A través de la historia de alguien que tiene que sanar y empezar de cero después del mayor golpe de su vida, la psicóloga Silvia Congost muestra todas las etapas del proceso de duelo tras una ruptura, analiza cada una de las fases por las que uno transita e indica los conocimientos y las herramientas necesarias para fluir y descubrir que el fin del amor debe ser el principio de una nueva relación con uno mismo.
QUIÉN ES
Silvia Congost es psicóloga experta en autoestima, dependencia emocional y conflictos de pareja. Tras sufrir personalmente una relación de dependencia emocional, su propuesta es ayudar a otras personas a liberarse de vínculos destructivos y a enseñarles a construir relaciones de pareja sanas. Junto a su equipo, realiza sesiones online y presenciales en sus centros de Barcelona y Girona y conduce los Grupos de autoestima. Su éxito radica en que consigue generar los cambios que la persona necesita en menos de diez sesiones. Su página web www.silviacongost.com y su blog cuentan con más de 100.000 visitas mensuales y seguidores en todo el mundo.
Es incesante el aumento de divorcios y rupturas de pareja, ¿quizá por ello el dolor por este motivo está extendiéndose como una epidemia?
Acabar una relación y enfrentarnos a una ruptura es una situación de pérdida, un cambio importante de nuestra vida y todas las pérdidas producen dolor. Nos vemos obligados a transitar por un proceso de duelo y duele. Es normal pasarlo mal. No es una epidemia el que cada vez haya más gente que se separe, es normal. Vamos hacia donde tenemos que ir de forma natural, porque la vida es cambio, los cambios forman parte de la vida y las rupturas son eso, procesos de cambios.
Siendo el dolor algo muy personal, el que lo sufran tantos ¿ayuda a aceptarlo mejor?
Aunque sepas que otras personas pasan por lo mismo, al inicio a ti te da igual. Ocurre con las diversas fases de rabia, negación... tú no quieres eso, lo niegas y obvias todo lo que te rodea. Pero es cierto que conforme vas asumiendo la ruptura, el hecho de saber que es un proceso que viven muchos otros te calma. Porque todos nos enfrentamos a alguna pérdida y quienes nos rodean lo han sufrido y superado. Y pensamos que no vamos a ser menos, que hay solución. Al conectar con alguien que ha vivido lo mismo que tú, te sientes aliviado, comprendido y un poquito mejor.
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Rabia, furia, frustración, sensación de fracaso, dolor físico, impotencia… ¿Cuál es el sentimiento más mordiente en la ruptura?
Todos lo son, pero la rabia y la tristeza son los que pueden llegar a ser más profundos. El más pernicioso es la negación, el no querer aceptar lo que nos está pasando, porque nos lleva a seguir anclados, querer saber cosas de esa persona y seguir obsesionado con ella. Ese es el sentimiento que más connotaciones negativas conlleva, pero el más doloroso es la rabia, porque se mezcla la necesidad de hablar mal de esa persona, desear que le vaya mal y buscar gente que hable mal de ella. Eso alimenta la obsesión que no te deja seguir adelante y dejar atrás esa historia. La tristeza también es muy destructiva y dolorosa porque no te permite reconectar con las nuevas cosas bonitas que la vida está tratando de mostrarte.
¿Una ruptura de pareja transita por los pasos clásicos de negación, aceptación y superación? ¿O esto es solo pura teoría porque la superación casi nunca se logra?
La superación se logra siempre y es importante dejarlo claro. La persona vuelve a ponerse en pie y ser feliz; encuentra un punto de paz en el que tiene claro que ya no volvería a esa relación y eso le permite iniciar otra nueva, si así lo desea. Las fases de duelo se suelen pasar todas, no siempre en ese orden; a veces se solapan unas con otras, pero hemos de tener claro el objetivo, la aceptación de la nueva realidad sin esa persona, que llegue un punto en que nos sea indiferente. Esto es lo que nos indica que hemos superado el proceso de duelo; cuando ya no sentimos nada, ni rabia y tenemos claro que la relación fue una etapa de nuestra vida pasada; muchas veces, incluso tenemos la capacidad de sacar consecuencias positivas de lo ocurrido.
En el dolor de la separación, ¿es irrelevante que la ruptura sea más o menos brusca o que sea mansa y pacífica?
Depende de cada caso. Hay personas cuya ruptura va llegando poco a poco y aun así cuando ocurre lo pasan fatal; hay otras en la que ves clarísimo que la relación no va a ninguna parte, que es supertóxica y que la pareja también lo tiene claro, pero cuando cortan queda enganchada. Pero sí es verdad que, en una ruptura brusca y no esperada, a pesar de que siempre haya señales de que algo no va bien, el trance es desgarrador. En estos casos, se quedan más atrapados en la negación. Y de quedarse ahí, no avanzan en el duelo, ni empiezan a caminar y permanecen en un limbo que les perjudica.
