero lo importante es cómo se gestionan. Expresar la frustración de forma calmada no solo ayuda a resolver el conflicto de manera más efectiva, sino que también enseña a los niños que es posible experimentar emociones intensas sin que estas dominen nuestro comportamiento.
4. Resolver el caos, no sumarse a él
En su cuarto y último consejo, advierte: "No olvides que cuando un niño tiene un problema, aunque sea un problema emocional, lo que necesita es que le ayudes a resolver el problema, no que te sumes a su caos". Este es un recordatorio importante para los padres que, a menudo, se ven arrastrados por la intensidad emocional de sus hijos.
Los niños, al enfrentarse a emociones abrumadoras, necesitan a un adulto que les ayude a navegar por esa tormenta emocional, no a alguien que se hunda con ellos. Mantener la calma y ofrecer soluciones prácticas y emocionales es la mejor forma de ayudar a los hijos a salir del caos y a aprender a resolver sus propios problemas en el futuro.
Aceptar que no siempre serás perfecto
A pesar de todas estas estrategias, Álvaro Bilbao concluye con un mensaje de autocompasión: "Recuerda que habrá momentos en los que no lo consigas. No te sientas culpable. Les ocurre a todos los padres. A mí también". Este reconocimiento es crucial, ya que ningún padre es perfecto, y todos tendrán momentos en los que perderán la calma.
El camino de la paternidad está lleno de desafíos y lecciones, tanto para los padres como para los hijos. Lo importante es seguir aprendiendo, mejorar en la resolución de conflictos, y apoyar a los hijos para que desarrollen una autoestima fuerte y una capacidad emocional saludable. Las vacaciones, con todas sus dificultades, son una oportunidad perfecta para practicar estas habilidades y fortalecer los lazos familiares.