Vida y estilo

El silencio del Románico se escucha en la Valdorba

Los pobladores del Valle de Orba levantaron sencillos templos que han llegado hasta hoy como ejemplo de la espiritualidad de aquella época
El especial e íntimo legado románico que vive en la Valdorba

En la zona media de Navarra, entre las ciudades de Pamplona y Olite, se alzan los montes de Orba. El valle que queda bajo su vertiente oeste es uno de los pocos casos que no lleva el nombre de un río, es el valle de Orba, la Valdorba.

La cercanía física de la Valdorba con la capital navarra, apenas cuarenta kilómetros, se torna un aparente aislamiento que le aleja del mundanal ruido moderno al quedar en el interior del ángulo que forman la Autovía de los Pirineos, la A-21 hacia Monreal, Sangüesa y Jaca, y por la Autopista de Navarra, al AP-15 hacia Tafalla, Olite, la Ribera y Zaragoza. En el interior del ángulo que tiene como vértice Noáin se oculta el Valle de Orba, Orbaibar.

Siete municipios, Barásoain, Garínoain, Leoz, Olóriz/Oloritz, Orísoain, Pueyo y Unzué/Untzue agrupan los alrededor de veinte pequeños pueblos y caseríos dispersos por el valle. El entorno en el que se asientan muestra una gran variedad de ecosistemas de gran valor ecológico, en el que se encuentra desde característicos parajes de matorral mediterráneo hasta profundos bosques de encinas robles, quejidos y pinares. Todo esto se alterna con y campos de cultivo de viñedos, almendros, olivos y cereal, sin olvidar prados para que paste el ganado. El ejemplo perfecto de la transición de la zona pirenaica y de montaña hacia la Ribera del Ebro.

Pero en el interior de sus bosques y de sus muy bien cuidados y recogidos pueblos se encuentra uno de los secretos más interesantes de este valle, su patrimonio histórico-cultural, en el que el románico rural es su máximo exponente, tanto en manifestación religiosa como civil. Uno de los ramales del Camino de Santiago francés que viene de Aragón bordea este valle al ir de Monreal a Muruarte de Reta en busca de Puente la Reina, donde se une a la que llega desde Roncesvalles. Por ello no es de extrañar que durante el apogeo de la ruta jacobea en la Edad Media se construyeran numerosas edificaciones con este estilo, tanto iglesias y ermitas como puentes o edificios de uso civil mejor conservados.

Olóriz y San Pedro de Etxano

La portada pagana de la ermita de San Pedro de Etxano es uno de los enigmas del Románico de la Valdorba. J.O.E.

Por la carretera N-121 o por la AP-15 se llega desde Pamplona a Unzué, una de las puertas de entrada a la Valdorba desde el oeste por la carretera NA-5010. Pronto se llega al pueblo de Olóriz. Cuidadas casas de piedra acogen al visitante que tras recorrer sus calles pronto se encuentra con la iglesia parroquial de san Bartolomé, de la que destaca su escalinata de acceso a una portada románica protegida por un porche y ante el cual montan guardia dos olivos. Construida de inicio en el siglo XII con sola nave en origen, en el XVIII se le añadieron varias capillas laterales, la sacristía y el mencionado porche. Encajonada entre calles, en una pequeña trasera se puede contemplar los muros del ábside, que sobre sale de los añadidos laterales posteriores.

Saliendo del Olóriz y volviendo a la carretera, en dirección a la presa del pantano de Mairaga, a 2,5 km se encuentra la primera uno de las joyas principales del valle, la ermita de San Pedro de Etxano. En muy buen estado de conservación, entre varias eras, esta ermita cuenta con una de las portadas más intrigantes del románico, ya que las figuras que la decoran son paganas.

Datada a comienzos del siglo XII, es la más grande del valle. Carece de torre y las campanas, como es algunos otros templos de este valle, cuelgan de una espadaña que cierra única nave del templo. La entrada al templo es lateral y su peculiaridad es que representa un banquete profano, con motivos alejados de la tradicional iconografía religiosa de estos templos. Una cabeza del dios Jano con sus dos caras llama la atención en una de las arquivoltas. Se desconoce quién encargó la construcción de este templo, pero sí se sabe que formaba parte de un conjunto más grande que incluía una casa señorial y un molino, ya desaparecido y de los que no queda rastro.

El hórreo de Iracheta

El horreo de Iracheta es uno de los pocos ejemplos de un edificio para uso común. J.O.E.

Retrocediendo de nuevo hasta Olóriz y siguiendo hasta tomar la NA-5100 en dirección a Solchaga, tras recorrer unos 10 km se llega a Iracheta, que conserva junto a la iglesia parroquial de San Esteban Protomártir y detrás del frontis de un frontón sin pared uno de los pocos ejemplos de románico no religioso ni militar o señorial y de uso común que se conserva: un hórreo. Su datación es confusa, ya que algunos calculan su construcción entre los siglos IX y X por su influencia asturiana (que a esta tierra llegó por vía matrimonial); otros hablan del siglo XII por ciertas características lombardas muy semejantes a otros edificios de esta zona, y algunos se lo llevan hasta el siglo XIII, cuando este solar perteneció a la orden de Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

Su aspecto monumental, muy alejado de los hórreos de madera como el que hay en Pamplona o los más discretos del valle de Aezkoa, en el norte de Navarra, se basa en su tamaño, en los gruesos pilares de piedra con arcos de medio punto que lo sostienen y a la poderosa escalera, también de piedra que lleva hasta la puerta. Además, el suelo sobre el que se elevan los pilares está construido de cantos de piedra. Vigas de madera sostienen una estructura también de este material sobre el que se han colocado las losas de piedras de piedra del suelo interior.

