La vista ideal, el rincón más fotogénico, un encuadre paradisiaco, la pose perfecta… Cada vez más viajeros elaboran su álbum de vacaciones con las redes sociales en mente. No es que el narcisismo venga de ayer, pero la llegada de los smartphones ha propiciado que haya que inmortalizar cada segundo de las vacaciones. Imágenes de playas, monumentos, puestas de sol, de bebida y comida, y posados de todo tipo llenan las galerías los teléfonos inteligentes. Y es que en todo el mundo se estima que se sacan 5.300 millones de fotos al día, el 94% de ellas con móviles.
En el todo por un like, surgen las polémicas. Así, las fotos de postureo de instagramers que posaban, por ejemplo, en Auschwitz como si estuvieran en una sesión de modelaje llevaron a los responsables de las instalaciones del campo de concentración a pedir respeto a los turistas. “Cuando vengas a Auschwitz Memorial, recuerda que estás en el lugar donde mataron a más de un millón de personas. Respeta su memoria”.
Y todo porque el principal motivo de que las fotos se hagan con el móvil obedece a la necesidad de compartirlas en redes sociales. Cada día se comparten 14.000 millones de imágenes a través de las redes. Los canales sociales se han convertido en una ventana para difundir los momentos vacacionales, e incluso, son fuente de inspiración que ayudan a elegir destino. De hecho, un 14% de la población asegura que busca destinos con los mejores spots en redes sociales, y un 36% se sirve de fotos para coger ideas. Además, una vez en el lugar, cuatro de cada diez usuarios copian las instantáneas que ya han visto previamente. Por eso también, tras las vacaciones, aumenta un 60% la impresión de fotografías.
Cara B
Pero la cara B de este afán desmedido por fotografiarlo todo es que el almacenaje de fotos en la nube, compartirlas en redes, enviarlas, etc., emite toneladas de CO₂ a la atmósfera. Algo de lo que la población en general no es consciente porque no se ve. Un ejemplo. Tener guardadas mil fotos en el teléfono consume el equivalente a cargar ocho móviles. Eso, extrapolado al Estado español, corresponde al consumo de 240 millones de móviles cargando.
Los estudios dicen, además, que una cantidad importante, en concreto una de cada tres, no tiene ninguna relevancia para los usuarios, y los expertos piden que se revierta esta tendencia. De hecho, el 63% manifiesta acumular fotografías en sus dispositivos, y que no tiene casi costumbre de borrar periódicamente aquellas que no son relevantes. Solo el 37% tiene por costumbre eliminar todas aquellas que no tienen ningún valor.
“Eliminar fotos de nuestros dispositivos que ya tenemos en papel o aquellas que no aportan valor es una práctica muy beneficiosa para el medioambiente”, comenta Qui Marín, directora del Sur de Europa de Cheerz, empresa de impresión desde el móvil.
“Sería mucho más responsable, social y medioambientalmente, unas prácticas de higiene digital activas, es decir –añade– que elimináramos todo aquello que realmente no necesitamos e imprimiéramos aquellas imágenes que queremos conservar como recuerdo. Asimismo, evitaríamos la sobrexposición de los menores de edad en las redes sociales y su huella digital antes de incluso alcanzar la mayoría de edad”.
Bebés antes de los seis meses
No en vano ponen de manifiesto que más del 80% de los bebés ya están presentes en las redes sociales e internet antes de cumplir 6 meses de vida, pese a que los expertos apuntan varios riesgos. Los más leves serían la huella digital que se genera al menor; los riesgos psicológicos que puede sufrir cuando crezca y los efectos legales de exponer su intimidad sin consentimiento. En el otro extremo, y entre los efectos más graves, figura el acceso de redes de pedofilia a esas fotos, grooming o el ciberbullying.
Porque desde que se publican las fotos se pierde el control sobre ellas. Muchos progenitores desconocen que las imágenes que se suben a las redes sociales se pueden comprar por otras empresas y ser utilizadas sin el permiso. Además, con la llegada de la IA aumenta el riesgo de que se puedan alterar las imágenes y ser utilizadas para usos delictivos.
Pero no solo los más pequeños están expuestos. Hasta las mascotas se convierten en protagonistas de las instantáneas. Algunos perfiles de perros y gatos en redes sociales acumulan millones de seguidores y visualizaciones. Tanto, que sus dueños se han hecho millonarios. “Las mascotas son claramente fotogénicas. Despiertan ternura, empatía, diversión… su belleza y autenticidad captan nuestra atención, y la de los seguidores, sin “postureo”. De hecho a siete de cada diez dueños les encanta sacar fotos a su mascota constantemente”, comenta convencida Marín.
Según estos mismos datos, un 32% de los dueños saca fotos a sus mascotas con el objetivo de subirlas a RRSS y un 10% incluso afirma que les han creado su propio perfil. l