El último. El que ha contado con menos corredores, el más rápido–junto con el del pasado jueves– y el que ha generado más sustos. Los novillos de la ganadería de Santafé Martón, de Sevilla, venían con la vitola de ser unos animales más grandes que muchos de los toros que en estos días han desfilado por las calles del recorrido del encierro de Tudela, y cumplieron los pronósticos. Con hechuras de quinqueños –los toros de lidia deben tener de cuatro a seis años y los novillos de dos a cuatro–, sembraron respeto en el último de los encierros de las fiestas de Santa Ana. Como despedida, las calles de la capital ribera se vieron mucho más vacías de corredores que en días anteriores, lo que permitió carreras limpias, cuando se pudo, pero, al mismo tiempo, hizo que los astados se despistaran más y atendieran menos a las carreras.
De nuevo se paró el crono en 2 minutos y 32 segundos, el mismo tiempo que invirtieron los de José Manuel Lupi, de Portugal. A diferencia de ellos, los novillos hicieron un poco la guerra por su cuenta.
Desde que salieron de los corrales los astados se lanzaron a comandar la carrera y en Camino Caritat cada uno corrió a su aire, eso sí, en fila, lo que dificultó el acceso de los corredores a ponerse delante de las astas.
El gran espacio que había entre corredores, aunque en ocasiones es positivo, en este caso despistó a los astados que iban de un lado a otro de la calle despistados con cualquier cosa que les llamaba la atención. Así llegaron a la curva de Griseras donde el que marchaba delante cayó y se quedó desorientado en el centro de la calle Almajares. Sin embargo su manada le recogió y subió con ellos hasta la curva de la avenida de Zaragoza.
Todo ese tramo se recorrió sin problemas, de hecho ni siquiera hubo caídas, hasta llegar la curva de bajada a la plaza de toros. Los primeros morlacos (un grupo de dos y luego otros dos más sueltos) entraron sin problema, pero el último resbaló y a punto estuvo de ir a por un joven que había caído junto a él. Sin embargo se repuso y atravesó en horizontal la calle para ir al otro vallado, aunque solo fue un susto. Finalmente entró a la plaza sin ocasionar mayores problemas.
En esta ocasión las atenciones de Cruz Roja han sido en la suelta de vaquillas:
- C.F., de 52 años, vecino de Murchante. Herida en oreja y erosiones en el brazo.
- D.L., de 19 años y vecino de Zaragoza. Dolor en muñeca por fractura anterior, no ha querido ir al hospital a hacerse una radiografía.
- C.M, de 30 años, de Barcelona. Abrasiones en la espalda por una caída.
Por otro lado, el tudelano de 74 años de edad herido el día 26 de julio (J.A.A.A.), que fue arrollado por la manada en la calle Camino Caritat y que sufrió un traumatismo craneoencefálico se mantiene estable dentro de la gravedad, según señalan desde el Hospital Reina Sofía.