El programa de las fiestas de San Fermín es amplio y completo, contiene todo tipo de actividades y sigue sumando. Sin embargo, hay una que se queda al margen, que se reserva al conocimiento popular. Quizá siguiendo la línea de lo que pretendían aquellos “personajes que salieron hace 60 años a meter ruido y llevar la fiesta a la calle cuando se popularizó las de los clubs privados”, como explicó Adur Lafuente, miembro de El Struendo.
El martes a las 23.59 se lanzó el cohete del comienzo de El Struendo en Casa Marceliano, ayer lanzado por el hijo de un miembro fallecido este año. Con esa señal empezaban horas de bombos, tambores, txistus, silbatos y casi cualquier objeto que permita meter ruido, cuanto más mejor. Recorrieron las calles del Casco Viejo de Pamplona llenándolas tanto de música como de pegatinas. Kino Sánchez fue el encargado de dirigir al grupo al principio por ser el veterano, pero “lo puede hacer cualquiera de nosotros, la fiesta es para todos”, explicó Lafuente. A pesar de que ya había tenido lugar el Struendo Txiki por la mañana, algunos niños también quisieron estar presentes en el más tradicional. Del mismo modo participaron miembros de otras peñas que llevaron sus bombos en este “momento de unión”.
Dos integrantes de El Struendo abrían camino entre la gente con la pancarta de la peña en la que en la parte trasera presumen de funcionar “sin subvención”. Es una actividad desligada a cualquier organización, de hecho, “es una organización desorganizada”, explicó una participante de la peña. “Llevo 35 años saliendo en El Struendo sin ser miembro. Hacía bola en el brazo de tanto que le daba, hasta rompí un bombo una vez”, contó sin dejar de bailar. Al igual que ella todo el que les acompañaba bailaba y andaba al ritmo de los tambores. “Es una sensación que no se puede explicar, son tantas emociones de alegría, orgullo, fiesta que no sé describirlo”, contó.
Por otro lado, Alberto Martínez, miembro desde hace 25 años lo describió como “una familia de amigos”. “No son ni una sociedad ni nada oficial, son amigos que se juntan a pasarlo bien”, explicó su mujer.
El recorrido termina tradicionalmente en Pozo Blanco entonando el Agur Jaunak. Fue un momento emotivo de abrazos y alegría en el que esa familia de amigos se despedía hasta el próximo Struendo. Ahora hay un año por delante para coger fuerzas y el año que viene golpear los bombos aún más fuerte.