El patrimonio cultural vasco conserva importantes villancicos históricos euskaldunes. Los tres más cantados quizás sean en estos días Olentzero, Hator, hator, y el conocido como Mesias sarritan, que curiosamente se gestó con título original en castellano como Al nacimiento del hijo de Dios. El dedicado al carbonero es de autor anónimo, el segundo es de Jesús Guridi, y el mesiánico, del durangarra Bartolomé de Ercilla, partitura que el domingo cumple 130 años, ya que se estrenó el 25 de diciembre de 1892 en la parroquia de Santa Ana de Durango.
La filóloga y documentalista Marian Díaz Gorriti es la biógrafa por excelencia de este último autor vasco que se codeó con “la crème de la crème de la época” como fueron, entre otros, Miguel de Unamuno, Julián Gayarre, Vicente Arana, Camilo Villabaso, Antonio Trueba, Juan E. Delmas, Arturo Campion, Felipe Arrese, Antonio María Lecuona, Dotesio, Anselmo Guinea, Carmen Delmas, Emilio Arrieta, Cleto Zabala, Dámaso Zabalza, Federico Olivares, Manuel Villar o Melania Tellechea. Tras años dedicados a investigar su figura y publicando cada año de forma excelsa un libro o un CD que pone en valor las creaciones del pianista, compositor y director del Orfeón Iparaguirre o de la Coral bilbaína nacido en 1863 en Durango, estos días aporta un capricho, un single en vinilo que cuenta en la cara A con un solo a txistu, fragmento del zortziko Belengo portalian interpretado por el txistulari Iker Sagalá y una pieza narrada sobre el estreno, publicación e interpretaciones en la época de Ercilla en la voz del exprofesor de literatura Carlos López Pardo.
La cara B del disco, que se puso a la venta en la Durangoko Azoka, ofrece el Mesias sarritan interpretado por el coro durangarra Bogoroditsie acompañado por Herri Maite akordeoi taldea. Completa la joya musical, un solo de Belengo portalian cantado por la soprano Bidane Txopitea. “A diferencia de otros villancicos anónimos, populares, este es de autor, dato importante”, enfatiza Díaz Gorriti quien apostilla que Ercilla llevó a cabo una meritoria y prolífica labor a pesar de que falleció a los jóvenes 35 años.
Compositor
Aunque algunas personas más también se han iniciado en el estudio del autor, no han alcanzado los máximos de esta apasionada filóloga vizcaína. “Bartolo es uno de mis grandes amores. Yo soy de amores platónicos”, sonríe y va más allá: “Fue un artista bohemio, alegre y generoso, un músico que, a pesar de su obra, es autor de unos zortzikos maravillosos y de un villancico legendario. El autor ha permanecido invisibilizado a lo largo de los años. No sé si voluntaria o involuntariamente, tal vez su persona no fuera entendida por la mojigatería de sus coetáneos en Durango y es entonces cuando empieza su condena al ostracismo”, estima quien explica que Ercilla fue casi coetáneo a su tatarabuelo, concejal en el ayuntamiento de la villa cuando se nombró al músico director de la primera banda de música municipal de la localidad.
Díaz Gorriti ha contado con el reconocimiento del malogrado editor Leopoldo Zugaza –fallecido el pasado 2 de noviembre–, hombre erudito que supo reconocer desde el principio la valía de este trabajo que no solo versaba sobre Ercilla, sino también recuperaba la historia del Durango de finales del XIX reflejada en la prensa de la época.
Entre otras incógnitas relativas al maestro, se suele atribuir su figura a la de un músico con barba que aparece en una fotografía. Consultada si se tiene constancia de que realmente fuera él, la documentalista de ETB supone que “algún contemporáneo que conoció al músico puso su nombre en la única fotografía conocida que hay de la banda de música La Amistad tomada hacia 1893. De no ser así, resultaría extraño que, no siendo su director, habiéndola dirigido solo con ocasión de las Fiestas de San Antonio de ese mismo año, salga él en una foto con la batuta de director en la mano, porque Ercilla nunca fue director de esa banda ya que sabemos quienes sí lo fueron. De la que sí fue director es de la primera Banda municipal de música de Durango”, diferencia.
Como pista, El Noticiero Bilbaíno del 1 de mayo de 1893 publicó una foto de la banda de música La juventud duranguesa, aportando el dato de que esta se había constituido el 29 de abril de 1892, tomada en Durango por Mr. Arnaud, fotógrafo de París, establecido en la calle Hurtado de Amezaga. “Puede haberse dado el caso de que ese mismo fotógrafo sacase otra foto a la banda rival La Amistad y que por esos días Bartolomé estuviese ensayando con ellos para actuar por San Antonios. Quién sabe”.