Con el puño izquierdo en alto, sobre la tierra conquistada de la Vuelta a Burgos, Mikel Landa (Murgia, 13 de diciembre de 1989), rehabilitado de su fea caída en el Giro de Italia, un accidente que le dejó más de 80 días lejos de competición, enfoca la Vuelta a España que comienza el sábado en Burgos con la intención de "buscar el podio si me agarró a la carrera durante la primera semana".
Venció en la Vuelta a Burgos. Fue un triunfo inesperado, pero un buen rearme moral tras tanto tiempo sin competir.
—Sí, la verdad que en el Picón Blanco vi que no estaba brillante y no me veía para la general, pero aún así continué con muchas ganas. Estaba siempre delante, con ganas de hacer algo. Al final, el último día, a última hora llegó la recompensa y pude ganar la carrera. El triunfo me sabe muy bien después del tiempo que no he podido competir. Cuando una victoria viene así, de forma inesperada, está muy bien porque, quieras o no, lo has peleado.
¿Cómo llega a la Vuelta?
—A la Vuelta llegó con muchas ganas. Al final, he corrido muy poquito este año y tengo clavada ese espinita del Giro. Tengo claro que tengo que ir con precaución. Aún me falta un poco de condición y muchas cosas, pero afronto la carrera con mucha ilusión y muy motivado.
Entiendo que aún le faltan días de competición para ofrecer su mejor versión.
—Sí. Bastantes. Desde que me caí hasta que empecé a recuperarme tampoco llevo mucho tiempo entrenando y no he podio meter mucha intensidad en los entrenamientos. Aún me queda bastante para alcanzar mi mejor forma. Día a día estoy mejor y eso me da moral de cara a la Vuelta.
¿Cómo enfoca la carrera?
—Hasta ahora iba sin una idea clara a la Vuelta, pero después del resultado obtenido en Burgos mi objetivo tiene que ser el de siempre: hacer una buena general. Busco una plaza en el podio y conseguir algún triunfo de etapa. Intentaré agarrarme bien los primeros días y a partir de la segunda semana, veré si estoy competitivo como para poder pelear por el podio.