Bizkaia

"En Ucrania se habla más del coronavirus que de la guerra"

Oksana Demyanovych, Alla Saraieva y Liudmyla Chernenko posan con la bandera de su país, Ucrania, en la capital vizcaina.
Oksana Demyanovych, Alla Saraieva y Liudmyla Chernenko posan con la bandera de su país, Ucrania, en la capital vizcaina.

DICE Liudmyla Chernenko, una joven de Ivankiv afincada en Amorebieta, que "en Ucrania se habla más del coronavirus que de la guerra". De hecho, sus amigos cuelgan en las redes sociales "bromas de la pandemia" y, cuando llama a su madre, la amenaza latente de Rusia, que acapara tantos titulares, apenas asoma tímidamente en la conversación. "Me dice que están muy tranquilos. No están pensando en migrar", afirma y reconoce que, pese a este mensaje tranquilizador, ella tiene "algo de preocupación".

También Alla Saraieva, que vive en Arrigorriaga, confiesa su temor. "Tengo miedo por mi hija y mis nietos, aunque a ellos les preocupa mucho más cómo está afectando la pandemia a la economía que la amenaza de Rusia", asegura esta mujer, con la que coincide Oksana Demyanovych, presidenta de la Asociación socio-cultural y de cooperación al desarrollo Ucrania-Euskadi. "La pandemia les está dejando sin trabajo y sin comer", subraya y añade que, aunque finalmente no estallara el conflicto, "el daño ya estaría hecho porque solamente la amenaza ya va a alejar las inversiones de Ucrania".

Para Oksana "la razón básica" por la que la ciudadanía ucraniana no está alarmada es que en su país llueve sobre mojado. "Algunos al lado de la frontera tendrán la maleta hecha por si acaso, pero el resto sigue con su vida cotidiana. No hay jaleo y no están preocupados porque la amenaza de Rusia está desde siempre", explica esta mujer, sorprendida, al igual que sus compatriotas, por la atención mediática suscitada. "Ellos no entienden por qué los medios de comunicación de fuera prestan tanta atención a lo que pasa ahora y no han estado allí todos estos años, en los que sí han sucedido cosas. Crimea fue un robo de un trozo del país y entonces no nos llamaron ni escribieron tantos e-mails. Ahora mi teléfono parece el teléfono rojo", denuncia con ironía.

Oksana Demyanovych

39 años, Bilbao

"A la familia le sorprende mi preocupación"

Procedente del oeste de Ucrania, Oksana aterrizó en Bilbao en 2004 en busca de un empleo. "Terminé la formación profesional de contable y allí era muy complicado encontrar trabajo. Me invitó a venir una prima de mi madre y ha sido la mejor oportunidad de mi vida", agradece esta mujer, que trabaja de recepcionista en un hotel y ha formado su propia familia. "Mi pareja vino de Ucrania a buscarme y se quedó. Tenemos niños", detalla.

Los analistas debaten sobre la posibilidad de que estalle la Tercera Guerra Mundial y Oksana reconoce que estas noticias "alarman muchísimo", aunque su onda expansiva no ha alcanzado a Ucrania. "A mis familiares y amigos les ha sorprendido mi preocupación, creada por los medios de comunicación de aquí. A mí también me llama mucho la atención el interés que está suscitando ahora mi país. No sé si es porque alguien sabe algo o qué", comenta y reitera que echaban "en falta el apoyo informativo" porque "si perdemos Ucrania, perdemos valores europeos".

Aunque la población, en general, no esté asustada, Oksana aclara que la percepción es diferente en función de la proximidad de la frontera con Rusia. "Los del este, que están más cerca, han empezado a movilizarse un poco a nivel de preparativos. En el resto hay algunas gestiones locales encaminadas a mejorar un poco la seguridad, pero mantienen la calma", apunta. "Ya sabemos que Rusia tiene tanques alrededor de la frontera de Ucrania. ¿Quién iba a dudar de que pueden tener 3.000 más? Es un país supergrande, con mogollón de recursos, y hace su jugada según lo que le interesa", comenta y añade que "hasta que Ucrania no tenga la posibilidad de estar entre los candidatos para entrar en la UE va a tener la amenaza del país vecino".

