Así como otras bebidas alcohólicas, el vino es un líquido “fruitivo”, esto quiere decir que lo bebemos por placer y no para cumplir una función nutritiva en nuestro organismo. Este ‘manjar de dioses’ se puede clasificar según su color: blanco o tinto, en función de si se elabora con la piel de la uva o se prescinde de ella.
El rasgo más diferenciador es claramente el color, aunque también hay grandes diferencias en el proceso de elaboración y la temperatura de maceración. En el vino blanco la temperatura de maceración es de entre 17 y 19 grados. Por otra parte, el tinto se macera entre los 24 y 26 grados.
Tanto el vino blanco como el tinto tienen como base la uva, pero en cada uno se aprovecha una parte distinta de su anatomía. El vino blanco es el resultado de la fermentación del zumo de la pulpa de la uva. Por el contrario, el vino tinto es el resultado de la maceración de las uvas maduras con hollejos y semillas. Además, la evolución del vino tinto es más lenta, por lo que le otorga a la bebida sabor y matices más complejos.
Por otra parte, el contenido alcohólico del vino tinto es superior al del vino blanco. Si vamos a comer carnes rojas o derivados la mejor opción es el vino tinto, mientras que si somos más de pescados y marisco, lo ideal es combinarlo con vino blanco. Pero bien, ahora que conocemos las principales diferencias, vamos a lo que nos importa: los valores nutricionales.
Como todo, siempre y cuando se consuma con moderación el vino tinto puede ser un gran aliado para prevenir el envejecimiento prematuro de la piel y las células. Una copa de vino al día es la cantidad óptima según la revista British Medical Journal (BMJ). Además, hay que sumarle que este vino es más rico en vitaminas y minerales, sobre todo en vitamina E y magnesio.
Tras las grasas, que contienen 9 calorías por gramo, el alcohol es el alimento de mayor aporte calórico en nuestra dieta, con 7 calorías por gramo, que vienen a ser un 10% de las calorías que consumimos en una dieta normal. Se estima que una copa de vino contiene entre 100 y 170 calorías, que serían más o menos la cantidad de kcal que contiene un yogurt.
En lo que respecta a las calorías, el tinto tiene menos que el blanco: 63 calorías y 70 calorías por cada 100 mililitros respectivamente. La respuesta a la pregunta de cuál engorda más es el vino blanco. Cuanto más joven sea el vino más azúcar tiene. Si eres amante del vino tinto, es mejor elegir uno de más de dos años. Cuanto menor sea el contenido de azúcar residual en un vino, es decir cuánto más seco sea, más ‘light’ será. Por el contrario, los vinos dulces y abocados presentarán un mayor aporte calórico al contener mayor cantidad de azúcar.
El vino blanco tiene más azúcar que el tinto, por lo que no es la mejor elección si estás realizando una dieta. Si te gusta el champagne, el que menos azúcar tiene es el Brut Nature, de 0 a 3 gramos de azúcar y 67 calorías.
En definitiva, lo más recomendable es beber con moderación. Una copa al día es la cantidad ideal pero si tenemos algún evento o compromiso y no nos queremos privar, la mejor elección un vino tinto, a poder ser de más de dos años de antigüedad.