Nadie, o casi nadie, conoce su verdadera identidad. Y, a pesar de todo, la autora Greta Alonso ha conseguido abrirse un hueco en el mundo de la literatura. Ahora presenta su nueva obra, La dama y la muerte, una novela que mantendrá al lector pegado a sus páginas en busca de respuestas.
¿Cómo fue su inmersión en la literatura? ¿Hubo algún libro o experiencia que encendiera esa pasión?
Bueno, he escrito desde siempre. Incluso de niña escribía cuentos. Luego he escrito también muchísimos relatos, alguna novelita corta, etc. Pero la novela ya seria que escribí fue El cielo de tus días, la que publicó Planeta en 2020. Esa fue ya la primera novela extensa y escrita un poco con la intención de sorprender, aunque aún no de publicarla. La escribí por llenar mi tiempo por las noches. Tenía problemas de insomnio y empecé a escribirla.
O sea que fue casi como una terapia.
Casi que sí. Las noches son muy largas y yo leo mucho. Entonces, llegó un punto en el que la lectura ya no era suficiente. Y bueno, la leyeron algunas personas de mi entorno y les gustó. Y empecé a enviarla a editoriales por ver qué ocurría. No es fácil llegar a una editorial como Planeta, y además yo puse la condición del seudónimo. Entonces, era más difícil llegar ahí.
¿Cómo nació esa propuesta de firmar todo bajo seudónimo?
Yo soy una persona muy tímida, y siempre me ha dado mucho miedo la exposición pública. Tengo un entorno muy seguro. Trabajo en la misma empresa desde hace años, un círculo de confort con mi familia, mi barrio... Y no sé, me daba mucho miedo dar ese salto. Disfruto mucho escribiendo, pero me apabulla un poco el mundo literario de hoy, las giras, las ferias... Yo eso lo tenía claro. Impuse esa condición, y a muchas editoriales les gustaba la novela, pero el seudónimo les echaba para atrás. Planeta aceptó, y decidieron apostar por ella pese al seudónimo, y pese a no disponer de un rostro para hacer promoción. Porque en un principio ni siquiera iba a hacer entrevistas por radio. Ahora sí. Estoy tranquila, porque mi madre oyó una entrevista y dijo que no había conocido mi voz (risas).
El seudónimo también aporta ese halo de misterio, especialmente interesante para una autora de thriller y suspense.
Sí, le da un misterio el seudónimo, y yo me siento muy protegida, pero acaba pesando también. Al final es como llevar una doble vida. También a la hora de la interacción con los lectores. Ya hace tres años que publiqué la otra novela, y mucha gente me sigue en redes, y me dicen “Me encantaría que me dedicaras un libro” o “Me encantaría conocerte”, y a veces me da pena no poder dar ese paso. Ahí el seudónimo acaba siendo algo que te protege, pero que también te limita mucho, a la hora de relacionarte y de transmitir.
En esta nueva novela, en La dama y la muerte, uno de los principales personajes es un artista anónimo. ¿Bebe un poco de su propia experiencia?
Sí, pero fíjate. Los motivos que tiene Dama, el pintor o pintora, para trabajar con seudónimo, no tienen nada que ver con los míos. Es una de las incógnitas de la novela, averiguar por qué lo hace así, qué motivos tiene, por qué pinta con seudónimo y por qué nunca muestra lo que hay en los lienzos. Porque se están vendiendo envueltos. Ahí sí que está la incógnita, pero no tienen nada que ver su caso y el mío. De hecho, yo me siento más identificada con la primera víctima. Él es futbolista, ama el deporte, pero se retira con 24 años y en la cima de su carrera precisamente por un miedo a la exposición pública. Reniega un poco de todo lo que comporta el deporte de élite, que no es solo el deporte en sí, sino los contratos publicitarios, la exposición, la prensa deportiva, etc. Me identifico mucho más con él. Es una persona muy sensible, proviene de una familia conflictiva...
¿Y cómo ha sido el proceso de documentación de la novela? Especialmente, de la parte artística.
Yo no soy, ni muchísimo menos, una experta en arte. En mi familia sí que ha habido relación, porque hay gente de mi familia que ha pintado, y yo desde pequeña sí conozco un poco el tema de la pintura. Pero he tenido que estudiar mucho, porque es un tema bastante complejo, y el tema de las restauraciones de las obras de arte he tenido que consultar manuales, a alguna persona experta, etc. Porque uno de los capítulos se desarrolla en los talleres de restauración del Prado. Ahí sí que he tenido que profundizar. Y luego, pues también he tenido que investigar un poco sobre obras de arte enigmáticas. Por ejemplo, un cuadro que aparece en la novela es Las novias, de Gustav Klimt, que los nazis quemaron en la Segunda Guerra Mundial. En la novela, me he tomado la licencia literaria de hacer que ese cuadro reaparezca. Entonces, cuando reaparece los investigadores se vuelven locos porque no saben si es auténtico o es una copia. He tenido que meterme mucho también en el mundo de las subastas. Es un mundo...
Muy apasionante.
Sí, es apasionante pero llega un punto en el que tienes que parar. Porque yo tampoco quería hacer la novela demasiado densa. Y es una novela relacionada con el mundo del arte, pero no es un manual de arte. Es una novela negra, y yo quería que fuera dinámica, y tratar temas de la investigación policial, de la investigación forense y también científica del análisis de las pruebas. Ahí también me he tenido que documentar mucho.
¿Qué supone escribir sobre lugares que conoce? Su primera novela nos llevó a Bilbao, Cantabria. Ahora volvemos también a Cantabria, Biarritz, Madrid...
Para mí es muy fácil, porque yo tengo mucha vinculación con Santander desde niña. Conozco muy bien la ciudad, y me ha resultado muy fácil y muy divertido. Además, he ambientado la novela en una época del año en la que suele hacer viento sur. El viento sur en Santander es demoledor, porque cambia totalmente el color del agua, el del cielo... Lo he hecho así un poco a propósito. Y luego también aparecen zonas rurales de Cantabria, que también conozco bien.
¿Qué le depara el futuro? ¿Tiene algún otro proyecto entre manos?
Pues me centro mucho en el presente. Es casi una imposición el centrarme en lo que estoy haciendo. Ahora no estoy escribiendo, y no vivo de esto tampoco. Tengo un trabajo relacionado con mis estudios, y hasta ahora lo he podido compaginar bastante bien. Yo escribo por las noches y me sigo tomando la literatura como una afición. Entonces, de cara al futuro lo ideal para mí sería seguir compaginándolo, porque me gusta muchísimo mi trabajo.