En la ruptura de una pareja, el dolor va por egos, pero ¿quién la sufre más, quién la provoca?
Esto es interesante, porque solemos poner el foco en la persona abandonada y es cierto que quien tiene que dar el paso de dejar la relación, a no ser que sea una persona con un trastorno de personalidad con cero empatía y compasión, lo pasa mal también. Tener que abandonar a alguien que no quiere dejar la relación, que nos ama, que se desvive por nosotros, pero a quien ya no amamos como pareja, es muy duro porque conectas con un sentimiento de culpa, de pena. Los dos sufren, pero es evidente que quien da el paso, como está haciendo aquello que siente, va fluyendo más hacia su nueva realidad; mientras que quien es abandonado sufre el desgarro porque le están quitando lo que más quiere en la vida. El dolor es más profundo.
La ruptura siempre trae asociadas patologías psíquicas, pero también fisiológicas, astenia, falta de apetito… ¿Forman parte del mismo doloroso paquete?
Sí. Por eso he escrito este libro; hay que conocer, tener la información de todo lo que puede formar parte de un proceso de ruptura. Aunque desde fuera parezca que los síntomas son exagerados, es normal perder el apetito, no tener ganas de cuidarte, de salir, de asearte, de no hacer nada, porque forma parte del dolor que estás sintiendo. Hay que saber que eso es normal y nos debe servir para no caer en el victimismo, sino para poner todo de nuestra parte y salir de ahí lo antes posible. Podemos permitirnos sentir ese malestar, pero sin dejar de avanzar, aunque sea pasito a pasito y no tengamos ganas de salir a tomar ese café con los amigos, hemos de acudir porque sabemos que nos hace bien.
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El dolor por una separación de pareja, ¿es similar a la separación irreversible de un amigo, a la muerte de la madre o padre…?
Son exactamente igual a las pérdidas de amigos u otras personas, porque son relaciones que no han funcionado. Cuando la pérdida es por muerte las fases del duelo son también iguales, lo que ocurre es que el proceso de asimilación es un poco más complejo, sobre todo si es una muerte repentina e inesperada; es un proceso más complicado y desgarrador y es bueno pedir ayuda, porque tampoco nos educan para enfrentarnos a la muerte. No tenemos herramientas y nos cuesta mucho transitar esos procesos. El duelo y las etapas de negación y de tristeza, son las mismas también.
“El amor para siempre no existe”, mantiene. ¿Aceptamos este principio básico o el platónico primer beso es para siempre nos llevará a la frustración segura?
El amor para toda la vida puede existir porque hay casos que sí que duran. Lo que ocurre es que es un amor que se va transformando, adaptando a los cambios. No somos un ordenador programado y nos quedamos así para siempre, estamos evolucionando. Cuando entre las dos partes nos vamos adaptando a los cambios y seguimos sintiendo una serie de cosas, eso hace que podamos permanecer juntos durante toda la vida. Sin embargo, debido a esos cambios, en ocasiones, eso no es así. La mayoría seguimos bajo el peso de la creencia de que el amor todo lo puede. Es verdad que tras ese primer beso inicial tenemos unas expectativas de que es nuestra media naranja. Pero ahí no conocemos a la otra persona, estamos enamorados y no vemos la realidad; para no vivir en una nube hay que tocar el suelo con los pies y poner de nuestra parte para que aquello funcione lo mejor posible, pero siendo realistas.
Plantea que nadie nos prepara para aceptar que “el amor no es para siempre”, pero que los humanos tenemos una enorme capacidad para ser Sísifo, ¿tanta como para resurgir de un fracaso amoroso?
Por supuesto. La vida nunca nos pone en una situación para la que no estemos preparados; si nos la pone es porque podemos hacerle frente siempre. Y si no, tenemos los recursos para ir a buscar lo que necesitamos. La ruptura es una pérdida, un cambio. Pero los seres humanos formamos parte de un proceso de cambio constante y estamos preparados para fluir con él también.
Su libro propone resurgir a una nueva vida tras el fracaso o dolor de una ruptura, ¿a quién dirigiría en especial sus reflexiones noveladas?
A todo ser humano, sin excepción. Vale para todas las personas de todas las edades y condición. El libro pretende dar información, herramientas y datos tanto a personas que pueden estar viviendo una ruptura como a las que lo hayan vivido. Les puede venir bien para entender mejor lo que les pasó, para pensar, para reflexionar y para ver si lo han resuelto bien. Si no nos ha pasado, nos puede ayudar a entender a personas cercanas, a familiares, a amigos que están transitando por este proceso y poder ayudarles de una forma más sana. Pero sobre todo les puede venir muy bien a los adolescentes que son los que más necesitan aprender y entender.