Estas no son las palabras que me hubiera gustado escribirte, Txema.
Yo quería contarte cómo salen las cosas de esas búsquedas que tanto nos has enseñado a hacer, quería preguntarte por los logros de tu hijo, por tus viajes a Portugal, por la salud de tu padre o por lo bien que lo habías pasado en un concierto o una cena con tu mujer. Quería hablar contigo de oposiciones, de montes, de coches eléctricos o de música. De Los Secretos o de Jarabe de Palo, de combustión de hidrógeno, del Vignemale o del mítico Midi d’ Osseau.
Sí, este pico va a ser tu última parada en este viaje de la vida en el que recorriste miles de kilómetros tocando por infinidad de plazas y verbenas. De esos cientos de kilómetros que pateaste dando seguridad, atención y rigor en todas tus actuaciones como policía municipal.
Luego, con mayor rango, te conocimos de rojo. No solo has sido uno de los mejores, sabiendo siempre atender cada situación por muy compleja que fuera, sino que sobretodo y por encima de todo has sido un COMPAÑERO. Y entiéndase esa palabra en toda su extensión. Tu sonrisa, tu voz, tus maneras pausadas, tu saber estar, tu profesionalidad, tus consejos son tesoros que nos has donado y que jamás olvidaremos.
Estoy seguro que ahora estás con alguien a la que quisiste por encima de todas las personas y cosas de este mundo, pero mientras nos reunimos contigo, y allí celebramos cualquier cosa que se te ocurra, mándanos un poco de esa luz que siempre atesorabas.
Txema, seguirás con nosotros, y antes de decirte hasta luego, quiero agradecer a Piqui, fiel amigo y compañero, todo lo que hizo en los peores momentos.
Agur Txema, nos vemos en las montañas.