La desesperación de llevar años sin poder dormir cada fin de semana por los ruidos de un pub debajo de su casa y la falta de respuesta del Ayuntamiento de Durango ante las innumerables quejas interpuestas, llevaron a Iker Fernández a iniciar ayer una huelga de hambre e instalarse en los bajos de la casa consistorial. A las 10.30 horas, este zornotzorra residente en la villa, hizo pública su situación y malestar sentado en un sofá y con una lámpara forrada de mensajes de protesta.
“Estoy tan harto, cansado y desesperado que he tomado esta decisión drástica. No puedo dormir por el ruido del pub que hay debajo de mi casa. El sábado por la noche comencé la huelga de hambre y hoy estoy aquí. Es una forma de decir que no puedo más”, lamentó resignado.
Hay que remontarse a 2018 para recoger las primeras quejas de este vecino a través del servicio de WhatsApp que presta el SAC de la localidad. Y es que desde hace años el denunciante escucha las conversaciones y canciones que suenan en el establecimiento nocturno de debajo de su casa. A pesar de vivir en el tercer piso, el ruido es “insoportable” desde el jueves por la noche y durante todo el fin de semana. “Yo lo único que quiero es dormir; no voy en contra de nadie, ni siquiera del pub. Tengo muy claro que el ocio nocturno, la marcha, salir y la fiesta nos gusta a todos, pero llevo tiempo quejándome al Ayuntamiento de Durango y no han hecho nada. La situación es una tortura y creo que a esto se le puede dar una solución”, insistió convencido el zornotzarra.
Indignado por la actitud del Ayuntamiento, Iker denunció ante el Ararteko la falta de actuación frente a las denuncias presentadas por las irregularidades del establecimiento de hostelería situado en las inmediaciones de su domicilio. Denunció falta de control ambiental de las graves molestias de ruidos y vibraciones que padece en su vivienda por el elevado volumen de la música en dicho establecimiento y por incumplir sistemáticamente su horario de cierre. “La verdad es que estoy muy desesperado y quemado; considero que esto no puede ser legal”, insistió molesto.
Resolución
En octubre de 2021 denunció que el local carecía de un nivel de aislamiento suficiente y que mantenía constantemente las puertas abiertas. Alegaba que esta situación estaba provocando graves perjuicios en su salud. El Ararteko solicitó información al Ayuntamiento de Durango con el fin de conocer las actuaciones municipales de control ejercidas para corregir las molestias relacionadas con el funcionamiento del establecimiento.
En la resolución del pasado día 3, el Ararteko recomendó al Consistorio durangarra que requiriera de inmediato al promotor del establecimiento para que regularizara la actividad. Le recordó, también que, si no pudiera legalizarse por incumplimiento de la normativa vigente, debería proceder a su clausura definitiva. “
A casa ha venido muchas veces algún técnico municipal a hacer alguna medición, pero nunca sirve de nada. Les doy un juego de llaves si quieren; el problema es que necesito descansar y no hacen nada para solucionarlo. Cuando estás en tu casa, en tu cama y quieres dormir y no puedes por el volumen de la música de un negocio que tienes tres plantas más abajo, es horroroso”, aseguró contrariado el afectado.
Reconociendo que comienza a notar el hecho de no haber comido nada desde el sábado por lo noche, Iker Fernández se mostró con fuerzas y ganas de seguir peleando. Para poder llevar a cabo esta huelga de hambre “me quedaban seis días de vacaciones y hablé con mi jefe para cogerlos con urgencia. Los estoy utilizando para estar concentrado aquí y llevar a cabo esta huelga de hambre. Es una forma de pedir ayuda, llamar la atención y que alguien tome decisiones para poner fin a esta situación”, zanjó deseoso de lograr una respuesta.