Vida y estilo

Encontrar vida extraterrestre puede ser más fácil de lo que se cree, bastaría con detectar movimiento

Los astrónomos vuelven la vista a una vieja idea: un rasgo importante de los seres vivos es poder moverse ¿por qué no intentar detectarlo?
La búsqueda de vida en el Universo más allá de la Tierra es el objetivo de la astrobiología.
La búsqueda de vida en el Universo más allá de la Tierra es el objetivo de la astrobiología. / Freepik

En la astronomía, la búsqueda de vida alienígena ha tomado diversas formas, como el estudio de posibles señales tecnológicas, el análisis de condiciones de habitabilidad o la presencia de agua o compuestos químicos propios de los seres vivos. Todas ellas pueden considerarse como modos indirectos. Hasta hoy, una única misión espacial ha intentado un método directo, buscar vida in situ. Fue en el año 1976 con la misión Viking en Marte. Los experimentos sobre el terreno fueron contradictorios. Desde entonces no se ha vuelto a intentar.

Pero 49 años después, un estudio publicado a principios de febrero en la revista Frontiers in Astronomy and Space Sciences propone este búsqueda directa e indaga en una vía sugerida hace tiempo, pero aún poco explorada: si un rasgo de los seres vivos es que se mueven, ¿por qué no intentar detectar ese movimiento?

Paisaje marciano fotografiado por la el vehículo Rover.

Paisaje marciano fotografiado por la el vehículo Rover. NASA

Antecedentes, ¿vida en Marte?

En 1976 se creyó haber encontrado vida en Marte. Un primer experimento ofreció una respuesta positiva, pero otro posterior de la misma misión dijo lo contrario. Ambos los realizaron las sondas gemelas de la NASA, Viking 1 y 2, las primeras en posarse sobre el planeta rojo. En plena época de optimismo sobre la búsqueda de vida alienígena, las Viking iban equipadas para realizar el primer intento de buscar microbios en Marte.

Lo que sí demostraron es que no iba a ser sencillo. El primer experimento de las Viking inyectó nutrientes a muestras de suelo para analizar si liberaban CO2, un signo de actividad metabólica y, por tanto, de algo vivo. Las dos sondas detectaron que así era. Pero el segundo experimento destinado a examinar la presencia de moléculas orgánicas, compuestos de carbono en los que se basa la vida, arrojó un resultado negativo en ambas sondas, lo que refutaba la idea de que hubiera vida. Además, ahora se sabe que sí existen esos compuestos.

Aunque algunos mantiene la esperanza de que si se encontró vida, la visión más aceptada es que el primer experimento detectó una oxidación de origen geológico, no biológico.

El reto de buscar “algo vivo”

El pinchazo de las Viking enfrió el entusiasmo respecto a la búsqueda directa de vida y aconsejó centrarse en análisis de habitabilidad, de posibles biofirmas indirectas y, si acaso, de restos de vida antigua.

“La mayoría de las misiones se han dirigido a Marte, donde la gente asume que cualquier vida fue extinguida, y el reto de detectar bacterias extintas ha primado”, comentó a la agencia Sinc la física Jay Nadeau, que dirige un laboratorio en la Universidad Estatal de Portland dedicado a desarrollar instrumentos para detectar vida extraterrestre con financiación de la NASA y otras instituciones.

Nadeau se cuenta entre los pocos científicos que exploran una vía alternativa para la búsqueda directa de ese algo vivo fuera de la Tierra: quiere observar movimiento. “La idea ha circulado al menos desde Leeuwenhoek”, dice la investigadora, en referencia al científico neerlandés que en el siglo XVII observó por primera vez microbios al microscopio, y que describió cómo se movían: “hacia arriba, hacia abajo y alrededor”.

En 1966, el Nobel de Física Donald Glaser recogió esta idea y propuso buscar vida en Marte por el “movimiento de un tipo que no se esperaría de los sistemas no vivos”.

Un cebo para cazar bacterias

En el grupo de la Universidad Técnica de Berlín, un nuevo trabajo encabezado por el ingeniero aeroespacial Max Riekeles sienta las bases de lo que podría ser un futuro instrumento para buscar vida por su movimiento. Riekeles cuenta a Sinc que hacer un seguimiento en cámara de las bacterias moviéndose es complicado. Según Nadeau, que no ha participado en este estudio, el factor limitante son las cámaras digitales rápidas:15 fotogramas por segundo te darán unas trayectorias bacterianas de nado razonables, pero para ver lo que realmente está ocurriendo necesitas 50 fotogramas por segundo o más, y tener esto con un campo amplio de visión es difícil”.

Para facilitar el seguimiento de las bacterias, Riekeles ha decidido ponerles un cebo. Se trata de un sistema con dos compartimentos separados por una membrana semipermeable. En el primero están los microbios y en el segundo está el cebo, el aminoácido L-serina, un componente de las proteínas que atrae a las bacterias. “Solo las partículas que se mueven activamente, los microbios, pueden cruzar la membrana; partículas abióticas como las de arena no pueden”, explica Riekeles. Así, basta con tomar imágenes del segundo espacio y contar las bacterias.

Del laboratorio al espacio

Desde la Universidad de Minnesota, la microbióloga española Beatriz Baselga-Cervera valora los resultados de Riekeles como “interesantes”. “Como prueba de concepto para proponer la inclusión de técnicas para detectar vida basadas en movimiento dirigido, creo que es aceptable”, dice, aunque advierte que este diseño aún tiene limitaciones.

La luna Encelado, de Saturno, que bajo su superficie esconde un océano de agua.

La luna Encelado, de Saturno, que bajo su superficie esconde un océano de agua. NASA

Baselga-Cervera trabaja también en este campo y se ha especializado en la magnetotaxis, el movimiento inducido por magnetismo. Según la científica, además de esta opción y de la quimiotaxis empleada por Riekeles, sería posible explorar otros estímulos, como la luz o la electricidad.

Otra cuestión es que este concepto llegue a aplicarse a misiones reales. Riekeles es optimista: “Espero que seamos capaces de desarrollar un instrumento de este tipo para una misión que vuele en los próximos 5 o 10 años”. Como apunta Nadeau, hoy el foco se ha desplazado desde Marte a lunas como Europa de Júpiter o Encélado de Saturno. Esta última sería una buena candidata, con un océano bajo la superficie que contiene ingredientes esenciales de la vida y que expulsa surtidores al exterior, lo que daría acceso a las muestras.

Baselga-Cervera se muestra cauta: “Cada vez hay más interés científico en la astrobiología, pero la probabilidad de detectar estos comportamientos es muy baja, tendría que ser algo muy convincente para que se justificara el coste de incluirlo”.

2025-02-22T19:26:08+01:00
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