Por su parte, los ucranianos, dice, "están intentando desarrollar su economía y mejorar su sistema político, luchando contra la corrupción que sigue habiendo allí, pero es un problema complejo", reconoce. "Cualquier país que está en un conflicto continuo tiene que mantener su economía porque le hace fuerte. Los ciudadanos ucranianos ahora tienen que hacer su vida normal y prepararse en el caso de que tengan la edad para ir a ejercer como soldados", señala y opina que, en caso de contienda bélica, "irían las personas obligadas a servir en la mili, pero seguramente también habrá muchísima gente que serían voluntarios".

Por sorprendente que resulte, cuenta Oksana que en su país "desde siempre se han hecho entrenamientos a nivel personal de cómo manejar un arma o realizar curas. Lo que pasa es que ahora se ha puesto un poco más de énfasis". De hecho, recuerda, "en Bachillerato teníamos dos horas a la semana de preparación poniéndonos caretas antigás por si había algún ataque atómico o químico".

De lo que no le cabe ninguna duda a Oksana es de que "Ucrania no se va a rendir". "Europa no sé si ha entendido esto, pero el pueblo ucraniano es un pueblo que quiere paz y libertad. La independencia de Ucrania ha sido un deseo continuo que ha pasado de generación en generación. Una vez que ya lo tenemos, cada uno lo va a defender como puede", advierte.

Pronosticar si finalmente se materializará la amenaza de Rusia y tratará de invadir su país le resulta complicado. "¿Qué hará Putin? ¡Sabrá Dios! La diplomacia ahora tiene que estar allí, desde luego, porque Ucrania quiere la paz y su territorio completo porque es un país soberano", reivindica.

Alla Saraieva

59 años, Arrigorriaga

"El búnker que había en mi casa está destrozado"

Alla hizo las maletas y cerró la puerta de su domicilio, ubicado a doce kilómetros de Kiev, en 2020. "Vine a casa de una hija, que vive en el País Vasco, con mis dos nietos porque tienen problemas de salud mental y en Ucrania no encontraba programas para favorecer su desarrollo. Mi hijo murió y soy su tutora", explica esta mujer de 59 años, que reside en un centro de acogida de Arrigorriaga.

En su país Alla dejó a otra hija y nietos, por los que ahora está preocupada. "Rusia ha mandado soldados a Bielorrusia, un país amigo. En la frontera de Bielorrusia con Ucrania hay un punto muy próximo a Kiev. Teniendo sus divisiones militares allí, a Putin le queda muy cerca la capital del país", advierte.

Con esta última amenaza, explica, "en Ucrania se han dado cuenta de que hay que revisar cuántos refugios hay, dónde están y su estado. Se ha visto que teníamos muchos en buenas condiciones y que muchísimos no están preparados y algunos ya no existen". En 1984, echa la vista atrás, en su propio edificio contaban con un búnker. "Estaba preparado hasta con camas, pero ahora está todo destrozado, es como un sótano inutilizable. Tenían planes de renovarlo cuando empezó la invasión de Crimea, pero no se llevó a cabo".

Al igual que otros estudiantes de Ucrania, Alla también recibió preparación para saber actuar en caso de conflicto. "Cuando era pequeña fui a un campamento de verano donde me enseñaron cómo hacer vendajes. En la universidad pasé una semana de acampada en la montaña en condiciones de guerra preparándome para cualquier cosa", explica.

A la expectativa, Alla se mantiene al tanto de los últimos movimientos militares en torno a Ucrania. "Cuando todos los países europeos se han levantado, junto con Estados Unidos y Gran Bretaña, se ha notado un poco que los soldados rusos se han alejado de la frontera", comenta, con la esperanza de que no se desencadene una guerra.

Liudmyla Chernenko

26 años, Amorebieta-Etxano

"Están jugando con las vidas humanas"

Nacida en Ivankiv hace 26 años, Liudmyla es una de las niñas que viajaba a Euskadi con la asociación Chernobil Elkartea para mejorar su salud. "Un verano vine como monitora y conocí a un chico. Me mudé a vivir con él y llevo aquí tres años. Mi segunda familia me apoyó en todo", cuenta esta joven, que reside en Amorebieta-Etxano y, después de trabajar en una cafetería, ahora lo hace como administrativa en una empresa de telecomunicaciones. "Me han hecho contrato indefinido. Estoy a gusto, formando mi entorno, la gente del pueblo me saluda por la calle".

