Lo del Surne Bilbao Basket ayer sábado en la Fonteta de San Luis fue bonito, precioso incluso, mientras duró. Lástima que solo durara dos cuartos. ¡Pero que dos cuartos! Hasta el descanso, se vio la mejor versión de los 'hombres de negro' en mucho tiempo. Años incluso. Un equipo rebosante de acierto, de criterio al hacer circular la bola, intenso hasta el límite en defensa y jugando a tope de revoluciones sin importar quiénes fueran los jugadores que estaban en pista. Pero la realidad acabó imponiéndose y el sueño de una noche de noviembre, en esa en la que el conjunto de Álex Mumbrú se había visto hasta 21 puntos por encima de su rival en el luminoso (36-57), acabó en pesadilla.
En el tercer cuarto, el Valencia Basket exprimió su potencial defensivo, adelantó líneas haciendo una tortura hasta sacar de fondo y agobió hasta tal punto al conjunto vizcaino, huérfano además de Rafa Luz, su principal y más fiable faro, desde el descanso por una lesión de rodilla, que se diluyó cual azucarillo para acabar ampliamente superado (100-84) por el tono físico del partido, la exuberancia del rival, del que surgieron además sus dos principales referentes, Bojan Dubljevic y Klemen Prepelic, para actuar de ejecutores, y sus propias carencias y limitaciones de fondo de armario.
El mismo equipo que arrolló hasta el descanso con un 16 de 20 en tiros de dos puntos y un 7 de 10 en triples pasó a ofrecer en los dos actos finales un 5 de 13 y un 5 de 16 respectivamente en estas dos facetas del juego, perdiendo además demasiados balones. Doctor Jekyll y Mister Hyde. Todo lo que soplaba a favor hasta el descanso, incluso un debutante Damien Inglis cuya puesta en escena fue arrolladora, acabó en tsunami en contra, con los de Joan Peñarroya desatados desde el momento en el que olieron sangre. Ni la primera versión bilbaina fue la real ni la segunda fue ni mucho menos la deseable. Toca encontrar un término medio más sostenido en el tiempo que permita al equipo competir sin tan pronunciados dientes de sierra en su rendimiento.
GRAN ARRANQUE
La toma de contacto del Surne Bilbao Basket con el encuentro fue magnífica. Compareció con ganas de jugar de tú a tú contra los anfitriones. Apostó por imponer ritmo a sus acciones, por galopar a la mínima oportunidad, y cogió por sorpresa a los de Peñarroya. El Valencia Basket quiso crear desde Dubljevic, con Jaime Pradilla en el papel de ejecutor, pero fueron los de Mumbrú los que abrieron brecha tras unos compases iniciales de reparto de canastas.
Entre Ludde Hakanson, Valentin Bigote y Ángel Delgado colocaron el 19-25 cuando se habían cumplido poco más de siete minutos de juego y la entrada de la segunda unidad, entre ellos el reaparecido Tomeu Rigo y el debutante Inglis, no interrumpió la sinfonía. Un triple de Martin Hermannsson hizo que el acto inaugural se cerrara solo con un 30-36, pero los números ofensivos visitantes eran brutales: 9 de 10 en tiros de dos puntos y 5 de 6 en triples.
Con Reyes fusilando desde la larga distancia e Inglis sacando a relucir su repertorio de juego, el conjunto vizcaino abrió el segundo cuarto con un 0-10 en tres minutos. 30-46. Ver para creer. El Valencia Basket trató de revolverse con la intensidad de Jasiel Rivero y los puntos de Pradilla, pero el titubeo de los de Mumbrú duró apenas un abrir y cerrar de ojos. Delgado se encargó de borrarlo con su intensidad en las distancias cortas, perfectamente asistido por sus compañeros. El 36-57 a 1:23 del descanso con un matazo de Inglis por el camino era música celestial, aunque un 'dos más uno' de Dubljevic y otro canasta de Pradilla permitieron a los de Peñarroya alcanzar el ecuador de la contienda sin perder pie del todo.
EL ATASCO
Los anfitriones comparecieron en la reanudación mucho más agresivos en defensa y su rival quedó enredado en su tela de araña. Un 9-2 en menos de tres minutos hizo que la renta de los 'hombres de negro' bajara al único dígito (50-59). Mumbrú paró el choque y dos triples de Bigote amagaron con taponar la vía de agua (53-67), pero al Surne Bilbao Basket le costaba ya igualar el listón físico de su rival, que adelantaba muchísimo líneas defensivas y rebañaba rebotes ofensivos con Dubljevic especialmente intenso. Los visitantes se hicieron muy pequeñitos en ataque, con Jonathan Rousselle sobrepasado en la dirección de juego sin Luz, el Valencia Basket viajó con asiduidad a la línea de tiros libres, Josep Puerto comenzó a enchufar sin piedad desde la línea de 6,75 y el 72-73 a diez minutos del final anunció una nueva realidad.
Prepelic inauguró el acto final con tres triples seguidos y el Valencia Basket amenazó con el demarraje definitivo (84-76). Bigote, con cinco puntos seguidos, abortó la primera intentona, pero en las filas bilbainas apenas quedaba ya energía para plantar cara. La templanza y sobre todo el acierto habían quedado ya muy atrás. Los triples ya no entraban ni cuando se tiraban sin oposición, todo lo que fuera asomar por las cercanías de la canasta valenciana era sinónimo de tapón recibido o pérdida y el 100-84, con los de Peñarroya jugando totalmente a placer puso final a una noche que arrancó como un sueño y acabó en pesadilla.