ERAN dos tiempos y dos mundos bien distintos. Dos universos que ayer se entrelazaron en un recital celebrado en el Teatro Arriaga, donde la voz de Noa (Ajinoam Nini),junto a la guitarra de Gil Dor, la percusión de Gadi Seri y el bajo de Or Lubianiker rescataron del ayer, de aquellos años de entresiglos que cabalgaban entre los siglos XVII y XVIII, la figura de Johann Sebastian Bach un músico todoterreno, compositor, organista, clavecinista, director de orquesta, violinista, violagambista, maestro de capilla, cantor y profesor alemán del periodo barroco. Digo que le han rescatado habida cuenta que Noa y su equipo ha puesto letras, tanto en inglés como en hebreo, a doce composiciones de música intrumental de Bach, a las que colorea con su voz. El espectáculo lleva por título Letters to Bach y supuso el regreso de Noa con un proyecto especial donde Gil Dor, colaborador de Noa desde hace años, ha realizado los arreglos para guitarra.
El equipo asegura que con este recital, que se prolongó mas allá de los cien minutos, pretenden "romper las barreras de idioma, género o religión para construir un puente de excelencia musical, respeto y alegría". Su mensaje llegó a quienes asistieron al concierto, por mucho que en los exteriores un grupo de partidarios del pueblo palestino incitase al boicot por la postura de Noa que, a su juicio, forma parte de una estrategia del estado de Israel. Es la vieja historia de las churras y las merinas, entremezcladas.
El nuevo proyecto musical de Noa ha sido íntegramente producido por Quincy Jones. Está compuesto por 12 piezas de música instrumental escrita por Johann Sebastian Bach, para las cuales las letras se han inspirado en temas tan diversos como la tecnología y la religión, el calentamiento global y el feminismo, la eutanasia, el conflicto palestino-israelí (sí, también...) y las relaciones en la era de los medios sociales, siempre con la idea de homenajear a Bach.
A la cita con esa comunión no faltaron asistentes. No en vano, un cuarto de hora antes de que comenzase el recital por la explanada del Teatro Arriaga pasaban Mari Carmen Fernández, María Jesús Etxebarria y Carmen Olaizola, cargadas de curiosidad. Las tres, melómanas empedernidas, se preguntaban cómo iban a sonar las letras del siglo XXI en las melodías del ayer. Estaban expectantes, mientras Jon Rozadilla, ángel de la guarda del teatro, salía para ver de cerca la expectación. La hubo. Vaya que si la hubo.
Entre los asitentes al concierto estuvieron Juan Carlos González, Miriam Artetxe, Luisa Hernández, Begoña Medel, Isabel Benedí, Ana Miren Vidal, Garbiñe Liceranzu, Aintzane Madariaga, María José Gutiérrez, quien hojeaba la octavilla de protesta repartida en los alrededores reconociendo que no conocía las acusaciones vertidas sobre la cantante israelí; Sol Gaztelua, Estrella Moreno, María José Moreno, William Restrepo, Juan Carlos Duque, Arantza Echániz, Begoña Ramila, Jaime López, Gonzalo Marañon, Javier Bilbao, María Teresa Orueta, Libe Ledesma, Alberto Seco y un buen puñado de hombres y mujeres que acudieron a presenciar una curiosidad literaria y musical.
A última hora llegaron Esther Muñoz y Karol Olabarria, quienes hablaban maravillas de la voz de Noa, "casi de terciopelo", según decía la propia Karol. Entraron entusiasmadas al patio de butacas. Ya habían leído que Letters to Bach es una colección de cartas cantadas como postales musicales. Asimismo, es la declaración de amor que una cantante de origen yemenita con influencia del jazz y los cantautores de los años 60 dirige hacia la figura del padre del barroco musical. Noa se atrevió con Bach con seriedad, pero también con humor, poniéndole letras a piezas que jamás la tuvieron. Un guiño para ganarse al público de medio mundo.
El Teatro Arriaga acogió a la artista internacional Noa, quien vuelve a Bilbao con un proyecto muy especial, 'Letters to Bach'
En este nuevo trabajo, la cantante ha puesto letras, tanto en inglés como en hebreo, a 12 composiciones de Johann Sebastian Bach