Con una canasta desde la cabecera de la zona en el primer cuarto del duelo del domingo entre Los Angeles Lakers y los Philadelphia 76ers, LeBron James se convirtió en el segundo jugador de la historia de la NBA en alcanzar la cota de los 38.000 puntos anotados. Inmerso en su vigésima temporada como profesional, y cumplidos ya los 38 años, el rendimiento individual de King James continúa situándole como uno de los mejores jugadores del planeta. Arrancó el presente ejercicio con la plusmarca histórica de puntos de Kareem Abdul-Jabbar (38.387) al alcance de la mano y salvo imprevisto en forma de lesión le superará incluso antes del parón del All Star. Y es que LeBron, ver para creer, está firmando el quinto mejor promedio anotador de su carrera con 29,2 puntos por cita y se encuentra a solo 316 (al partido del domingo hay que sumarle los 48 puntos que logró el lunes ante los Houston Rockets) de superar al legendario pívot, algo que podría producirse, atendiendo a las matemáticas, el próximo 9 de febrero en la visita a Los Ángeles de los Milwaukee Bucks de Giannis Antetokounmpo. Si baja algo su rendimiento de cara al aro rival o su entrenador, Darvin Ham, decide concederle algún descanso –los Lakers, 13º de la Conferencia Oeste con un mal balance de 20-24, tampoco pueden permitirse prescindir demasiado de su gran estrella–, la señalada fecha podría retrasarse dos días, a la visita a los Golden State Warriors de Stephen Curry, o a la contienda contra Portland Trail Blazers del día 13.
Abdul-Jabbar se mantiene al frente de la lista histórica de anotadores de la NBA desde que el 5 de abril de 1984 desbancara a otro gigante dominador de su época como Wilt Chamberlain, cuya supremacía databa de 1966. Kareem estiró su carrera hasta 1989 y cuando colgó sus botas a los 42 años sus 38.387 puntos parecían una barrera prácticamente imposible de superar. No lo consiguieron estrellas de prolongada carrera en los 80 y los 90 como Karl Malone (36.928) ni un Michael Jordan (32.292) penalizado por sus dos retiradas provisionales; tampoco los grandes anotadores de este milenio llamados Kobe Bryant (33.643) o Dirk Nowitzki (31.560).
Pero LeBron James es otra historia. Por su larga carrera y por haber conseguido mantener un elevado rendimiento pese a que las lesiones le han amargado más de la cuenta los últimos ejercicios. Llegó a la NBA directamente desde el instituto y consiguió promediar 20,9 puntos con 19 años, mientras que veinte años después sigue sin aflojar. Su promedio actual de 29,2 puntos por cita le coloca como séptimo mejor artillero de la competición. Ningún otro jugador que haya cumplido los 35 años figura entre los 90 primeros, con Kyle Lowry y sus 13,1 puntos al frente. Cuando se compara su actual momento con el de las leyendas de la NBA cuando tenían su misma edad, hasta el momento nadie había promediado por encima de los 23,4 puntos de Abdul-Jabbar a los 38 años. Otro récord pulverizado.
LeBron ha necesitado 1.399 partidos (ahora lleva 1.400) para alcanzar la cota de los 38.000 puntos y solo una lesión grave podría evitar que se convierta en breve en el mejor anotador de la historia, pero la pregunta sería hasta dónde elevará el listón una vez deje atrás a Kareem. Su compañero Dennis Schröder comentó que James le había confesado que no le importaría jugar “entre cinco y siete campañas más”, algo que la gran estrella de los Lakers negó. De su boca solo ha salido que quiere seguir jugando mientras tenga opciones de volver a luchar por el anillo, lo que podría provocar su salida de la franquicia angelina el próximo verano si la estructura del equipo no sufre la mejora que él reclama, y que su gran ilusión sería compartir equipo con su hijo Bronny, aún en el instituto, posibilidad que no podría darse hasta el ejercicio 2024-25. Por el momento, sigue intentando tirar de unos Lakers erráticos –desde la lesión de Anthony Davis en diciembre promedia por encima de los 33 puntos por choque– a pesar de que el anillo conquistado con la franquicia californiana en 2020 parece un recuerdo de otra vida ya lejana.