A En Tol Sarmiento (E.T.S.) les ha costado década y media crecer hasta convertirse en uno de los grupos euskaldunes que más seguidores mueven en sus conciertos. Esa ascensión resultó evidente en el Día Grande de Aste Nagusia, en su cita en el Parque Europa, donde lograron congregar a alrededor de 14.000 fans, la mayoría jóvenes, atraídos por su mezcla actual de pop y rock positivo, festivo y bailable, cosido a fuego con el ska que practican desde su alumbramiento en Yécora.
Han pasado 17 años desde que ETS dio sus primeros pasos y resulta evidente, sobre todo en sus discos, el crecimiento estilístico del quinteto alavés, puede que el grupo euskaldun más escuchado actualmente en Spotify y uno de los que más seguidores mueven en sus conciertos. Es ahí, sobre el escenario, donde su música, cada vez más madura y abierta estilísticamente, apuesta decididamente por la fiesta y el baile, alentados por la brisa jamaicana.
Que levante la mano quien estuvo en su concierto bilbaino y no movió las caderas. Imposible, te gusten o les conozcas más o menos. O nada, incluso. Fueron alrededor de 14.000 y ocuparon el espacio como un ejército joven y disciplinado que ya daba cuenta de sus provisiones –léase botellón– cuando sonó el ska festivo Beste behin. “Bidea hasi dadila”, clamó su líder y vocalista, Iñigo Etxezarreta. Cual flautista de Hamelín, la reacción resultó inmediata y se fue calentando hasta explotar, por vez primera de forma masiva, con Hacia la luna, un canto beodo y verbenero” que trasportó al quinteto a su tiempos de alternancia de euskera y castellano.
A partir de ahí, cuando Etxezarrreta cantó “yo tengo la solución, lo que quiero es ser feliz”, público y banda se convirtieron en un solo ser, desde las kamikazes primeras filas hasta la lejana zona de confort, reservada a los más veteranos y las familias con niños pequeños en sillas o a hombros, que todavía sentían en sus piernas la dureza del traslado hasta el alejado parque. A pesar de la distancia y de que tanto la visión como el sonido resultaban amortiguados por el tupido arbolado, distinguimos Zerura begira, oda a vivir el momento y a no perder el tiempo.
Ahí ya era una evidencia la máxima de ETS, que reivindica ser “un grupo de directo, de pueblo y fiestas”. En la capital vizcaina también triunfaron con Logela honetan, en la que enseñaron sus puños al sistema. Ni un paso atrás, arriba y debajo del escenario, que se concretó con la recientísima Sumendiak, canción de amor y pasión de los catalanes Buhos trasladada al euskera por Jon Maia y en la que se nota la mano –y el sonido– del productor Pello Reparaz, de Zetak. Una oda al amor y la pasión, como Sexuarekin, otra tonada muy bailada que invitó a buscar la piel ajena sin prejuicios –“banaka, binaka edo taldeka”– y que sonó tras Zure begirada y Zure mundua, con los metales –trombón y trompeta alternándose– empujando.
Amor, sueños y oportunidades
Enclavados en un escenario enorme y con el apoyo de un juego de luces espectacular que jugó con tonos verdes, blancos, naranjas y rojos, ETS jugaron a seguro con Gelditu denbora, sin perder el tiempo, y relajaron el ambiente, con Etxezarreta sentado, al llegar Aurkitu genituen, balada que animó a buscar estrellas y a soñar, que el grupo enlazó con Heldu da garaia, canción de amor entendido como refugio. Apenas fue un fogonazo de pausa, ya que el ska–rock de Musikaren doinua volvió locos a todos, niños incluidos, entre efluvios de fiesta, celebración y aires de libertad.
La crítica a las máscaras y a la apariencia de Itxura encaminó el bolo hacia la tormenta final. Sonaba “beti itxuraren eskutan ohartu nahi ez” y los “lololós”, acompañados de botes y palmas, eran ya mayoritarios. Los últimos minutos se acompañaron de de un metafórico aparataje eléctrico que rompió con Egingo dugu eztanda, su respuesta a la pandemia y al confinamiento. Como un solo ser, arriba y debajo, compartieron Ametsetan mientras el vocalista resaltaba “la sangre caliente” de los vizcainos y conminaba con repetidos “kanpora” a quienes estorban y no dejan disfrutar en libertad de las fiestas.
Etxezarreta inició el bis con Zein errasa, ya sin bridas y con el telón trasero del escenario con la fotografía del camino que invita a recorrer la portada de su último disco. El cantante aparecía crucificado por varios haces de luces blancas y coronó el disfrute de su música sencilla, fresca y bailable con un himno reciente, Aukera berriak. Su melodía pop impulsada por la trompeta, que invita a aprovechar las oportunidades que se nos brindan, dejó atrás las “bidegurutzeak” y nos condujo a la despedida en forma de balada reparadora: Zurekin batera. Todos abrazados y esperanzados tras resistir al virus y volviendo a compartir y a celebrar. 14.000 personas cantando como si fueran una. Ese fue el logro de ETS.