Parece que las restricciones en el fútbol afectaran también al juego. Que los aforos, los porcentajes de espectadores en los estadios, se aplicaran a los resultados. Mucho empate y mucho 0-0. En el reparto de puntos, el 30% para cada contendiente. Y no será porque los equipos actúan con un exceso de precaución, que tomen distancia; hemos visto dos partidos de Osasuna y en ambos los rojillos han martilleado el marco del rival, aunque con muy poca puntería. Todo vuelve menos los goles. Era cuestión de aprovechar el arranque de competición en casa para acumular puntos y comenzar a caminar con cierta tranquilidad. Pero esto es la Primera división y allí esta mayo. Se han dejado escapar dos oportunidades, pero no por falta de ambición y de esfuerzo. Será difícil volver a repetir un encuentro como este, con tanto remate entre los tres palos, tantas intervenciones acertadas del portero rival y hasta el no materializar un penalti. Es curioso que el año en el que el club ha realizado el mayor desembolso de su historia por un delantero, que ha fichado a un 9 acreditado como Kike García y que tiene en la recámara a Chimy Ávila, no haya acertado a marcar un gol en 180 minutos. Y a la misión se han aplicado laterales y centrocampistas. Aunque, por ver una parte positiva a esta sequía estival, los dos remates de cabeza del argentino en el minuto 90 recuperaron esa imagen de dinamitero del área que dejó en sus primeros meses sano en Osasuna. Imagino que la mejora en el juego que reclamaba Arrasate tenía como objetivo ganar, pero creo que el entrenador puede darse por satisfecho tanto por la puesta en escena, por lo acertado de los cambios y por ese esfuerzo continuado durante casi cien minutos. Todo el mundo actuó con responsabilidad.
En este punto, me llamó la atención el mensaje escrito en una cartulina que colgaba cerca del banquillo del Celta: "Seguiremos viendo fútbol, siempre y cuando seamos responsables" y acompañaba el mensaje con una mascarilla. Es lógico que después de tantos meses de fútbol de salón, el aficionado celebre el retorno a los estadios y lo haga huyendo de excesos y atendiendo a las normas. Es un compromiso de todos. Un mensaje que en estos tiempos de pandemias de todo tipo lo mismo sirve para Osasuna, para la parte deportiva y para la parte gestora. El objetivo de este proyecto llamado Osasuna es seguir ofreciendo fútbol, con las exigencias que marca la categoría en la que se compite pero también navegando en el entramado montado alrededor del deporte que más interés despierta y más público reúne. Una responsabilidad que compete a los que deben hacer gol y sumar puntos, también a los elegidos para sumar y no solo para ganar.
En fin, que ya estamos con la botella sobre la mesa: medio llena o medio vacía; dos partidos sin recibir gol o dos sin marcar; que fino está David García y que poco a aportado Budimir; cuántas llegadas al área pero nadie mete la puntera para embocar. Con todo, no son malas las sensaciones que transmite Osasuna como equipo, aunque los resultados no dejarán dormir a Arrasate en la búsqueda de esa fórmula mágica del fútbol que es jugar bien y ganar. También en tiempos de restricciones.