La izquierda abertzale protagonizó un giro copernicano cuando, en 2014, el entonces presidente de Sortu y portavoz de EH Bildu, Hasier Arraiz, propuso acometer un “proceso constituyente” en Euskadi en tres fases, una para realidad administrativa, en referencia a la CAV, Nafarroa e Iparralde. Este planteamiento, que fue expuesto en el debate de política general del Parlamento Vasco hace poco más de diez años, borraba de un plumazo la estrategia del todo o nada de la antigua Herri Batasuna, que rechazaba cualquier vía intermedia que no conllevara una independencia de facto de Euskadi. Una postura que reivindicó también con vehemencia Arnaldo Otegi, actual coordinador general de Bildu, y que situaba a la izquierda abertzale en las antípodas de las propuestas autonomistas del PNV, que criticó con dureza.
Una década después, este proceso puede adquirir carta de naturaleza plena con la ponencia político-organizativa que, bajo el nombre Zutunik, la dirección de EH Bildu ha elaborado para que sea debatida por la militancia de cara al tercer congreso de la coalición abertzale que culminará en febrero.
El propio Otegi, que en el pasado rechazó de forma categórica que la izquierda abertzale fuera a apoyar un “proceso que no cuente con el conjunto de territorios donde hay vascos”, presentó el 18 de octubre en Bergara Zutunik, que aboga por “recuperar soberanía para desarrollar políticas públicas antineoliberales”. Y hacerlo además de forma “gradual” y desde la suma de la voluntad democrática de cada una de las tres partes de Euskal Herria, “respetando los ámbitos de decisión” en los que se divide el país.
La actual posición del grupo de EH Bildu en el Congreso como muleta del presidente español, Pedro Sánchez, es también clave en esta apuesta. De la posición histórica de la izquierda abertzale de renunciar a tener presencia en las Cortes Generales se ha pasado a ofrecer sus votos prácticamente gratis et amore al líder socialista. Otegi ha admitido que, pese a la “inestabilidad” de la mayoría de la investidura, existe una ventana de oportunidad con el Gobierno del PSOE y Sumar para dar un salto en clave nacional. El callejón sin salida al que llevó la vía unilateral del procés, admitido por sus propios impulsores, es otro factor a valorar en esta evolución.
Declaración de Aiete
La posición de máximos de la izquierda abertzale empezó a virar mientras ETA decretaba el cese definitivo de su actividad el 20 de octubre de 2011 tras la Conferencia Internacional de Paz de Donostia, celebrada en el Palacio de Aiete. En las elecciones generales del 20 de noviembre de ese mismo año, la coalición Amaiur irrumpió en el Congreso de los Diputados con siete representantes.
Con motivo del décimo aniversario del fin de ETA, el 18 de octubre de 2021, Arnaldo Otegi y el secretario general de Sortu, Arkaitz Rodríguez, dieron un salto cualitativo en su posición con las víctimas al reivindicarlas “a todas”, pero especialmente a las “víctimas de la violencia de ETA”. “Sentimos su dolor, que nunca debería haberse producido. No se debería haber prolongado tanto en el tiempo”, admitieron.
En una declaración leída en Aiete les trasladaron “de corazón que sentimos enormemente su sufrimiento y nos comprometemos a tratar de mitigarlo en la medida de nuestras posibilidades. Siempre nos encontrarán dispuestos a ello”.
Ponencia de autogobierno
En materia de autogobierno, EH Bildu, que rechazó el Estatuto de Gernika de 1979 por no incluir a Nafarroa, participó activamente en la ponencia del Parlamento Vasco creada con el fin de actualizar la relación con el Estado. Pese a quedar en estado de impasse tras la convocatoria de elecciones en 2020, este foro, que reunió a numerosos expertos que abordaron esta cuestión a propuesta de los grupos, logró avances como el Acuerdo de Bases y Principios sobre Autogobierno suscrito el 6 de julio de 2018 con el PNV y en parte con Elkarrekin Podemos-IU.
En su programa de cara a las elecciones vascas del pasado 21 de abril, EH Bildu abogada por recuperar ese acuerdo de bases y plasmarlo en un “texto articulado”. Para ello instaba a “reactivar la ponencia parlamentaria de autogobierno” y fijaba en el plazo de un año alcanzar un pacto sobre dicho texto.
Que, en la antesala de estos comicios, Otegi anunciara que no sería candidato a lehendakari también fue sintomático del giro pragmático de su formación. Un hecho que se vio ratificado después con la elección como aspirante de Pello Otxandiano, con un perfil más tecnócrata y sin la losa de un pasado ligado a una larga etapa de la izquierda abertzale con ETA en activo. Ya en campaña, los circunloquios de Otxandiano para no calificar a la banda de “terrorista” sacaron a la luz las contradicciones de EH Bildu, tras lo que pidió perdón a las víctimas.
La coalición no ha salido indemne de este proceso y ha alumbrado un vástago rebelde en la forma de Gazte Koordinadora Sozialista (GKS), agrupación comunista que por ahora no ha dado el salto a la política y que integra a buena parte de los jóvenes críticos con la evolución de EH Bildu, a la que acusan de ser el “sostén del Gobierno español”.