Castellfollit de la Roca es un singular municipio de la comarca de La Garrocha, en el norte de Girona, por varios motivos. Para empezar uno de las localidades más pequeñas de España, ya que el término municipal tiene una extensión que no llega al kilómetro cuadrado, exactamente 0,67.
El pueblo está asentado en un espectacular risco basáltico (las típicas rocas oscuras ricas en silicatos de magnesio e hierro y en sílice) a más de medio centenar de metros de altura y con casi casi un kilómetro de longitud. Esta inédita, apretada y alargada lengua de casas prácticamente colgantes en un desfiladero creado por la erosión de los ríos Fluviá y Toronell sobre los restos volcánicos de hace miles de años tiene cerca de un millar de habitantes.
Las estrechas callejuelas del pueblo desembocan en la antigua iglesia de San Salvador, en el extremo del risco, donde se halla un mirador con unas vistas privilegiadas y que desde el valle emerge con majestuosidad junto a las casas que casi parecen flotantes. Las estrechas calles de origen medieval nos transportan a una época en la que la mayor parte de las casas fueron construidas con rocas volcánicas de la comarca.
El encantador barrio viejo está situado sobre un riscal basáltico formado por dos coladas de lava superpuestas y se puede recorrer con calma y atención en un recorrido que es tradición iniciar en la Plaza de Catalunya para después adentrarse en las callejuelas adyacentes. Una parte de esta ruta coincide con la antigua vía romana Annia. En un extremo del acantilado, donde había antes el cementerio, está la plaza de Josep Pla, una gran terraza que ofrece una espectacular vista del entorno natural.
La iglesia de San Salvador data del siglo XIII, aunque el edificio actual, remodelado en diversas ocasiones, es de estilo renacentista tardío, con un campanario de planta cuadrada con aberturas a cada lado y coronado por una cúpula adornada con pequeñas pilastras. Se conserva una ventana románica tardía y diversos sillares de basalto reutilizados.
Otro de los puntos de interés es un peculiar Museo del Embutido inaugurado en 1993 y cuya exposición permanente es una muestra de la historia de la conservación de la carne. En el Museo se pueden ver toda clase de herramientas utilizadas para la elaboración de la carne a lo largo de la historia, viejas máquinas, fotografías antiguas, vídeos de la matanza casera, así como dioramas representando el antiguo proceso. La entrada al Museo es gratuita, y además se ofrece una degustación, también gratuita, de los típicos y afamados productos de la comarca.
La cantera basáltica de Castellfollit existe desde el siglo XIX y es la única activa de todo el Estado. La extracción de mineral tiene preferentemente una utilización industrial aunque también para chimeneas y pavimentos.
Castellfollit de la Roca es una de la puertas de entrada al Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa y punto de salida de numerosas rutas para descubrir un bello entorno natural, desde paseos tranquilos por callejuelas hasta caminatas entre bosques.
Cerca de la villa vieja se halla un conjunto de pequeños huertos rodeados por gran cantidad de caminos que permiten descubrir de cerca la pared de basalto y conocer la historia y la cultura del pueblo recorriendo varios canales de agua.
Otro itinerario señalizado muestra una vertiente más general de la villa y empieza en el aparcamiento que hay cerca de la carretera, desde donde se sigue el trazado del Fluvià, se sube hacia el pueblo por el camino viejo y se llega a la plaza de Sant Roc.
En definitiva, un lugar para disfrutar de la naturaleza, los paisajes y una atractiva oferta gastronómica.