Establecen "relaciones muy absorbentes" y cuando fallan "prevalece un narcisismo muy potente y todo les resulta amenazante", explica Atienza sobre el perfil de Gimeno
DoNOSTIA – "No conociendo bien la evolución ni la historia de esta persona es delicado pronunciarse porque puedes equivocarte muy fácilmente", advierte José Luis López Atienza, psiquiatra y psicoterapeuta del Centro de Salud Mental de Uribe, quien, desde la prudencia, esboza el "perfil narcisista" en el que podría encajar Tomás Gimeno, el padre que mató a sus hijas, Olivia y Anna, y las lanzó al mar.
Por los datos que habían trascendido antes de hallar el cuerpo de Olivia, ¿esperaba el fatal desenlace pese a la esperanza de la familia?
–Sabía que estaban buscando el cuerpo de estas dos niñas y el de él y que era una situación alarmante y preocupante porque el tiempo que había transcurrido era largo y sin hallazgos de nada más que objetos, indicios que apuntaban casi todos a un final nefasto, eso sí. Los datos que habían trascendido, como que había aparecido la silla del coche, eran inquietantes. ¿Esperable? Yo creo que sí, son situaciones esperables.
El auto judicial confirma que mató a sus hijas y las arrojó al mar para provocar a su expareja "el mayor dolor" posible. Hasta este jueves, sin embargo, el entorno no contemplaba que dañara a las niñas.
–Habría que saber más a fondo sobre la entidad de esta persona y sobre la relación de pareja, porque todo esto pasa en una relación de pareja donde, dependiendo del tipo de relación que se establezca y las personalidades de los miembros, los hijos muchas veces son moneda de cambio. Si la relación no es satisfactoria y, dependiendo de la psicopatología de las personas, satisfactoria puede ser que el otro se someta a las pretensiones y a las decisiones, los hijos, más que personas, son objetos. Los hijos son lo más valioso si la estructura de personalidad es una estructura organizada, madura y sana, pero no cuando una mente no está sana.
Y los usa como 'arma arrojadiza'.
–Los hijos sufren mucho todo esto. Hay un sufrimiento activo, como en este caso, en el que acaba con la vida de las niñas, y un sufrimiento pasivo, que se da en muchas familias, donde los hijos padecen de la descompensación de la personalidad de los padres.
¿En qué perfil encajaría Gimeno?
–El perfil de personalidad del violento o del agresivo es un perfil que fácilmente entra en regresión. Es decir, estas personas se sostienen ahí malamente si el ambiente que les rodea y la relación de pareja satisface más o menos una serie de necesidades que tienen, que a veces son muy primarias. Cuando ese pseudoequilibrio emocional de una personalidad violenta se rompe, aparecen aspectos muy regresivos y lo que prevalece es un narcisismo muy potente y patológico, donde ya no ven personas en su entorno. Es una relación perversa porque el uso que hacen de las relaciones, de la pareja, de los hijos, no es un uso interpersonal. En ese estado narcisístico regresivo todo se le vuelve en contra, todo le resulta amenazante, nada le da satisfacción y entonces el otro, en la mente, deja de ser un otro, deja de ser un ser. Es un objeto al cual uno tiene que devolver la herida que está sintiendo que se le está ocasionando por el trato despectivo, de anulación o de descalificación que pueden sentir porque son personalidades muy frágiles. Pueden ser personalidades violentas y pueden ser personalidades que también se llaman esquizoides, medio psicóticas, que guardan y guardan lo que les pasa, no comunican y no hablan hasta que llega un momento en el que, por alguna circunstancia de lo que va pasando en la relación de pareja, estallan, rompen esa defensa de silencio y de ocultación de lo que están sintiendo y pensando y aparece una especie de cascada muy primitiva de reacciones y conductas.
Sobre los paralelismos que se pueden establecer entre los casos de Tomás Gimeno y José Bretón, que también mató a sus dos hijos, hay opiniones encontradas.
–Puede haber una cierta semejanza entre ambos casos. En el modus operandi sí se ve que hay un uso de los niños contra la pareja. En la pareja muchas veces no se ve a la pareja como tal, sino que hay una traslación de lo que les falló y faltó en sus etapas tempranas de relación con la familia. Ahí hay muchas fallas.
Gimeno urdió un plan 'maquiavélico' para sembrar incertidumbre. ¿Ve similitudes con otros casos?
—Pensando en situaciones semejantes, aparece eso: una estructura de personalidad muy frágil con tendencia hacia regresiones narcisísticas. Tienden a establecer relaciones de pareja muy absorbentes y dependientes. Cuando esto falla, la acción regresiva es hasta estadios muy tempranos de las mentes de estas personas, donde ya no hay seres humanos, sino objetos y daño. Un daño irreparable que para poderse deshacer tienen que conseguir hacer un daño semejante al que están viviendo. Ese daño que viven es imaginario por la fragilidad y por el narcisismo, aunque a veces sí hay un daño manifiesto de defensa de la otra parte de la pareja. Este podría ser el perfil y lo que podría explicar estos movimientos tan terribles.
Y tan incomprensibles para todos.
–Estas cosas te hacen pensar en cómo podemos llegar los seres humanos a estas situaciones, pero es que la madurez, el equilibrio y todo lo que conlleva esto, el afecto, el cuidado, la ternura, es algo a conseguir que se pierde en muchos momentos en muchas personas porque son estructuras de personalidad muy frágiles.