El Surne Bilbao Basket vuela en este arranque de temporada. Colíder de la Liga Endesa junto al Lenovo Tenerife y el Real Madrid con tres victorias en otros tantos compromisos y triunfante también en su estreno competitivo en la Basketball Champions League, el conjunto vizcaino está dejando unas sensaciones fantásticas, más aún teniendo en cuenta que en la propia sala de máquinas de los hombres de negro no titubean a la hora de apuntar que todavía existe bastante margen de mejora para alcanzar mayor sostenibilidad en el juego colectivo y, sobre todo, ganas de ponerse el mono de trabajo para hacerlo posible.
Jaume Ponsarnau y sus jugadores saborean las cuatro victorias cosechadas porque, además, se han conseguido por diferentes vías, algunas desde la brillantez ofensiva y otras con pico y pala, tirando de oficio y colectividad. Su equipo es el que mejores números defensivos presenta hasta el momento tanto en la competición doméstica (70,3 puntos encajados por cita) como en la continental (dejó al Nymburk en 54) y en sus partidos se produce un denominador común: sus últimos cuartos están siendo demoledores.
El Surne Bilbao Basket está dejando lo mejor de su juego y rendimiento para los finales de sus encuentros. En los cuatro que lleva disputados hasta el momento suma 94 puntos a favor y solo 54 en contra en esos diez minutos finales, unos demarrajes que hasta el momento han sido imposibles de seguir para el Joventut y el conjunto checo a domicilio y para el Betis y el Valencia Basket en Miribilla.
Los momentos de la verdad
Y es que todos los triunfos han sido cocinados con brillantez en esos cuartos actos en los que las contiendas alcanzan su temperatura más elevada. Contra los andaluces y los checos, los de Ponsarnau llegaron a ellos con ventajas que en absoluto servían para dar las victorias por seguras (58-52 y 43-47, respectivamente) y el mayor mérito reside que frente a los de Carles Duran y Álex Mumbrú, dos conjuntos armados hasta los dientes y llamados a luchar por las posiciones nobles tanto en la Liga Endesa como en sus competiciones continentales, tocó remontar marcadores adversos, algo que se hizo además con autoridad y enorme aplomo. El Joventut ganaba por 63-61 sobre la bocina del final del tercer cuarto y acabó cayendo por 76-81, mientras que el Valencia Basket coqueteaba con romper el partido el pasado domingo con el 45-53 antes de hincar la rodilla ante el vendaval que le cayó encima (71-65).
En esos cuartos finales de los partidos, las cifras ofensivas son tan destacables como las defensivas. Anotar 27 puntos ante el Betis, 26 frente al Valencia Basket, 21 al Nymburk y 20 en el Olimpic de Badalona es tan meritorio como limitar a 11 puntos a los checos, a 12 a los taronja, a 13 a los verdinegros, mientras que los 18 de Shannon Evans, Rodions Kurucs y compañía sí que entran más dentro de lo esperado.
Porcentajes
En los cuartos actos de las dos citas celebradas en el Bilbao Arena, el conjunto anfitrión ha ofrecido porcentajes magníficos desde la línea de tiros libres y la distancia de tres puntos. De hecho, luce un inmaculado 100% desde la franja de castigo, con 15 aciertos en otros tantos lanzamientos y con Ludde Hakanson especialmente atinado en esos minutos en los que el balón más quema: ocho de ocho. Además, no ha bajado del 50% en triples (57% este último domingo y 50% contra el Betis). Además, ambos rivales se han quedado en cifras bajísimas en lo que a porcentaje de acierto en tiros de campo se refiere, ya que los de Mumbrú naufragaron con un horrible 4 de 17 (0 de 7 en lanzamientos de tres puntos) para una valoración de -1, mientras que a la escuadra andaluza tampoco le fue mucho mejor con su 6 de 17 (1 de 6 desde la larga distancia).
En la visita al Joventut, no hubo tanta brecha entre las cifras propias y ajenas, pero el Bilbao Basket tuvo mayor aplomo en los momentos de la verdad y el cuadro catalán acabó difuminado por sus cinco pérdidas en esos diez minutos finales, su flojera en los tiros libres (4 de 8) y su punto de mira errático desde el resto de distancias (4 de 13). Por contra, los hombres de negro se han especializado en ofrecer lo mejor de su repertorio al final, en los momentos de la verdad, donde casi siempre se establece la diferencia entre el ganador de perdedor.