Por fin, la directiva de Aitor Elizegi tuvo a bien anunciar el día en que se procederá a la apertura de las urnas para que el socio escoja a las personas que gobernarán el Athletic durante los próximos años. A última hora de la tarde del miércoles salió la fecha que adquirirá carácter oficial a partir del lunes, cuando se publique en los soportes correspondientes, dos diarios de la provincia y el tablón de anuncios de Ibaigane. Será entonces cuando dé comienzo la cuenta atrás, de 40 días de duración, que desembocará en el 24 de junio. Seguro que los aspirantes a la presidencia y sus grupos de trabajo celebraron el comunicado que situaba en el calendario el momento del traspaso de poderes. Ese detalle era y es clave para el futuro inmediato de la entidad y, ni qué decir tiene, para los precandidatos. Viene a ser la misma cosa. Es fácil de comprender que el margen de maniobra para planificar, especialmente en el área deportiva, coincide con el tiempo disponible previo al inicio de la temporada venidera.
La confirmación de que las elecciones serán a finales de junio es una buena noticia para Ricardo Barkala e Iñaki Arechabaleta, los únicos socios que de uno u otro modo han dejado claro que pretenden suceder a Elizegi. El prolongado silencio instalado en el palacio de Ibaigane desde que en octubre el propio Elizegi manifestase, en el curso de una Asamblea Ordinaria, que no se presentaría a la reelección, había abierto un abanico de posibilidades excesivamente amplio para colocar la fecha de las votaciones. De hecho, a la vista de los acontecimientos o, mejor dicho, de cómo iba la directiva vigente ordenando su agenda, apuntaba a que las elecciones tendrían lugar en julio, no en junio.
Este temor se agudizó cuando el 11 de abril la directiva dijo que la Asamblea Extraordinaria monográfica dedicada a los Estatutos sería el 23 de mayo, lo que daba a entender que como pronto no sería hasta el 24 de mayo cuando se procediese a convocar las elecciones. En tal caso, estas serían el 3 de julio como pronto. No se contemplaba que Elizegi dispusiera un orden de los acontecimientos distinto al expuesto, pero eso ha sido justo lo que ha ocurrido. Resulta que llama a las urnas estando pendiente la reunión con los compromisarios donde se valorará si el club cambia de Estatutos. De entrada, a esta cita ya no concurriría la directiva como tal, sino la Comisión Gestora que la sustituye desde el mismo instante en que se realiza la convocatoria electoral.
Pero este no sería el único obstáculo que Elizegi elude con su singular modo de operar, pues se debe considerar que se están convocando unas elecciones en una fecha en que la vida institucional del club se rige por unas normas concretas, las recogidas en los Estatutos vigentes. Y esas normas puede que sean reemplazadas por otras, algunas que se refieren expresamente al trámite electoral, en mitad del calendario electoral si el día 23 de mayo a la Asamblea le parece correcto aprobar unos Estatutos diferentes. Sin ir más lejos, los Estatutos que la directiva somete al criterio de los socios modifican el tema relativo al aval. Con la ley vieja, ese aval no se solicitaría a la directiva entrante el 24 de junio, pero con la nueva sí deberá cumplirse ese requisito.
Es obvio que al haber una serie de cuestiones que afectan al funcionamiento del club que son susceptibles de variación si tal es la voluntad de la Asamblea Extraordinaria que precede en un mes a las elecciones, se está transigiendo con una irregularidad en el plano jurídico. No es estrictamente necesario estar versado en leyes para darse cuenta de que en toda esta historia hay algo que chirría, pues en definitiva el club está abonando el terreno para que se produzca una anomalía.