Salvo su hermana gemela, que reside en Israel, toda la familia de Liudmyla vive en Kiev: su madre, sus hermanos pequeños, sus tías y primas, sus abuelos... "Mi tía me ha dicho: ¿Por qué voy a estar preocupada si no puede cambiar en nada la situación? Realmente no depende de la gente corriente", remarca y añade que sus "familiares y amigos están tranquilos porque ellos están en la capital, muy lejos de la guerra todavía. Esperemos que siempre sea así", confía.

Aunque en Kiev "no notan tanta amenaza", en las zonas más próximas a la frontera con Rusia las cosas cambian. "Aquellos que han ido de voluntarios, que están allí viendo las armas reales, y la gente que vive allí o que se ha tenido que ir porque empezó la guerra hace bastantes años sabrán que cualquier chispa o decisión que tomen los políticos puede hacer que pase cualquier cosa. Ellos son los que lo van a sufrir", lamenta.

Aunque no vive "con miedo", Liudmyla no descarta que se produzca un conflicto bélico. "Ojalá no pase, pero "¿quién habría pensado hace dos años que íbamos a tener una pandemia mundial? Creo que Putin no está tan loco como para empezar la guerra, pero podría no depender de su palabra, sino de que alguien lanzara algo allí queriendo o sin querer", comenta.

Tras recordar que "Putin no quiere que entremos en la OTAN, pero Ucrania es un país libre y ya no puede tomar decisiones por nosotros", Liudmyla considera "ridículo que diga que no puede echar más atrás. Quita los tanques que tienes en las fronteras que ni nosotros ni la OTAN vamos a ser una amenaza para la población de Rusia. Es como que están jugando allí con las vidas humanas". Pese al despliegue militar, no cree que "la idea de Putin sea matar a la población de Ucrania, sino que es más una guerra de Estados Unidos y Rusia y estamos allí en medio".

En Kiev, dice Liudmyla, las conversaciones giran en torno a "la pandemia, las mascarillas y los pasaportes de vacunación", aunque "seguramente en la frontera con Rusia no se hable del coronavirus". En las llamadas a su país siempre le transmiten calma, pero ella no puede evitar tener cierta preocupación. "Si algo pasa, afectará a toda Europa. Esperemos que no pase. Mi familia va a venir en verano. Pienso: Qué bien, si pasa algo en Ucrania por lo menos están conmigo".

 

2.515 ucranianos en la CAV. Según los datos provisionales recogidos en la Estadística del padrón continuo del INE, a 1 de enero de 2021, en la CAV residen 2.515 personas de nacionalidad ucraniana, de las cuales 526 viven en Bizkaia, 506 en Araba y 1.483 en Gipuzkoa.

La mayoría son mujeres. De las 2.515 personas de nacionalidad ucraniana que residen en la CAV, 1.463 son mujeres y 1.052 son hombres. En Bizkaia también son mayoría las mujeres, con un total de 316 frente a 210 hombres.

"Algunos al lado de la frontera tendrán la maleta hecha por si acaso, pero el resto sigue con su vida cotidiana"

Oksana Demyanovych

Pta. de la Asociación Euskadi-Ucrania

"Tengo miedo por mi hija, aunque a ellos les preocupa más cómo afecta la pandemia a la economía"

Alla Saraieva

Vecina de Arrigorriaga

"Creo que Putin no está tan loco como para empezar una guerra, pero podría no depender de él"

Liudmyla Chernenko

Vecina de Amorebieta-Etxano

De estudiantes, a Oksana le enseñaron a protegerse con caretas antigás y Alla estuvo de acampada en la montaña "en condiciones de guerra"

Liudmyla no cree que "la idea de Putin sea matar a la población", sino que es "más una guerra de EE.UU. y Rusia y estamos en medio"

2022-02-07T09:08:02+01:00
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