No es un fenómeno imposible, pero sí raro, inusual, inesperado y, sobre todo, impresionante. Durante la noche entre el 5 y el 6 de noviembre se pudo ver en el cielo de Cáceres una aurora boreal de color rojizo. Sorpresa mayúscula en un país en el que para la mayoría estos fenómenos atmosféricos son cosas de documentales y viajes al círculo polar ártico.
Pero además, no es la primera vez este año. El pasado 23 de abril se pudo ver otra aurora boreal en Cáceres además de en Málaga y en Almería. Todas ellas regiones por debajo del paralelo 40, muy alejado de las latitudes polares del paralelo 60 y considerado límite máximo al que llega este espectacular fenómeno.
Qué es una aurora boreal
Las auroras boreales, y también las australes, ya que este fenómeno no es exclusivo del hemisferio norte, son sucesos astronómicos luminiscentes en el cielo nocturno de la Tierra y que, por lo general, se ven en las latitudes más altas, los círculos polares.
Su origen está en el Sol. La actividad solar hace que esta estrella cercana expulse partículas cargadas de energía que viajan por el espacio impulsadas por el viento solar hasta chocar con la magnetosfera, el campo magnético que rodea la Tierra y la protege de ellas desviándolas. Algunas de estas partículas consiguen entran en la atmósfera y, actuando como imanes, se desvían hacia los polos magnéticos de la Tierra, que no son los mismos que el Polo Norte y el Polo Sur.
Estas partículas solares, que se ionizan al entrar en contacto con este campo magnético, en el límite de la ionosfera (a unos 90 km de altura sobre la corteza terrestre), y viajar por la atmósfera alta colisionan con átomos de oxigeno y de nitrógeno, lo que provoca una descarga de energía en forma de luz que es visible por el ojo humano. El conjunto de estos millones de destellos de luz son las auroras boreales.
Lo más llamativo de estas auroras son sus colores, que van del verde y azul al rojo, naranja o púrpura. Esto depende, por un lado del tipo de átomo con el que colisione la partícula solar, y por otro con el nivel de energía que alcancen estas partículas.
Así, del oxígeno nacen los colores verde y amarillo, y también las gamas del rojo y morado según la longitud de onda del destello. Por su parte, el choque con el nitrógeno puede emitir luz azul, púrpura o roja.
En el sur de Europa
Las auroras boreales de principios de noviembre no solo se vieron en Cáceres, ya que también pudieron ser disfrutados en Francia, Italia, Alemania o Polonia. Algunos astrónomos calificaron el evento como "una noche loca de auroras boreales” por su intensidad y extensión.
Desde la NASA explicaron que este año el Sol está viviendo una actividad totalmente inusual, con grandes fulguraciones (eyecciones de masa coronal), manchas solares y otras manifestaciones similares de una potencia superior a la media.
En este caso concreto se ha tratado de una fulguración gigantesca. Las partículas de esa explosión cruzan el espacio arrastradas por el viento solar, cuya velocidad se aceleró por la potencia de la eyección, convirtiéndose en una tormenta solar, y al llegar a magnetosfera su impacto fue mayor, deformándola más profundamente de lo habitual, entrando más material solar ionizado en la atmósfera alta y formando auroras más extensas.
El Sol es una bola de gas caliente con carga eléctrica y un poderoso campo magnético. Este último marca el ciclo de actividad solar, que dura unos 11 años. Este periodo es lo que tardan los polos magnéticos del Sol en volver su posición original tras haberla perdido. A mitad de ciclo es cuando mayor actividad solar se produce en la superficie, cuando más manchas solares se pueden ver.
Actualmente, el Sol se acerca a su momento de actividad más intensa dentro de su actual ciclo, cuyo pico se espera para 2025, por lo que no es improbable que más auroras boreales lleguen hasta el sur de Europa.
Otras auroras boreales vistas desde España
No son habituales las auroras boreales en la península Ibérica, pero por encima del paralelo 40, en el tercio norte, no sería una sorpresa excesiva ya que se encuentra dentro del área de influencia. La última que se tenía registrada hasta este año ocurrió el año 2003, cuando desde la región de Gijón se pudo ver una. En 1989 también se pudo observar otra desde Galicia.
Pero se da la circunstancia de que este año se cumplen 85 años de la que se conoce como la aurora boreal de la Guerra Civil en España. Tuvo lugar el 25 de enero de 1938 y se pudo ver en toda España. En el oeste de Madrid, donde fue particularmente visible, se confundió su luz roja con un incendio en los montes del Pardo. Su potencia ocasionó también problemas en las ondas cortas de radio. Si se hacen cuentas, han pasado desde entonces ocho ciclos solares.