La condición ganadera del Valle de Baztan va decayendo, lenta pero progresivamente, y pierde su histórica influencia social y económica. Desde 1989, cuando en el sector figuraban 775 explotaciones, han desaparecido por encima del medio millar y en los últimos 12 años se dieron de baja un total de 204 titulares.
La falta de relevo generacional para una profesión castigada por la subida de los precios que nunca tiene reflejo en lo que percibe por lo que cría y produce, y horarios de sol a sol son escasos atractivos para los jóvenes. En 1980 cobraban el litro de leche a 50 pesetas, ahora, 42 años después, se ven contentos si les pagan a 34-36 céntimos (60 pesetas) contra el incremento brutal de los piensos, electricidad, combustibles...
De acuerdo con las últimas estimaciones facilitadas por el Instituto de Estadística de Navarra, el número de explotaciones es de 272, frente a las 486 que estaban censadas en 2010. En el mismo periodo, el número de cabezas ha descendido de las 11.572 existentes a las actuales 9.254.
El censo ganadero oficial no está actualizado, aunque el Instituto de Estadística amablemente elaboró el resumen más reciente a partir de datos conocidos, que reflejan caídas en la totalidad de las especies ganaderas. Por otra parte, es complicado consignar la cifra de ganaderos como primera actividad y a tiempo completo, pues no son pocos los criadores que lo son como una labor complementaria a otros empleos por cuenta ajena en distintos sectores.
Ganado actual
Por especies, el total del vacuno se sitúa ahora mismo en 272 explotaciones (775 en 1989 y 486 en 2010) y 9.254 cabezas (11.572 en 2010) con lo que desde 1989 han cerrado 503 explotaciones, el 64,90% y el 44% desde 2010. De ovino existen 286 explotaciones (356 en 2010, el 19,66% menos) con un total de 34.049 cabezas, el 26,40% menos de las 46.250 que se contaban en 2010.
El caballar está en 150 explotaciones (266 en 2010) y 2.366 cabezas por las 3.224 cabezas, el 26,62 menos. Y de ganado cerdío, que en bastantes ocasiones se cría en explotaciones de las anteriores especies, se contabilizan 150 explotaciones con un total de 3.224 cabezas, por las 331 de 2010 (el 50% menos) y las 8.877 cabezas que se criaban entonces, el total de las que 3.548 eran hembras reproductoras y 5.329 lechones o gorrines.
En 33 años
En definitiva, de las 775 explotaciones existentes según el censo agropecuario de 1989, se bajó en 10 años a 590 y las unidades de trabajo bajaron de 918 a 801 en el mismo periodo de tiempo. Un total de 515 personas, de ellas 422 hombres y 93 mujeres, entonces vivían de la agricultura, la ganadería y la selvicultura, de un total entonces de 3.152 baztandarras que estaban activos hace 30 años.
Igualmente, el suelo agrícola utilizado por los ganaderos se bajó al 30,33%, de 22.248 a 15.501 hectáreas. Y los pastos permanentes, a pesar de la creación de nuevas praderas, descendieron de las 22.086 a las 15.326 hectáreas, el 30’61% menos.
Las cifras de todas las especies ganaderas experimentan pues un declive en las últimas tres décadas, hasta de un 60% en algunos casos como puede verse. El número de cabezas por explotación sí se ha incrementado, la única forma de intentar compensación en el tremendo desequilibrio de una profesión en la que “los ganaderos trabajamos a pérdidas, aguantamos porque no ponemos precio a nuestro trabajo”, según comentan en el sector.
El futuro
La mecanización en las cuadras (el ordeño y la conservación de la leche hasta su recogida por las centrales lecheras) y en las labores de campo, la siega especialmente, han contribuido a facilitar el trabajo y aliviar una profesión en la que el ganadero se suele decir que pide “un pozal de agua y un pozal de sol”, pero las cosas no resultan tan sencillas.
Ahora se cuenta con ordeñadoras mecánicas “pero son las personas las que tienen que colocar en las ubres de las vacas las capuchas de ordeño” que se aplican a los pezones e imitan la succión ejercida por la cría. “Y todo eso funciona con electricidad y ya sabemos a qué precios”.
Es por eso que son bastantes los que han abandonado la producción de leche y optado por el vacuno de carne, de raza pirenáica, sin la esclavitud del ordeño por la mañana y al anochecer, para la cría de terneros. “Pero al ganado hay que alimentarle y si te toca un año como este, sin lluvias y con los pastos absolutamente secos y te ves obligado a comprar forraje, ya puedes dar el posible beneficio por perdido”.
La ganadería sigue siendo un trabajo muy sujeto, no hay horarios ni fines de semana ni el cobro de una nómina a fin de mes. “La gente joven, si quitas los que les gusta el campo y quieren seguir a sus padres, no están por la labor”. “En Baztan acabarán quedando 40, 50 o 100 explotaciones fuertes y el resto hasta que nos jubilemos”, se lamentan.