Perdida su función de almacén de grano y alimentos, en la actualidad sirve de lugar de reunión y actividades juveniles. Una mesa de ping pong es ahora el centro de atención.

De vuelta a la carretera, un puente de medio punto medieval oculto por la maleza a unos 700 de Iracheta cruza un arroyo que desemboca en el río Leoz.

La Cripta de San Martín de Tours en Orísoain

La iluminación de la cripta de San Martín de Orísoain resalta todavía más el misterio de su significado. J.O.E.

De nuevo en la carretera en dirección de Olóriz, a 7 km de Iracheta se encuentra a la izquierda el cruce que lleva por la NA-5152 a la localidad de Orísoain. Aquí destaca la iglesia de San Martín de Tours, del siglo XII, y que responde a todas la características del románico rural que caracteriza a la Valdorba, nave de tres tramos con cubierta de medio cañón apuntado sobre arcos fajones dobles que descansan en pilares con columnas adosadas con capiteles decorados con motivos vegetales y figuras humanas.

Pero su elemento diferenciador se encuentra en bajo el suelo, debajo del altar: una pequeña cripta descubierta durante unos trabajos de arreglo del suelo el pasado siglo. A su funcionalidad práctica de nivelar el suelo sobre el que se construyó San Martín, también se le atribuyen otros usos más espirituales expresados en la riqueza de las esculturas que la decoran, imaginería figurada que parece aludir al nacimiento de la vida.

En el exterior, ubicada entre el palacio y el edificio del Ayuntamiento, ofrece una magnífica panorámica del valle y de sus alrededores.

Ermita del Santo Cristo de Cataláin

La ermita del Santo Cristo de Cataláin ofrece la novedad de tener la portada al pie de la nave en lugar de en el lateral. J.O.E.

Dejando atrás Orísoain por la misma carretera por la que se ha llegado, volver a tomar la NA-5100 en dirección a Barásoain y Garínoain y en a apenas 2 km aparecerá, al norte de la carretera, en su lado izquierdo, la ermita del Santo Cristo de Cataláin. Al igual de la ermita de Etxano, su decoración exterior es de carácter profano, en especial la austera portada principal, que a diferencia de la de San Pedro, se sitúa al pie de la nave, frente al altar. Quien se fije en los canecillos que rematan lo muros sujetando la cubierta puede descubrir interesantes figuras que humanas y animales, algunas de ellas decididamente sexuales

Aunque en la actualidad se la considera una ermita, en origen fue la importante iglesia de un monasterio particular fundado a finales del siglo XII por Jimeno y Miguel de Garinoain, que después lo donaron a la colegiata de Santa María de Roncesvalles en el año 1207. También fue en su momento un albergue de peregrinos, no hay que olvidar que por aquí pasaba un ramal del Camino de Santiago aragonés, que se cree en funcionamiento hasta el siglo XVI. Fue entonces cuando a este templo se le dio consideración de ermita y mantuvo la devoción de los vecinos del valle por el Cristo gótico de su interior, realizando romerías que se mantiene en la actualidad.

Estos cinco ejemplos son solo una parte del arte que se puede encontrar en la Valdorba. La iglesia de la Asunción de Olleta y su iluminación interior natural, la ermita de Santa María de Eristain con su lapida funeraria romana en el exterior y las pintura murales de su interior, entre las que destaca un misterioso hombre barbudo, que lo mismo puede ser un basajaun que San Juan Bautista, nombre que también recibe el templo.

Para los que, cansados de tanta piedra humana, quieran disfrutar de las vistas del valle, pueden desplazarse hasta el parque eólico de Guerinda, donde un molino harinero de viento que se descubrió y reconstruyó en los años 90 cuando se puso en marcha el actual parque eólico.

En la Abejera del Ecomuseo Valdorba Vivencias de Antaño se puede contemplar el interior de una colmena y ver a las abejas trabajar y cuidar a la reina. ¡Ecomuseo Valdorba

VIVENCIAS DE ANTAÑO

El Ecomuseo Valdorba Vivencias de Antaño, en Orísoain, es el sitio perfecto para saber más sobre el entorno y las personas que le dieron vida y lo mantuvieron hasta hoy. Se divide en dos áreas, la interior con la exposición principal, y la exterior con la granja y los animales. La primera muestra la vida cotidiana de una familia de agricultores valdorbeses de hace unos 50 años, antes de la industrialización y de la modernización de la maquinaría agrícola. Destaca la Abejera, donde se muestra el arte de la apicultura, además de poder contemplar la vida de un panal en directo las idas y venidas de las abejas a través de un cristal. A la entrada del ecomuseo se encuentra el Mirador de la Valdorba, donde además de poder tomar un aperitivo, se puede disfrutar de una panorámica del valle, con sus campos y sus montes. En el exterior se complementa todo lo anterior con la cuadra, una construcción hecha de fardos de paja revocados con barro donde el techo es de madera con una cubierta vegetal. Ahí residen el burrito, las gallinas, las ocas y otros animales de granja. Se complementa con un jardín de plantas aromáticas.

Las visitas se realizan bajo cita previa en el whatsapp del ecomuseo que se encuentra en su página web: ecomuseovaldorba.com. El precio de la entrada es de 4 euros. 

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18/02/2023