El huevo frito es uno de esos platos que, a pesar de su aparente simplicidad, esconde secretos que pueden marcar la diferencia entre un huevo mediocre y una obra de arte culinaria. El chef Martín Berasategui ha compartido su truco infalible para lograr el huevo frito perfecto, un consejo que ha causado furor en Euskadi y más allá.
En una entrevista con la Cadena SER, Berasategui desveló su técnica, la cual se basa en una serie de detalles que garantizan un resultado excepcional. A continuación, desglosamos los pasos esenciales para que puedas replicar en casa este sencillo pero delicioso plato.
1. El aceite, el protagonista
El primer consejo de Berasategui es fundamental: el aceite debe estar muy caliente. La temperatura del aceite es crucial para obtener un huevo frito con la textura y sabor ideales. Un aceite que no esté lo suficientemente caliente puede resultar en un huevo blandengue y empapado en grasa, mientras que uno demasiado caliente podría quemar el huevo sin cocinar adecuadamente la yema.
Para saber si el aceite ha alcanzado la temperatura correcta, Martín Berasategui propone un truco que ha pasado de generación en generación: utilizar la miga de pan como "chivato". Basta con echar una pequeña miga de pan en la sartén. Si chisporrotea de inmediato y se dora en segundos, el aceite está listo. Este sencillo método es infalible y evita el riesgo de quemar el huevo o, por el contrario, de que quede crudo.
2. El huevo, de la taza a la sartén
Otro de los secretos que Berasategui ha revelado es la forma en que se debe incorporar el huevo a la sartén. El chef sugiere romper el huevo en una taza antes de echarlo al aceite caliente. Este paso, que puede parecer trivial, tiene un propósito doble: reducir las salpicaduras y asegurar que el huevo se deslice suavemente en el aceite.
Las salpicaduras de aceite son uno de los principales inconvenientes al freír huevos, ya que no solo pueden ensuciar la cocina, sino también causar quemaduras. Al verter el huevo desde una taza, se controla mejor su caída, evitando que el aceite salte. Además, este método permite comprobar que el huevo está en perfectas condiciones antes de freírlo, eliminando posibles restos de cáscara que podrían caer en la sartén.
3. La puntilla, el toque maestro
El tercer paso, y quizás el más distintivo, es crear la puntilla, esa orilla dorada y crujiente que caracteriza al huevo frito perfecto. Según Berasategui, esto se logra echando cuidadosamente aceite caliente sobre el huevo con la ayuda de una espumadera. Este truco no solo aporta textura, sino que también garantiza que la clara quede bien cocida mientras la yema permanece líquida.
El movimiento debe ser suave y constante, bañando la clara con el aceite sin romper la yema. El resultado es un huevo con una clara crujiente y una puntilla dorada, que contrasta con la cremosidad de la yema, logrando un equilibrio perfecto entre texturas.
Opciones saludables con huevo: más allá del huevo frito
El huevo es un alimento versátil y altamente nutritivo que puede prepararse de muchas maneras saludables, más allá del clásico huevo frito. Una opción popular es el huevo hervido, que es bajo en calorías y mantiene todos sus nutrientes. Los huevos duros pueden ser un excelente refrigerio, añadirse a ensaladas o acompañar platos de verduras. Otra alternativa es la tortilla de claras, una versión más ligera que reduce el contenido de grasas, perfecta para quienes buscan una opción baja en colesterol.
Además, los huevos revueltos con vegetales ofrecen una comida completa y balanceada, llenando el plato de proteínas y fibra. También, el huevo escalfado, cocido en agua sin grasa añadida, conserva todos sus beneficios sin aportar calorías extra, y es ideal para acompañar con tostadas integrales o aguacate. Estas opciones no solo son deliciosas, sino que también permiten disfrutar del huevo de manera nutritiva y saludable.